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Reportaje:

Bonnie and Clyde en L'Hospitalet

Detenida una pareja de atracadores que se enamoraron en la cárcel, cuando ella visitó a un familiar

Dolores Ancha Martell era una chica normal hasta que fue a la cárcel. No para cumplir condena, sino de visita. De vez en cuando acompañaba a su cuñada a la prisión de Brians para ver a un familiar. Y en esas visitas surgió el amor. Dolores, de 23 años, se enamoró de un preso hasta entonces desconocido para ella, Gonzalo Nieto Rodríguez, de 37. Y él de ella. Locamente. Tanto que el recluso aprovechó el primer permiso que le dieron en años para no volver más a la cárcel. Fue entonces cuando la pareja empezó una historia parecida a la de Bonnie and Clyde, pero en versión adaptada a L'Hospitalet.

El caso es que en un mes y medio la pareja cometió diez atracos en esta ciudad, en Cornellà y en Barcelona. De poca monta, siempre en comercios de barrio, no en bancos. Pero todos a punta de pistola, un revólver del calibre 38, y con una navaja.

El hombre declaró a la policía que atracaba porque su novia tenía problemas económicos

Los atracadores tienen muchas rarezas y ellos no podían ser menos. Su debilidad eran las droguerías de una cadena alemana, aunque también actuaron en alguna panadería. Los atracadores son también gentes de costumbres fijas. Antes de dar cualquier palo, Dolores entraba en la tienda para rastrear el terreno. Se hacía pasar por una chica interesada en conseguir trabajo y siempre hablaba con la encargada, dejaba su currículo y mareaba la perdiz para hacerse con todos los detalles del local. Luego se lo contaba a Gonzalo para que éste supiera lo que se iba a encontrar. Revólver en mano, el atracador pronunciaba entonces la frase más repetida de la historia de la delincuenca habitual y se llevaba lo que había en la caja. En alguna ocasión, también le acompañó Dolores.

Atracos 'limpios'

Siempre fueron atracos limpios, sin un solo tiro, sin víctimas, sin resistencia, pero con un exiguo botín. Apenas 6.000 euros en total, un millón de las antiguas pesetas: L'Hospitalet no es Alabama. El lunes se acabó la historia de amor en libertad. El grupo de sirlas de la policía -unidad especializada en los delitos de robo con intimidación- les detuvo en la avenida de Severo Ochoa de L'Hospitalet, donde residía él. Se les intervinieron el revólver, la navaja y 50 euros, lo cual da una idea de sus apreturas económicas.

Gonzalo dijo en su declaración ante la policía que todo lo hizo por ella, porque necesitaba dinero, pero desde anoche vuelve a dormir entre rejas por orden judicial.

El hombre tiene antecedentes policiales y penales por participar en un atraco. En abril de 1995 fue detenido por su participación en el asesinato de un camarero en el restaurante Can Caba de Les Corts. Fue aquél un crimen que causó un gran estupor en el barrio porque se hizo en presencia de numerosos clientes, que al final acabaron deteniendo al asesino, Fernando Manuel Lozano. Nieto no disparó, pero llevaba una pistola de fogueo y le acompañaba. Pudo escaparse aquel día, pero la policía le detuvo al poco tiempo. En el juicio se acusaron mutuamente y al final la Audiencia de Barcelona le condenó a tres años y medio de cárcel y a Lozano a 26 años.

Nieto liquidó pronto esa condena, pero siguió atracando. Ahora cumplía 12 años, 11 meses y 5 días por cuatro robos, también a punta de pistola. En julio de 2001 cumplió las tres cuartas partes de la pena, y eso ya le daba derecho a disfrutar de permisos porque, además, era un preso ejemplar en la cárcel; nunca había dado problemas. Ha pasado ya por varios penales y desde febrero de 2001 estaba en Brians, donde surgió el amor.

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