De las escuelas municipales de música
Cuando escuchamos en boca de muchos responsables políticos lo formativa que es la educación musical, todos estamos de acuerdo y alabamos el interés mostrado por esta área de conocimiento.Hasta hace pocos años, los niños o adultos que querían estudiar música, acercarse a ese maravilloso y mágico mundo, sólo tenían posibilidad de intentar, tras sufrir hasta días de espera, matricularse en los escasos (y a veces nulos) conservatorios de su ciudad. Sólo hay que recordar las interminables colas que rodeaban el conservatorio de la plaza de la Ópera, para poder acceder al entonces llamado Solfeo.
Ahora, transcurridos bastantes años de aquello, las cosas han cambiado. Nuestros hijos, de cinco y siete años, han estado asistiendo semanalmente a las clases de iniciación musical de las escuelas municipales de música Federico Chueca, en el madrileño barrio de Hortaleza, y Nicolás Salmerón, en Chamartín. En ellas han aprendido un amplio repertorio de canciones y juegos musicales, iniciándose en las bases de la música con unos métodos pedagógicos muy adecuados.
Cuál sería nuestra sorpresa cuando, al finalizar el curso, nos enteramos de que no está garantizado que el profesorado continúe el próximo curso. Parece ser que el Ayuntamiento de Madrid subcontrata con empresas privadas la gestión de estas escuelas mediante concurso público. A finales de junio finaliza el contrato con la empresa Real Musical Majadahonda y, por consiguiente, finaliza el contrato del profesorado. El planteamiento del nuevo concurso público no garantiza la continuidad de los profesores. Tan sólo se prevé en el baremo dar una serie de puntos a las empresas concurrentes dependiendo del número de profesores que mantengan, lo cual solamente se puede calificar de denigrante.
Nos preguntamos: ¿qué ocurre en Madrid con la educación musical? ¿Por qué algo que funciona muy bien, como son las escuelas municipales de música, tiene que sufrir estas grandes modificaciones periódicamente? ¿Por qué un profesorado tan valioso tiene que trabajar en condiciones de empleo precario, con una inseguridad e incertidumbre que para algunos de ellos dura ya más de 15 años? ¿Y los alumnos? ¿Algún responsable municipal ha pensado en ellos? ¿Cómo se asegura la continuidad y el seguimiento de su aprendizaje?
Nos parece una enorme injusticia hacia esos grandes profesionales (aprovechamos esta ocasión para felicitarlos por su trabajo), hacia los alumnos de las escuelas, cargados de ilusión y ganas de aprender, y hacia la sociedad misma, confiada en el progreso y acercamiento de la educación musical al mayor número de interesados. En nombre de muchos padres, madres y alumnos, ¡queremos que se garantice la continuidad de los profesores en las escuelas municipales de música!
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