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El metro ganó el 16% de pasajeros durante la semana en que hubo huelga de autobuses

Ferrocarrils de la Generalitat incrementó el número de usuarios en el 34%

En una semana normal el número de usuarios del transporte público en Barcelona y las poblaciones colindantes ronda los 10,5 millones. Pero la semana del 27 de mayo al 2 de junio no fue normal: los autobuses hicieron huelga y los conductores no respetaron los servicios mínimos. El resultado fue una caída de 1,2 millones de pasajeros en el transporte público. Una parte de estos usuarios frustrados optó por el coche privado, otra prefirió aplazar el viaje o hacerlo a pie. El metro incrementó el número de usuarios en el 16,6% y Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) ganó el 34,10% de pasajeros. Los estudios señalan que casi medio millón de personas aplazaron el desplazamiento que tenían previsto.

La huelga de los conductores de autobús tuvo una consecuencia perfectamente apreciable para cualquiera que circule por Barcelona: multiplicó el número de vehículos privados. Los técnicos de las empresas de transporte público saben lo mucho que cuesta convencer a un conductor de que opte por el autobús, el tren o el metro. Y lo poco que cuesta perderlo. Las primeras estimaciones señalan que medio millón de personas se pasaron en esa semana al vehículo privado. Son cálculos hechos por los operadores del transporte colectivo.

El área de Vía Pública del Ayuntamiento de Barcelona asume que estas cifras son correctas, pero mantiene cierta perplejidad. 'Al coche privado, todas no se han ido', afirmó Pere Navarro, comisionado municipal para la Movilidad en la ciudad.

Navarro sostiene que el tráfico aumentó alrededor del 3% durante el primer día de la huelga y siguió creciendo en torno a medio punto diario, pero sin llegar nunca a superar los 45.000 vehículos más. 'Para nosotros es una incógnita saber adónde ha ido a parar ese medio millón de pasajeros'. Las posibilidades son sencillas: o realizaron el desplazamiento a pie o prefirieron aplazarlo.

Los autobuses transportan diariamente unas 700.000 personas, cantidad que quedó reducida a la mitad, con tendencia decreciente, en la semana en la que se celebró la huelga y se respetaron los servicios mínimos. En la segunda semana de huelga, ya sin servicios mínimos, una parte de estos pasajeros pudo optar por el coche privado, sostiene Navarro, 'pero los 45.000 coches de más que hemos registrado no dan para los 300.000 que hubieran utilizado los servicios mínimos', añade.

Una posibilidad es que optaran por no viajar. Esto supondría que se trata de usuarios de movilidad no obligada (no se desplazan ni por trabajo ni por estudios) que pueden aplazar la realización del trayecto, lo que, muy posiblemente, haya influido en el comercio o el ocio.

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La semana del 22 al 26 de abril de este año registró un total de 10.445.930 usuarios del transporte público, sumando los que cogieron el metro (5,7 millones), los que utilizaron los autobuses (3,7 millones) y los que optaron por FGC (0,8 millones). Las cifras que faltan son usuarios de transporte colectivo con menor importancia cuantitativa.

El valor de referencia de esta semana se debe a que es la inmediatamente anterior sin festivos a la de la huelga. Hay una semana intermedia, pero en ella se daba una jornada no laborable (el 1 de mayo).

Estas cifras cayeron espectacularmente entre el 6 y el 10 de mayo, cuando se realizó la huelga, aunque se mantuvieron los servicios mínimos ordenados por el Gobierno catalán. Pese a ello, el número total de desplazamientos pasó de 10,4 millones a 8,9 millones, de los que 1,4 millones fueron usuarios de los servicios mínimos de los autobuses.

A partir de ese momento se inicia un progreso en el número de usuarios del transporte soterrado (metro y FGC).

La semana sin festivos anterior a la segunda huelga (la del 13 al 19 de mayo) el metro había ganado casi un millón de usuarios respecto a una semana similar de un mes antes, pasando de 5,8 millones a 6,7 millones. Durante la semana de huelga el número de usuarios del metro subió hasta 7,9 millones, rozando el máximo posible.

Lo mismo ocurrió con la trama urbana de Ferrocarrils de la Generalitat. En una semana normal transportaba 891.000 personas. La primera semana de huelga pasó a tener 941.000 usuarios y siguió ganando pasajeros hasta llegar a casi 1,3 millones en la semana en la que no se respetaron los servicios mínimos.

Unas ganancias que ni siquiera acumuladas explican adónde no fueron los 1,2 millones de pasajeros que faltan.

Encontrarlos no es tarea baladí, porque de la comprensión de estos movimientos depende, en parte, una mejor planificación del transporte público colectivo y también del tráfico privado.

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