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San Fermín
Columna
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Milagrosos 'sanfermines'

Faltaba un minuto para que el octavo y último encierro de los sanfermines discurriese bajo una fina llovizna, cuando el comentarista de TVE dejó caer que en más de tres ocasiones había visto él cómo a las ocho en punto la lluvia frenaba en seco. La expectación fue tremenda. Por la película de Berlanga sabíamos de los milagros a día fijo, pero un frenazo de la lluvia a las ocho en punto era algo como para vencer el escepticismo más atroz. Que San Fermín descienda de la corte celestial algún que otro día para marcarse unos quites en la Estafeta es un milagro tan ordinario que ni le damos importancia, pero que el santo patrón tenga mano en el control de aguas celestiales nos pilla de nuevas.

Efectivamente, hacia los ocho y cuarto paró de llover, lo que hace pensar que durante quince minutos hubo gabinete de crisis en lo alto por un conflicto de carteras. Una de dos: o de la crisis salió San Fermín con atribuciones para parar las lluvias, o el desocupado que suele encargarse de eso -pues lo habitual allá arriba es no dar abasto con las peticiones de lluvia- recibió la orden de intervenir ya. Fuese como fuera, cesó de llover y la ola de devoción al santo que ha sorprendido a los cronistas internacionales siguió su imparable ascensión.

El día anterior, la alcaldesa-presidenta se fotografió -todos los días una foto de prensa, por lo menos- con los pocos cronistas internacionales que quedaban y saltó el milagro. La alcaldesa reconoció que alguna leve crítica había habido a su frenética gestión el pasado día 7, aunque ya sabe que el populacho puede ponerse en estos festejos algo ordinario. En segundo y más importante lugar, la presidenta del Consistorio, que en reiteradas entrevistas concedidas desde el inicio de las fiestas había insistido en su intención de elevar los sanfermines a bien de la humanidad, agradeció a los cronistas el hecho de que, gracias a su concurso, los festejos pamploneses fuesen ya -a día 13- patrimonio de la humanidad. Por declaración solemne de la alcaldesa-presidenta, pues lo cronistas se limitan a hacer su trabajo, las fiestas de Pamplona han conquistado la condición de las pirámides de Egipto. Quienes creíamos que eso llevaba un trámite tirando a largo, amén de algún un informe previo de la Unesco y el posterior pronunciamiento de este organismo internacional, nos hemos quedado de la materia que está hecha la catedral de Burgos y empezamos a confiar en los milagros.

Estos han sido unos sanfermines tan milagrosos, que lo extraño es que la devoción al santo no se haya desbordado más. Nosotros vamos recogiendo, que ustedes tendrán que irse. El año que viene, si la arqueología no se nos vuelve a atravesar, esperamos sorprenderles con nuevas dotaciones, servicios, más devotas ceremonias e infinita diversión. Para ello precisaremos del concurso de las más altas instancias -donde ya tenemos mucha mano y esperamos que el beato Escrivá se sume pronto a nuestras huestes- y de la proverbial, cuando no milagrosa habilidad de la alcaldesa para sortear informes, expedientes y enojosos controles, sean parlamentarios o de la Unesco.

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