Los otros peñones
Me parece que Aznar ha hecho lo debido: llenar el Estrecho de barcos, aviones y soldados, tener consigo a sus inmensos aliados de la OTAN y la OCDE y 'liberar' el islote tonto y feo de los pobres siete miembros de la gendarmería real. Pero lleva retraso. Son cosas que hay que hacer en el momento, aunque el otro déspota se esté casando y aunque venga el debate del estado de la nación: mejor le hubiera ido en él. Ya hay quien dice que lo ha decidido después del debate para recuperar la imagen que se desvanecía. Hay ya una opinión pública que le apoya; lo malo será que se aproveche para perseguir o maltratar a 'los moros', a los inmigrantes que escaparon de ese déspota para caer en éste. O que Ceuta y Melilla se enardezcan contra los desgraciados inmigrantes. El islote de cabras y perejil no tiene la menor importancia: no es de nadie. Pero la extraña operación del Ejército real marroquí sólo podía indicar otra cosa: un inicio armado de una serie de reivindicaciones o de ocupaciones. Y Ceuta y Melilla son tan intangibles como Gibraltar. Sus habitantes no son cabras: son españoles y son británicos, y sus viejos ocupantes se han ocupado de darles idioma, educación, sensación y hasta orgullo, y no pueden perder su habitación , 'hábitat', si ustedes prefieren, y su cultura se lo pide.
Dos problemas elementales: uno, que Aznar ha tardado demasiado en reaccionar. Había que sacar a los soldados marroquíes al instante, y no digo que retirar al embajador, como se debía haber hecho hace tiempo (aunque retirar a Fernando Arias Salgado es más bien un favor para cualquiera que mandárselo). El otro, y quizá el más grave: que ignoramos el futuro. Se presupone, y no estaba mal prevenirlo, que era una avanzadilla de exploradores perdidos para algo mayor. Pero se puede también suponer que estuviese ya estudiada la expulsión de ayer y los movimientos sucesivos. Se dice que los árabes fueron los inventores del ajedrez; no estoy seguro de que los habitantes de Marruecos sean árabes, aunque sí islámicos, y tampoco lo estoy de que se les haya olvidado el ajedrez. Pero no está claro que este piquete fuera solamente para ocupar una isla que no interesa excepto a una señora de la orilla que lleva allí a pastar a sus cabras.
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