Damas de la novela negra
Es cada vez mayor el número de mujeres que escriben novela negra, y en todas ellas se puede ver un interés por las motivaciones de la violencia, más que por la violencia en sí. Nos descubren que no hay nada interesante en el crimen por sí mismo: escriben sobre la gente, sus vidas, sus pensamientos, sus almas, sobre sus actos, incluso cuando estos actos son crímenes. Utilizan la novela negra porque su estructura les permite ordenar en la ficción el desorden del mundo real y decir cosas sobre la sociedad. Más que el asesinato les interesa el mal, que es mucho más intrigante, más inesperado y continuo.
La hora de la verdad, el libro de la reina del crimen británica Phyllis Dorothy James, no es una de sus novelas protagonizada por el detective y poeta Adam Dalgliesh o la detective Cordelia Gray. Es un fragmento de su biografía, el diario de un año, 1997, en el que explora el misterio de su propia vida. A partir del recuerdo de sucesos cotidianos reconstruye las razones que la llevaron a escoger este género literario, su preocupación por mejorar el idioma de sus lectores, el proceso creativo de Sangre inocente y otros aspectos de su dilatada carrera literaria.
Patricia D. Cornwell vuelve a traernos en El último reducto a la doctora forense Kay Scarpetta y enlaza con su anterior novela Identidad desconocida. Scarpetta acaba de sobrevivir a una feroz pesadilla y después de escapar de milagro del peligroso asesino Jean-Baptiste Chandonne empieza a investigar una muerte violenta ocurrida 400 años antes en uno de los primeros asentamientos americanos en Virginia.
Morir por morir, de la escritora más vendida en Rusia Alexandra Marínina, comienza con un asunto aparentemente trivial: un chantajista amenaza a un matrimonio con revelar que su hijo es adoptado. Anastasia Kaménskaya, la detective sedentaria, fumadora empedernida y álter ego de la autora, centra su investigación en un juez, pero un inexplicable fenómeno rodea todo: el rápido aumento de crímenes en un distrito de Moscú. Un libro que se asoma a la Rusia de hoy.
La novela de la estadounidense afincada en Italia Donna Leon Muerte en La Fenice, es la primera novela de la serie protagonizada por el comisario Guido Brunetti. En ella investiga la muerte del famoso director de orquesta Helmut Wellauer, cuyo cadáver es hallado en un camerino del teatro veneciano La Fenice. Y Brunetti queda sorprendido por el número de enemigos que Wellauer ha conseguido en su carrera hacia el éxito.
Hace ya 20 años que la estadounidense Sue Grafton empezó a publicar su Alfabeto del Crimen con A de adulterio y en octubre publicará en Estados Unidos Q is for Quarry. Esta serie, que Grafton comenzó como terapia a un divorcio a los treinta y tantos años (sintió el deseo de acabar con su marido y 'en vez de pasarme la vida en la cárcel, pensé en algo mucho mejor: matarlo en un libro y además recibir dinero por ello'), ha convertido a su protagonista, Kinsey Millhone, en una de las detectives más célebres del género: guapa, divorciada, liberada, atlética, políticamente incorrecta y, sobre todo, impertinentemente curiosa. En A de adulterio la detective Millhone es contratada por Nikki para que averigüe quién mató a su marido ocho años atrás, tiempo durante el cual ella ha estado en la cárcel acusada del crimen. Tras la lectura de estas escritoras no cabe duda de que, en el caso de la novela negra, un género está cambiando el género.
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