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Cantábrico dijo adiós a la Bolsa

Ha cesado de cotizar como paso previo al plan de expansión de sus nuevos grupos de control

Hidroeléctrica del Cantábrico dejó de cotizar el miércoles. Era un compromiso pactado en diciembre por los nuevos grupos accionariales -la portugesa EDP y la alemana EnBW, controlada a su vez por la francesa EDF- para asumir el control absoluto de la compañía y emprender la expansión de la misma. Las dos multinacionales han ratificado al presidente de Cajastur, Manuel Menéndez, al frente de Cantábrico, y han recuperado la figura de consejero delegado. El empeño de Iberdrola por restablecer la alianza con EDP sigue pesando sobre el futuro de la eléctrica asturiana, al igual que el propósito de EDF de seguir creciendo por sí misma en España.

Los tres accionistas de referencia se han comprometido a inyectar 1.000 millones de euros en la expansión de la eléctrica

La cuarta eléctrica española, que cuenta con el 7% del mercado, acaba de emprender una nueva etapa en su casi centenaria historia. Y lo hace fuera del mercado bursátil, con una estructura accionarial insólita en el mapa español de la energía -en su seno conviven dos grupos multinacionales: la portuguesa EDP y la francesa EDF, ésta a través de su participada alemana EnBW, junto con Cajastur como socio local- y con una fuerte vocación de crecimiento y de rentabilidad. Este año prevé obtener un beneficio neto de 104 millones de euros, superior en un 40% al del pasado ejercicio. Los tres accionistas de referencia suscribieron el 4 de diciembre un pacto para el gobierno compartido de la compañía por el que se comprometieron a inyectar 1.000 millones de euros en los próximos años en la eléctrica asturiana para acometer inversiones que permitan su expansión en generación, distribución y comercialización. Cantábrico no volverá a cotizar en Bolsa al menos antes del 1 de enero de 2005, según loscompromisos contraídos por EDP, EnBW y Cajastur.

Fuerte desembolso

El fuerte desembolso realizado en 2001 por los nuevos accionistas para la toma de control de la compañía al cabo de cinco OPAS competitivas -el valor de Cantábrico se encaramó hasta los 3.006 millones de euros, a razón de 26,57 euros por acción de valor medio entre lo pagado por EnBW y EDP- constituye ahora una imperiosa exigencia de búsqueda de rentabilidad para recuperar lo invertido. Y ello pasará por ganar en tamaño, ampliar capacidad de producción y extender su penetración en el mercado. Todas las energías se volcarán ahora en ese empeño.

Con ese fin la junta general de accionistas decidió el mes pasado como primera medida suspender el reparto de dividendos. Se pretende con ello dotar de mayor músculo financiero a la compañía para acometer el plan estratégico diseñado, aun cuando en ese momento la decisión atendía también a otra finalidad colateral: disuadir por la vía de los hechos a los escasos accionistas minoritarios que aún permanecían en la sociedad -mantenían entonces en su poder el 3,65% de la compañía- y favorecer así que acudiesen a la entonces inminente OPA de exclusión que ahora acaba de concluir. Los grupos de control de la compañía han adquirido a estos accionistas sus títulos a razón de 27,3 euros, que fue el precio mayor de los pagados en las OPA de 2001. Con ello, EDF, EnBW y Cajastur totalizan el control sobre el 99% de la sociedad.

Para la nueva etapa que ahora arranca EDP y EnBW han pactado la continuidad como presidente de la compañía de Manuel Menéndez, presidente de Cajastur. La caja asturiana, siendo el menor de los accionistas, se ha convertido en elemento básico de equilibrio entre accionistas y en el referente local. Los tres grupos han pactado también recuperar la figura del consejero delegado, que había sido suprimida en el staff de la empresa a resultas de las enconadas tensiones societarias vividas por la empresa mientras permaneció sometida a la fuerte pugna interna y externa por su control que se produjo entre marzo de 2000 y diciembre de 2001. La continuidad de Menéndez y la incorporación como consejero delegado de Joaquín Coronado, procedente del grupo Abengoa, constituyen dos de las primeras decisiones adoptadas por consenso entre los socios tras el complejo y arduo pacto de gobierno compartido alcanzado entre ellos al cabo de varios meses de negociación.

En virtud de dicho protocolo, hubo un intercambio de posiciones accionariales por el que la alemana Energie Baden Wurtenberg (EnWB), participada por Electricité de France (EDF), y cuya OPA había logrado dos tercios del capital de Cantábrico, cedió el liderazgo a Electricidade de Portugal (EDP), que se había hecho fuerte, en alianza con Cajastur, en el 'blindaje' que existía en los estatutos de la eléctrica asturiana. De acuerdo con el pacto suscrito, EDP ha pasado a tener el 40% y 5 consejeros; EnWB, el 35% y 4 vocales en el consejo; y tres consejeros Cajastur, en representación tanto de su propia participación (16,75%) como de la de Caser, titular del 8,3%.

Compromiso de permanencia

Los tres socios se han comprometido a no abandonar la compañía antes de enero de 2005 y han contraído un pacto prolijo de lealtad recíproca. En caso de conflicto se reconoce a la portuguesa EDP la capacidad última de resolución. El pacto prevé la ruptura y en ese caso la salida de EnBW, con cuyo fin la compañía alemana tiene reconocido por la portuguesa un put (opción de venta) de su paquete accionarial a precio convenido. Menéndez aseguró el mes pasado que el casi medio año transcurrido desde la firma del pacto de gobernabilidad de la compañía ha demostrado, aún más si cabe, su eficacia y viabilidad, no obstante su compleja arquitectura.

Cantábrico tiene ya en construcción una central de ciclo combinado en Navarra y prevé otra en Asturias. Tampoco descarta hacer lo propio en Madrid, donde acaba de suscribir un pacto con el Canal de Isabel II para compartir al 50% una sociedad con el fin de fortalecer su implantación en esta comunidad en el ámbito del gas y la electricidad.

El despecho portugués de Iberdrola

La mayor incertidumbre que pesa sobre la estabilidad de Cantábrico es la recurrente versión que atribuye a Iberdrola nuevos afanes de fusión con EDP, con la que desde 1998 y hasta enero de 2001 mantuvo una alianza que incluía el intercambio de acciones y consejeros. EDP dio por roto este acuerdo a raíz del intento de fusión pactado por Iberdrola con Endesa. Desde entonces, EDP retiró su vocal del consejo de Ibedrola y sustituyó al representante de la compañía vasca en su consejo de administración mientras suscribía una alianza con Cajastur para controlar Cantábrico. Pero Iberdrola nunca ha renunciado a su pacto con EDP, no ha vendido su participación del 4% en la portuguesa y reclama su puesto en el consejo. EDP sostiene, por activa y por pasiva, que la relación con Iberdrola ya no existe y que el futuro de EDP en España pasa sólo por Cantábrico. Pero EDP tiene aún pendiente de privatizar el 25% de su capital. EDP e Iberdrola son socios, además, en la petrolera portuguesa Galp, que ahora se dispone a expansionarse en España.

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