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CURSOS DE VERANO

García de la Concha reivindica a Unamuno, Baroja, Valle-Inclán y Azorín como 'liberadores de la palabra'

Camino de perfección, de Pío Baroja; Amor y Pedagogía, de Miguel de Unamuno; Sonata de otoño, de Valle-Inclán, y La voluntad, de José Martínez Ruiz, Azorín. Todas ellas, de 1902, supusieron una revolución de la novela al 'desarticular el lenguaje y liberar la palabra del encorsetamiento del realismo'. Lo dice Víctor García de la Concha, director de la Academia, que desde ayer dirige un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander, bajo el nombre 1902, annus mirabilis: cuatro novelas que hicieron historia.

Todas estas obras, según De la Concha, 'reflejan el espíritu de decadencia de aquellos años y crean una literatura nueva, lejos del realismo'. El director de la RAE ha encontrado en el centenario un buen momento para homenajear a estos miembros de la generación del 98. Ninguna de las cuatro novelas tuvo éxito en su día.

El éxito seguía siendo para Galdós, uno de 'los viejos', según la generación del 98. 'Los viejos vivieron una vida miserable y con su estulticia llevaron a España a lo que es'. Lo escribió Azorín, y lo leyó con voz potente García de la Concha ante un centenar alumnos. 'Su programa era ir en contra. Contra el caciquismo, el catolicismo, la burguesía. Su única ideología, la egolatría. Eran jóvenes y gritones', afirma De la Concha.

Y sigue: 'En aquél momento de naufragio de la colectividad había que salvar el yo. El yo individual y el yo de España, que también es analizado'. Para salvarlo, añade De la Concha, 'la gente nueva cree que ha de modificarse la sensibilidad con la educación, no sólo la política'. Y es ahí, en la necesidad de la educación, donde, dice De la Concha, sigue vigente más allá de la literatura la idea de Unamuno, Valle, Baroja y Azorín. 'Esa preocupación por el habla, por el lenguaje es algo que hoy debiera retornar porque el empobrecimiento del lenguaje significa el empobrecimiento de la idea, de la libertad del espíritu', afirma. 'Somos más libres cuanto más lenguaje poseemos, cuantos más resortes de lectura, de crítica y de expresión tenemos', concluye. Por eso lamenta que la sociedad actual 'más audiovisual y pasiva, haya perdido el regodeo en la lectura y en la escritura, que es donde uno enriquece el lenguaje'.

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