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Reportaje:

Un castillo para un pueblo

Alaquàs inicia la expropiación forzosa del palacio de las Cuatro Torres para hacerlo centro cultural y evitar su deterioro

El escritor hindú Rabindranaz Tagore contaba en Las piedras hambrientas que a causa de una maldición las paredes de un viejo palacio de Barich se comían a los hombres que entraban en él. Los muros del castillo de las Cuatro Torres de Alaquàs, del siglo XVI, no se engullen a nadie pero tienen hambre de sosiego: Aquí son las personas quienes se tragan las piedras. El castillo de Alaquàs, declarado monumento histórico nacional en 1918, es una joya de palacio señorial fortificado. Su tipología es la de una mansión renacentista aislada, pero tiene abundantes elementos góticos que le dan una belleza singular.

Sin embargo, en los últimos años se han introducido elementos arquitectónicos ajenos al estilo original. Una serie de actuaciones inadecuadas realizadas sin rigor histórico por el propietario, Luis Lassala, han empobrecido algunas partes del palacio, según constata un informe del arquitecto Vicent García, autor del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Centro Histórico de Alaquàs. Y lo más grave es que algunas intervenciones se han hecho sin autorización de la Dirección General de Patrimonio y sin licencia municipal.

Al menos cuatro actuaciones se han acometido sin que el Ayuntamiento tuviera constancia. Se trata de unas obras de consolidación en la torre recayente a la plaza de L'Església, la construcción de unos aseos junto a la torre suroeste, la partición de la sala del antiguo comedor con unos tabiques que alteran la percepción de la gran chimenea del salón, y la cubrición del patio central gótico con un toldo. También se ha eliminado el pavimento cerámico del claustro de la primera planta, sustituyéndose por cemento.

Algunas de estas transformaciones se han hecho para poder celebrar banquetes de boda, actividad que fue paralizada en 1997 por el alcalde socialista, Jorge Alarte, y que ratificó una sentencia judicial el año pasado. Todo esto se suma a los continuos requerimientos que desde 1996 viene realizando la Generalitat al dueño del castillo para que redacte un Plan Director del Monumento.

Ahora, el Ayuntamiento, con la ley en la mano, ha dado un paso decisivo para convertir el palacio en un centro cultural y educativo y evitar su deterioro. El pasado 13 de junio el pleno aprobó el expediente de expropiación forzosa del castillo para obligar al propietario a negociar, ya que tras año y medio de conversaciones no se ha llegado a ningún acuerdo. El consistorio fija el precio del castillo en 1,2 millones de euros y el dueño en tres millones. Mientras se dilucida su valor, el Ayuntamiento ha solicitado a la Generalitat la 'ocupación urgente' del monumento para poder hacer uso inmediato de él. Según el alcalde, 'el objetivo es recuperar el castillo para el pueblo'.

La familia Lassala, sin embargo, considera injusta la medida y afirma que ha hecho bastantes obras que han evitado un mayor deterioro del palacio. Las armas que esgrime el Ayuntamiento son la Ley de Expropiación Forzosa y la Ley de Patrimonio Artístico Valenciano de 1998, la cual establece que en los municipios donde existan edificios de interés cultural, los ayuntamientos podrán redactar un plan especial para su protección. Y Alaquàs lo ha hecho. El castillo está catalogado como 'edificio de dotación cultural y educativa de propiedad pública'. Si finalmente el castillo es expropiado, el Ayuntamiento redactará un Plan Director y un programa de inversiones para su mantenimiento y revitalización.

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