Un adicto a las fiestas
Indudablemente, es mucho más peligroso correr un encierro que viajar en autobús por Israel. Jim Hollander no duda al responder. Y eso que a este periodista y fotógrafo estadounidense le gusta correr riesgos.Trabajó en las guerras de Líbano y el Golfo Pérsico, esta primavera viajó a Kandahar (Afganistán) y se mueve en el espinoso escenario callejero de Palestina. Pero no se ha olvidado de volver a Pamplona por San Fermín. Una cita inexcusable para él desde hace muchas décadas.
Jim Hollander (Nueva York, 1949), es el delegado de la agencia de noticias Reuters en Israel. Y es también un enamorado de las fiestas de Pamplona. 'La primera vez que vine a Pamplona tenía 13 años. Llegué desde Málaga', explica Jim. 'Mi padre era pintor en el Greenwich Village, en Nueva York. Compró un barco y se puso a navegar por el mundo con la familia. En Málaga rehabilitó un viejo castillo y se afincó en Andalucía. Yo era apenas un chaval. Oímos hablar de San Fermín y nos plantamos en esta ciudad. Nos alojamos en Casa Marceliano. Al año siguiente, con catorce años apenas, corrí mi primer encierro', recuerda Hollander.
Con el título de Run to the sun (Carrera hacia el sol) Hollander ha publicado su propio libro fotográfico sobre estas fiestas. Ha tenido que revisar más de 30.000 negativos captados en los últimos 25 años por sus cámaras, y ha incluido algunas imágenes anteriores, de la década de los cincuenta, que ni él mismo recordaba haber tomado.
Jim dejó de correr el encierro un 8 de julio de 1977, cuando se vio atrapado en uno de los peores montones humanos formados en el callejón de la plaza. Al día siguiente había cambiado la calle por el vallado. Y hasta ahora. 'No estoy de acuerdo con quien dice que los sanfermines son cada vez más unas fiestas para extranjeros. No es cierto', señala. 'Tras los dos primeros días, gente de esta tierra recupera su espacio, la calle, y disfruta como nadie porque conoce perfectamente el espíritu original de cada acto. Otros nos aproximamos a ese sentido de las cosas, pero quienes realmente han creado el encierro, las peñas y el jolgorio caótico han sido las gentes de aquí, y todo ello obedece a un sentido de la vida muy social, muy comunitario, que ensalza lo inmediato y permanece inalterable cada año a pesar de las transformaciones sociales'.
Hollander disfruta de San Fermín en compañía de sus hijas Alexandra y Mikella, de 17 y 10 años, y de su esposa, la periodista de The New York Times Rina Castelnuovo, que residen en Jerusalén desde 1987. Hollander comenzó a colocar fotos de San Fermín en los circuitos internacionales de prensa a comienzos de los ochenta. 'Apenas llegaban a Estados Unidos algunas fotos del encierro, procedentes de la agencia Efe. Yo hablé con la agencia UPI, con la que trabajaba, y tras montar un laboratorio en una cava de vino de un amigo, en la calle Estafeta, empecé a enviar imágenes no sólo del encierro, sino de las calles, las corridas de toros y el ambiente'.
Hollander reivindica, con modestia, el título de haber sido el primero en colocar a San Fermín en el circuito fotográfico internacional de prensa. La cofundadora de la agencia Mágnum, Inge Morath, recientemente fallecida, redactó para el libro de Hollander, en agosto de 2001, pocos meses antes de morir, un precioso texto alusivo a unas fiestas que también conoció y disfrutó.
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