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Columna
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El gordo y el flaco

¿Para quién fue un éxito y para quién un fracaso? Depende como se mire y tiene poco que ver con las mentiras numéricas de unos y de otros. La huelga del jueves pasado fue un éxito en la industria, el transporte y la construcción, sectores todos muy representativos de la sociedad industrial. No tuvo tanto éxito o hasta fue un fracaso para la sociedad de servicios. Dos tipos de sociedad, por tanto, estaban contrapuestas en la jornada de huelga.

Ya se sabe que la sociedad industrial se caracteriza porque la persona estándar es el trabajador, que se relaciona principalmente con la producción y con la fábrica, predominan más los hombres que las mujeres y tienen actualmente una media de edad superior al resto de la sociedad. Muy al contrario, la persona tipo en la sociedad de servicios es el profesional, su actividad se orienta a la relación con otras personas, hay una proporción mayor de mujeres y de jóvenes que, en general, tienen más años de estudios. Según parece, estos dos mundos, dos tipos muy diferentes de sociedad, participaron en número muy distinto en la huelga general.

Algunos indicadores de éxito que se emplean en las huelgas son muy típicos de la sociedad industrial, como por ejemplo el gasto de energía eléctrica y el consumo de agua. Hace ya años, el éxito de un programa de televisión, algo propio de la nueva sociedad de la comunicación, se medía por el aumento de gasto de agua en los depósitos municipales de la ciudad en los momentos de publicidad y descanso del programa. Por el contrario, el éxito de la huelga se intenta medir por el descenso del gasto de energía y de agua durante el transcurso de la protesta social.

Los indicadores de actividad en la sociedad de servicios son otros. Por ejemplo, el número de personas con las que conectamos a lo largo del día, la cantidad de tiempo que empleamos en hablar de política, la utilización de teléfonos y otros medios de comunicación personal, así como la cantidad de información que consumimos. Si repasamos lo que hicimos muchos de nosotros durante todo el jueves pasado, seguramente llegaremos a la conclusión de que fue mucho de todo esto, probablemente más que en cualquier otro día normal.

Mientras que en Estados Unidos, una sociedad de servicios que está llegando al absurdo, se intenta cobrar dos billetes de avión a los que están más obesos porque también ocupan dos sitios, por aquí pretendemos quitarle espacio y prestaciones a los que están más delgados, al menos desde el punto de vista social. Nuestra huelga fue casi bíblica, porque es ella la que dice que a los que tienen, se les dará y tendrán más, pero a los que no tienen, lo poco que tienen les será quitado. El mundo industrial y también el rural tienen cada día menos, mientras que la sociedad de servicios pretende abarcarlo todo.

El gobierno, la oposición y los sindicatos no acaban de tener claro cómo se organiza un país en el que coexisten varias sociedades al mismo tiempo y con historias muy distintas. Es fácil adelgazar a unos a costa de otros o movilizarlos para que enfrenten entre sí. Lo difícil es conseguir que el gordo y el flaco, ya sean rurales, industriales o serviciales, convivan pacíficamente como una pareja de hecho.

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