Retrato americano
Ya lo avisa el título de este libro, Estados Unidos es un gran país. Un gigante vastísimo de economía poderosa y sociedad cambiante que proporciona cientos de anécdotas, datos y noticias. El autor, Bill Bryson (Des Moines, Iowa, 1951), periodista y escritor, explica en el prólogo que los artículos de este libro fueron concebidos para una columna semanal en el diario inglés Daily Mail. Así pensada, en pequeñas dosis, la idea es perfecta. Pero ocurre que parte de la gracia se pierde al reunirlos en estas páginas.
Es cierto que la escritura divertida e irónica de Bryson otorga frescura a tanto dato de americano herido por objeto inverosímil o número de anuncios y minutos de duración de la publicidad en un programa de la CNN. Pero no lo es menos, como bien dice la señora Bryson en uno de los artículos, que su marido parece estar 'siempre rezongando'. Desprende un tono cínicamente crítico con sus compatriotas. En varios momentos da la sensación de que los estadounidenses no se enteran de nada. Ni son tan ingenuos como los pinta en Gente amigable, ni tan poco viajeros e interesados por otras culturas como se entrevé en el comienzo de Esos aburridos extranjeros. Las cifras de aprendizaje del idioma y la cultura española en las universidades, que han crecido en los últimos años, y el censo de población de 2000, que denota una sociedad multirracial en la que hispanos y negros ganan sitio al blanco anglosajón -aunque bien es cierto que no en los Estados tradicionalmente WASP-, son datos que confirman lo arriesgado de estigmatizar, incluso para un nativo con humor como Bryson, a este país. Además, y debe ser por la globalización, algunas anécdotas que tanto le sorprenden son moneda común en cualquier país desarrollado; como las que se leen en Por qué nadie camina, Ayuda para un individuo no designado o La vida deportiva.
HISTORIAS DE UN GRAN PAÍS
Bill Bryson. Traducción de Antonio Padilla Península. Barcelona, 2002 346 páginas. 16 euros
Como ocurre con algunas películas, estas páginas gustarán a los incondicionales de la nocturna fluorescencia de las luciérnagas, de las king size beds y de la simpatía e ingenuidad -tópicas hasta el hastío- de los estadounidenses, pero, aun así, lo mejor para disfrutarlas es abordarlas en pequeños sorbos de, por ejemplo, una vez a la semana para así darse tiempo a olvidar el artículo anterior.
Al menos, Historias de un gran país deja un regusto agradable porque consigue irritar mínimamente a quien haya vivido allí un tiempo. Si no, formará una opinión, eso sí tópica en algunos casos, en el lector.
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