_
_
_
_
Entrevista:MEL GIBSON | Actor

'La película no quiere glorificar la guerra'

La calvicie se ha cobrado una nueva víctima en Hollywood, a juzgar por la frente despejada que exhibe Mel Gibson, el mismo que hace más de 20 años se convirtió en el héroe de la pantalla gracias a Mad Max, su debut cinematográfico. Claro que la calva no es tanto el fruto de sus 46 años como de su nuevo rodaje, The singing detective, para el que ha querido afeitarse la cabeza, uno más de los cambios que desea para su futuro, como muestra este proyecto independiente, junto a su amigo Robert Downey Jr. y producido por su propia compañía, Icon Pictures, donde tan sólo tiene un papel secundario. Nada que ver con su nuevo estreno, Cuando éramos soldados, una nueva mirada al género bélico. Antes ha tratado conflictos tan variados como la Primera Guerra Mundial en Gallipoli, la de Vietnam en Air America, la de la independencia americana en El patriota y la liderada en Escocia por William Wallace en Braveheart, la misma que le dio el Oscar a la mejor dirección. Una constante fascinación por la guerra que este católico casado y con siete hijos no esconde pero que no está reñida con sus anhelados cambios en el ritmo de trabajo. 'Lo estoy intentando desde hace un año', asegura. 'Se trata de algo muy interesante y, en muchos sentidos, liberador porque ya estoy harto de verme en el cine. Ya no siento la misma atracción que solía tener y, de algún modo, me parece mucho menos importante, así que durante una temporada quiero ocupar el asiento de atrás. Pasar más tiempo detrás de las cámaras, donde disfruto mucho más'.

El coronel que interpreto dice: 'Debes odiar la guerra, pero amar al guerrero'
Más información
Mitad fraile, mitad soldado

Pregunta. Mientras ese cambio llega a la pantallas, el público le verá en un papel más típico de su filmografía con el estreno de Cuando éramos soldados.

Respuesta. Mucha gente se pregunta por qué he hecho tantos filmes de guerra y supongo que existe una fascinación por ese tema que, para mí, se trata del comportamiento humano en situaciones como ésas, en el infierno de una batalla. En esos momentos lo único que te queda es la naturaleza humana, y los resultados pueden ser extraordinarios. De un lado, tienes a un hombre civilizado, alguien de la calle, capaz de demostrar lo más bajo de nuestra naturaleza, a un nivel casi animal, y junto a él puedes tener lo divino, el sacrificio desinteresado, alguien dispuesto a dar su vida si hace falta. Nunca he estado en la guerra, nunca he servido en el ejército y quizá por eso no logro comprenderlo del todo.

P. De hecho, se dijo que su padre trasladó a toda la familia a Australia para evitar que sus hijos fueran a la guerra de Vietnam, la misma que ahora recrea con tanto heroísmo.

R. Eso no es del todo cierto. Creo que lo solté en una entrevista pero lo cierto es que si la guerra hubiera continuado, también nos podrían haber reclutado en Australia. Como mucho hubiera contado con un año más de civil. De hecho, mi padre fue un veterano de la Segunda Guerra Mundial, aunque como cualquier persona en su sano juicio que ha salido del infierno no deseaba volver y no quería ver a sus hijos ir a la guerra. Yo tampoco. Ninguna generación desea algo así.

P. Sin embargo, el conflicto con Afganistán ha reavivado el espíritu bélico en Estados Unidos, y especialmente en Hollywood.

R. Lo curioso es que la mayor parte de los filmes bélicos que se están estrenando ahora se acabaron de rodar el pasado julio, así que no se trata de buscar un mercado en esta nueva ola de patriotismo. Además, nuestra película no quiere glorificar la guerra sino mandar un mensaje conciliador y recordar a unos héroes que hasta ahora han sido tratados con mucho cinismo en Hollywood. Es cierto que en Vietnam hubo drogas, masacres y otras atrocidades lamentables pero eso fue la excepción, no la regla. Ése era nuestro propósito y mientras rodábamos nadie podía ni imaginar el sinsentido que tendría lugar en Nueva York el 11 de septiembre.

P. ¿Cómo se preparó para esta vuelta a las trincheras?

R. Hicimos un campamento militar pero nada como el de verdad, donde te tienen sin comer ni dormir, machacado todo el tiempo. Aquí comíamos tres veces al día y dormíamos tanto como queríamos aunque había que levantarse temprano y correr cerca de 10 kilómetros diarios, con ejercicios y obstáculos en el camino. Fueron dos semanas en lugar de los 75 días de entrenamiento militar pero yo no estaba nada en forma y estuve arrastrando mi culo de cuarentón como pude, siempre el último en todas las pruebas. Incluso un entrenamiento de Hollywood para debiluchos fue mucho para esta estrella en tan baja forma como yo.

P. Se rodeó de un ejército de actores muy jóvenes.

R. Jóvenes y buenos porque gente como Chris Klein o Barry Pepper son de lo mejor y además, humildes, una buena cualidad para cualquiera pero en especial para un actor al que le sería fácil dejarse llevar por los halagos. Espero que la fama que les espera no los malcríe, aunque todo es posible.

P. ¿Cuáles son sus películas de guerra favoritas?

R. Es una pregunta con difícil respuesta porque se han hecho muchas grandes películas de guerra. Me gustan las antiguas con John Wayne. También me gusta mucho El cazador y Senderos de gloria. Fantástica. Como todas las grandes películas de guerra, está en contra de la guerra, porque, como dice el coronel Hal Moore en Cuando éramos soldados, debes 'odiar la guerra, pero amar al guerrero'. De las mías, sería Braveheart, pero sólo porque trabajé muy duro.

El actor australiano Mel Gibson.
El actor australiano Mel Gibson.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_