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GESTIÓN Y FORMACIÓN

La segunda vida de la teleformación

Las empresas invierten el 2,8% de su presupuesto de formación en proyectos de Internet

Amaya Iríbar

La gran mayoría de las grandes empresas españolas ya utiliza Internet para dar formación a sus empleados. La Red, sin embargo, no es la gran autopista que se dibujaba hace un par de años, sino más bien una vía estrecha por la que transita una parte mínima de la formación. Del total del presupuesto que las compañías destinan a formación, sólo el 2,8% se va en este tipo de cursos, un porcentaje que crece ligeramente con respecto al año anterior. Hay cambios más radicales: las empresas cada vez presciden de plataformas propias y prefieren el alquiler.

El 78% de las empresas españolas ha puesto en marcha algún proyecto de 'e-learning', porcentaje que crece entre las grandes
Éste es el año de las compañías medianas y pequeñas, que han empezado a ensayar este tipo de proyectos

La revolución tecnológica provocada por Internet ha modificado la forma de trabajar de las empresas, cómo se relacionan éstas con sus clientes y, también, cómo forman a sus empleados. Hace un par de años los expertos prometían un futuro radiante en el que los trabajadores se reciclarían frente al ordenador, con el consiguiente ahorro de costes.

La realidad se ha frenado, en parte por la situación económica y en parte por las propias limitaciones que ha sufrido el desarrollo de esta vía de formación. Pero sigue avanzando de forma constante.

La gran mayoría de las compañías españolas ya han hecho sus pinitos en la materia: el 78% ha puesto en marcha algún proyecto específico de teleformación, según el seguimiento continuo que desde el año 2000 y sobre esta cuestión hace la consultora especializada en formación Doxa sobre 60 compañías.

Explosión controlada

Las empresas españolas destinan el 2,8% de su presupuesto total de formación -272 euros por empleado y año en 2002, 8 euros más que en 2001- a la llamada teleformación, siempre según el análisis de Doxa, en el que participan grandes empresas españolas como BBVA, SCH e Iberia, y filiales españolas de multinacionales como 3M y Hewlett-Packard. Esto supone un incremento del 0,8% con respecto al año pasado. 'No es la explosión que todos esperábamos, pero las inversiones siguen creciendo', subraya el consejero delegado de Doxa, Ignacio Baratech.

A tenor de los datos de la consultora, esta batalla tecnológica va por barrios y tamaños. Los sectores con un desarrollo tecnológico más avanzado -como telecomunicaciones o banca- fueron los primeros en incorporarse al fenómeno. Las compañías más grandes de esta avanzadilla son las que han invertido cantidades más importantes y puesto en marcha proyectos más ambiciosos, no siempre con buenos resultados, precisa un consultor especializado en formación.

La razón es sencilla. Los proyectos de formación a través de Internet exigen fuertes inversiones iniciales, que son más fáciles de amortizar cuantos más empleados las utilicen. Un ejemplo de esto es Formavía.net, el campus virtual del SCH por el que ya han pasado más de 20.000 empleados. Prácticamente todas las entidades financieras han seguido la misma dirección, de tal forma que entre un 20% y un 30% de los cursos que obligan a seguir a sus empleados se hacen ya a través de la Red.

En Caja Madrid, empezaron en diciembre y ya tienen a sus 12.500 empleados con un plan personalizado que mezcla formación presencial y a través de Internet. El director de Formación, Carlos González, que ha realizado los 50 cursos que los empleados tienen a su disposición, subraya que la clave está en ligar estos planes con las políticas de recursos humanos. Caja Madrid ha preferido desarrollar su plataforma propia y dotarse de una red de comunicación que garantice la máxima rapidez (líneas ADSL).

La tendencia, sin embargo, parece la contraria. Muchas empresas a alquilar la plataforma tecnológica -ASP en la jerga del sector- en lugar de esforzarse por dotarse de una propia. Si en 2001 sólo el 14% de las empresas españolas optaban por esta solución, hoy ya son el 43%.

El tamaño de la empresa, que hasta ahora resultaba fundamental para enfrentarse a este tipo de proyectos, ha perdido peso. Este es el año de las compañías de menor tamaño, que han hecho una apuesta clara por sumarse al carro de la formación online. Si menos de la mitad de las empresas con menos de 2.000 trabajadores había probado algún curso a través de Internet para sus empleados el año pasado, hoy alcanzan el 94% entre las tecnológicas y el 58% entre las menos familiarizadas con la técnica. De hecho una de las conclusiones de la jornada de teleformación en las empresas organizadas recientemente por Santillana Formación y el diario Cinco Días, ambas participadas por el Grupo PRISA, fue la validez de este tipo de herramientas para empresas medianas y pequeñas.

Además de un crecimiento sostenido, la teleformación está viviendo una mutación, en parte porque las empresas ya han empezado a sacar conclusiones de sus primeros tropiezos. 'Estamos viviendo la resaca de la primera oleada del elearning', explica Joaquín Uribarri, responsable de la filial que el Instituto de Empresa ha creado para vender sus programas de formación online. Según esta teoría, que comparten otros consultados, las empresas han aprendido que Internet no sirve para todo y que hay que buscar un equilibrio entre este canal de formación y los tradicionales.

Los contenidos ganan peso

De la misma forma han tomado conciencia de que los contenidos son tan importantes como la propia tecnología. Hay que enganchar al alumno -las deserciones en Internet son aún más fáciles que en persona-, motivarle, desarrollar metodologías adaptadas a la Red. Ya no basta con colgar cursos y 'es muy importante segmentar muy bien las materias, que el alumno sepa que tiene un plazo para cada actividad', señala Uribarri, para quien 'el mayor error es pensar que los materiales de autoestudio tienen efecto automático'.

Los contenidos aburridos o poco adaptados a las necesidades de los empleados han sido una de las barreras que ha entorpecido el avance de la teleformación, que sigue limitándose en la mayoría de los casos a cursos de informática, idiomas u ofimática (procesador de textos, hoja de cálculo, etcétera).

Habría que añadir la resistencia a cualquier cambio y el propio desarrollo tecnológico, coinciden los consultados. Y no sólo porque las infraestructuras han complicado la implantación eficaz de estas herramientas, sino también porque pocos españoles estaban familiarizados con Internet. Hoy ya son más de siete millones los que navegan por la Red.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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