Benalmádena
Hace unos días salió publicada en esta sección una carta del alcalde de Benalmádena pretendiendo dar respuesta a un escrito anterior de una vecina del pueblo que relacionaba muy bien todos los despropósitos que el señor Bolín está llevando a cabo en el pueblo. Y cuando no se pueden dar respuestas, como le ocurre al señor Bolín, entonces se cae en la descalificación del contrario, que es lo que el alcalde de Benalmádena hace en su pobre y lamentable escrito.
Hasta hace unos años, Benalmádena era un pueblo con un gran potencial de crecimiento, dado que nuestro término municipal disponía de gran cantidad de suelo sin edificar, algo que en la mayoría de los pueblos vecinos de la Costa del Sol (Torremolinos, Fuengirola, Marbella...) tienen prácticamente agotado debido a que, en su momento, tuvieron unos regidores a imagen y semejanza del señor Bolín, sin un control de los organismos estatales o autonómicos que pusieran freno a tanta especulación urbanística.
Hace unas semanas salió publicada en EPS una fotografía aérea de Benidorm que más parecía la isla de Manhattan. Posiblemente sea éste el modelo de pueblo que quieran el alcalde, sus amigos de las empresas constructoras y algunos hoteleros con escasos escrúpulos, que pretenden tener pan para hoy y hambre para mañana en un desenfreno urbanístico, edificando 10 o 12 nuevos hoteles en zonas de costa, incumpliendo la normativa legal, urbanizaciones en las que los promotores se han comido las zonas verdes y de servicios sin que sepamos a cambio de qué, sin zonas de aparcamientos...
El alcalde de Benalmádena, en la paranoia megalomaníaca que le embarga, está dispuesto, por lo que se ve, a convertir un bonito pueblo mediterráneo con gran atractivo turístico, en otra Benidorm o una Nueva Marbella, y él en el Gil de turno, incluida la correspondiente guardia pretoriana a caballo.
Señor alcalde, déjese de viajes al Nepal o a Disney World, y de otras fantasías infantiles propias de Alicia en el país de las maravillas, ponga los pies en el suelo y dedíquese a gestionar y gobernar, a cumplir el programa por el que la gente le votó que, entre otras cosas incumplidas, era crear 5.000 puestos de trabajo fijos en el pueblo. Pídales a los promotores urbanísticos el suelo que legalmente nos corresponde para zonas verdes y escuelas; promueva ordenanzas que eviten la suciedad de los perros en las calles; mejore la seguridad; aumente, en fin, la calidad de vida de sus convecinos y de los visitantes que nos llegan. Y esto no se hace recalificando terrenos para permitir una explotación donde antes iba un jardín botánico; ni construyendo un edificio de 16 plantas en un entorno de dos, ni queriendo construir un monorraíl que entorpezca aún más la ya limitada circulación de Arroyo y la costa; ni un teleférico ruinoso que tiene que vender precipitadamente a cambio de otros favores urbanísticos...
Los vecinos de Benalmádena queremos para nuestro pueblo un desarrollo racional y sostenido, acorde con el entorno mediterráneo en el que vivimos; sin trenes elevados que pasen sobre nuestras cabezas, que nos quiten la tranquilidad y la intimidad; ni hoteles y edificios de 16 plantas en la playa o en el pueblo que a las cuatro de la tarde quiten el sol, que es a lo que vienen los turistas; ni otros tantos proyectos del cuento de Alicia que satisfacen su ego megalomaníaco y a los vecinos nos producen preocupación..., y vamos a luchar para conseguirlo, téngalo por seguro, señor alcalde. La justicia en este país es lenta y perezosa, pero llega. Pregúntele si no a su admirado Jesús Gil.
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