'Si la condición para negociar es retirar el decreto, tendríamos que decir que no'
Pregunta. La encuesta del CIS refleja que el 51% de la población está a favor de la huelga y que el 54% ve motivos suficientes para hacerla. ¿Qué responsabilidad tiene el Gobierno en esta respuesta?
Respuesta. Hay un descenso notable de esa actitud favorable cuando la pregunta es personal, y ya sé que el Gobierno tiene parte de responsabilidad de todo lo que ocurre en España.
P. Con la pregunta directa, el 34% respondió que secundaría la huelga. ¿Con qué participación vería usted una señal al Gobierno de que debe cambiar su política?
R. Yo no voy a entrar en ninguna guerra de cifras. Si se quiere testar la legitimidad del Gobierno, nada como un proceso electoral. Las movilizaciones son respetables, pueden ser indicadores de un mejor o peor estado de ánimo en la sociedad, pero no hay que atribuirles más valor del que tienen.
'Si se quiere testar la legitimidad de un Gobierno, nada como un proceso electoral'
'Lo lamentable es que se haga una huelga por el simple hecho de ser un Gobierno del PP'
P. No pretendía hablar de guerra de cifras sino saber el alcance que se puede dar al mensaje que ha transmitido hoy [por ayer] el presidente Aznar a su partido, sobre una política de mano tendida con los sindicatos tras la huelga.
R. Tal vez sea bueno recordar que en ningún momento hemos sido nosotros los que nos hemos levantado de la mesa de negociación. La semana pasada hubo dos votaciones en el Congreso. La primera se limitaba a reproducir la posición de los sindicatos pidiendo la retirada del decreto-ley; la segunda pedía un margen de confianza para poder mejorar el texto en su trámite parlamentario. La retirada no tuvo más apoyos que los de quienes se dedicaron a mimetizar una posición sin alternativa.
P. Usted ha dicho que está dispuesto a negociar si le presentan alternativas, pero la de los sindicatos rechaza los recortes.
R. No hay ningún recorte.
P. Pues no sólo los sindicatos y la oposición los ven. Incluso CiU y CC han criticado esta reforma ahora, con superávit en el Inem.
R. Primero, no hay recortes. Segundo, no creo que el momento para hacer las reformas sea bajo la situación de emergencia financiera. Aquello ocurrió en 1992. Espero que no se nos autorice a los políticos a llegar a situaciones de emergencia que luego justifiquen auténticos recortes. Niego que haya recortes pero, sobre todo, no me gustaría que la discusión se haga, como en 1992, en un auténtico ¡sálvese quien pueda!
P. ¿Significa este aviso que no puede cambiar la reforma laboral que recoge el decreto?
R. La política laboral del Gobierno, hasta la fecha, siempre ha sido dialogada. Y una de las cosas que se omiten son las redacciones de la reforma que estaban sobre la mesa el día antes a la convocatoria de huelga.
P. ¿Les sorprendió?
R. La convocatoria de huelga general fue previa a la aprobación del decreto y me sorprendió que se tomara una decisión de ese calado sin conocer el texto que iba a aprobar el Gobierno.
P. La convocatoria fue el 23 de mayo. Si el Gobierno no hubiera publicado el decreto al día 24 y si el presidente Aznar no lo hubiera aderezado con declaraciones que los sindicatos vieron explosivas, ¿cree que la situación sería tan favorable a la huelga como parece?
P. Yo no sé lo que se entiende por un clima favorable a la huelga. No creo que la sociedad española esté pidiendo un conflicto cuando hay una expectativa clara de recuperación económica. Cada uno tiene su responsabilidad. Y las huelgas generales habrá que administrarlas sin apasionamiento y sin que sean tan determinantes las cuestiones de forma.
P. De esa responsabilidad a repartir, ¿cuánta asume usted?
R. Francamente poca porque he seguido los mismos pasos que en ocasiones anteriores, es decir, explicar a los agentes sociales cuáles eran nuestros objetivos y cuáles eran nuestras propuestas. Con ese método se han cerrado 12 acuerdos en esta legislatura y otros muchos en la anterior de los que me siento partícipe.
P. Con ese análisis, ¿en qué podría cambiar el decreto el día 21, si es que puede cambiar en algo?
R. Lo ha dicho el presidente mejor de lo que lo puedo decir yo. Nuestra actitud sigue siendo la misma: seguimos entendiendo que el consenso es un excelente método, pero no es un fin en sí mismo porque puede llegar a utilizarse como herramienta de bloqueo, lo cual no es bueno para la sociedad. No puede sacrificarse todo a una cuestión de formas: porque no haya consenso social no puede desaparecer la iniciativa del Gobierno, que tiene un compromiso ante sus electores.
P. ¿Piensa o no negociar con los sindicatos a partir del día 21?
R. Si la condición para negociar es una de imposible cumplimiento como es la retirada íntegra de un documento que en este momento está validado y legitimado por el Parlamento, tendríamos que decir que no, porque ya no estaríamos ante una decisión siquiera de Gobierno, sino de una que afecta al Parlamento. Allí, una amplia mayoría ha entendido que es un documento sobre el que se puede trabajar y que es directamente válido, y todavía es para más grupos parlamentarios una buena base de trabajo. Espero que los agentes sociales no estén pidiendo que renunciemos a la iniciativa legislativa atribuida por la Constitución.
P. Bien, retirarlo no, ¿pero cuánto se puede reformar en el trámite parlamentario?
R. Desde el 11 de abril llevamos diciendo que todos y cada uno de los puntos presentados eran objeto de diálogo social. Y si eran objeto de diálogo social, pueden serlo de diálogo político. Otra cosa es que se planteen ambos diálogos como excluyentes.
P. El problema es que esa estrategia de mano tendida se compadece mal con algunas declaraciones del presidente del Gobierno. Por ejemplo, cuando dijo que quería ganar este partido.
R. El único partido que quiera ganar es el del pleno empleo.
P. Todo el mundo interpretó que quería ganar el de la huelga.
R. Quizás porque en el pasado sí hubo quien afirmó con rotundidad que quien le echaba un pulso, lo perdía. Y no fue José María Aznar. Quien ha jugado con él a algún deporte sí que debe saber que le gusta hacer bien las cosas.
P. Y supongo que me dirá que el Gobierno tampoco ha dicho nunca que quiere sacar a los parados de la indolencia.
R. Lo que yo dije es que lo peor que puede suceder es que haya indolencia, sobre todo por parte de los dirigentes con responsabilidad política. Hablaba de Andalucía y dije que lo peor era dejar a Andalucía sumida en la indolencia por no realizar cambios necesarios.
P. ¿Imaginaba usted que iba a ser el ministro de Trabajo del Partido Popular que afrontaría la primera huelga general?
R. No, pero nunca descarté que se hiciese una huelga a un Gobierno del PP. Lo lamentable es que la hagan por el simple hecho de ser un Gobierno del PP.
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