_
_
_
_
Reportaje:

La toma cultural de la Alcazaba

El monumento almeriense acoge recorridos guiados y teatralizados

Marien no se quiere casar, y mucho menos con un candidato a esposo impuesto por sus padres en un matrimonio amañado. Ha decidido defender su concepción de la libertad y la independencia, aunque eso suponga vivir en una permanente renuncia de cara a los demás. Por eso, desde hace tiempo, viste un traje de novia y se pasea por la Alcazaba almeriense actuando como si fuera tonta y dejando que todos crean que ha perdido la razón.

Pero Marien no está loca y tampoco es tonta. Ése es su gran secreto. Marien sólo interpreta un papel que le permite mantener la apuesta por su particular espacio de libertad. 'Si me ven pasear haciéndome la tonta y piensan que estoy loca ningún padre me querrá para su hijo', explica para argumentar su forma de comportarse.

Nadie en la Alcazaba del siglo XI duda que la demencia de la joven. Pero hay otras gentes que sí conocen de su impostura. Son las cientos de personas que cada fin de semana de estío visitan el recinto. Ante ellos Marien se sincera mientras ejerce de cicerone. Es un modo de acortar distancias entre los diez siglos que separan al trasunto de la joven mora y a los visitantes que en las noches de viernes y sábados inician una 'toma' pacífica y cultural del monumento más emblemático de Almería.

Con los cinco sentidos es el nombre con el que, un verano más, la Delegación Provincial de Cultura organiza recorridos nocturnos por la Alcazaba.

La asociación cultural Taray es la encargada de teatralizar las visitas. Y ahí es donde encaja la historia de Marien, el parloteo incesante del comerciante Abul Hassan, siempre dispuesto a vender ungüentos y pócimas mágicas, o las lúcidas disquisiciones del sabio Abdulá, el viejo que, pese a su ceguera, se empeña en escudriñar el cielo desde la parte más alta de la fortaleza con un sencillo telescopio como aliado. Ahí encajan también Fátima, la prima de Marien, que muestra a los visitantes la casa en la vive con su familia dentro del recinto de la Alcazaba, y Nabil, encargado de recibir a los visitantes antes de que inicien el recorrido por el recinto.

Las historias con las que estos y otros personajes reciben al ciudadano del siglo XXI son ficticias. Pero eso es lo de menos. Lo único que importa es la complicidad que se establece entre actores que tratan de rescatar la memoria de siglos atrás y ciudadanos que están dispuestos a dejarse llevar por la fábula que les introduce en la historia de quienes, mucho antes que ellos, poblaron la ciudad en la que hoy viven.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El sonido del agua que resbala por las acequias, el aroma que desprenden los jardines, las vistas que de la ciudad regala el recinto desde su privilegiada ubicación o la complicidad de la luna, siempre dispuesta a iluminar el recorrido de los visitantes, se encargan de aderezar el recorrido.

Las historias inventadas se mezclan con las huellas que en la Alcazaba dejaron Abderramán III y sus descendientes. Y, un verano más, diez siglos después, los almerienses tienen la oportunidad de revivir la herencia que les legaron sus lejanos antepasados.

El siglo XI fue la época de mayor esplendor de Almería. Y la Alcazaba, que desde entonces custodia la ciudad, es fiel testigo de aquella época. Olvidado durante mucho tiempo, el principal monumento de la capital almeriense fue rescatado de un injusto letargo hace ya algunos años. Hoy es escenario de las más diversas actividades culturales y centro de peregrinación para los mismos ciudadanos que, años atrás, no le prestaban mayor atención.

A la revitalización de la fortaleza musulmana han contribuido de modo especial las visitas guiadas que se realizan desde hace casi un lustro todos los fines de semana del verano. Cuando surgió esta iniciativa era dificíl creer que miles de almerienses y turistas respondiesen de modo masivo a la invitación de una visita guiada en la que se entremezclan leyendas, con escenas inventadas y datos históricos. Años después, la respuesta del público sigue siendo igual de entusiasta.

Para participar en alguno de los recorridos guiados que se realizan en la época estival cada fin de semana sólo es preciso reservar la entrada en la taquilla del monumento o en el teléfono 950 27 16 17, unos días antes del viernes o el sábado. La entrada es gratuita y los recorridos empiezan a las nueve de la noche. Cada fin de semana acceden a las visitas guiadas 150 personas divididas en tres grupos que inician la visita con un intervalo entre cada uno de media hora.

Amén de conocer algo más sobre los tres recintos que conforman la fortaleza musulmana y de disfrutar con las interpretaciones de los actores que hacen las veces de guías, los visitantes cuentan con el atractivo añadido de contemplar desde lo alto de la historia petrificada la estampa de una ciudad que se rinde a los pies del Mediterráneo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_