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'En los años 30 Europa ya vinculó inmigración a inseguridad y fue nefasto'

Miquel Noguer

Khedjidja Boucart es la adjunta al alcalde de París en cuestiones de inmigración desde la llegada de la izquierda al gobierno de la capital francesa, el año pasado. Desde su departamento de nueva creación, Boucart -militante de Los Verdes- intenta que los recién llegados a la ciudad se sientan tan parisienses como los autóctonos, algo que considera indispensable para evitar conflictos en una aglomeración urbana con 310.000 extranjeros no europeos, que representan el 15% de su población. Esta política de origen argelino participó la semana pasada en unas jornadas sobre inmigración en Barcelona.

Pregunta. París ha sido desde los años sesenta el paradigma de la integración de los inmigrantes en la sociedad de acogida sin que ello haya impedido la formación de auténticos guetos. ¿Cómo se compaginan ambas cosas?

Respuesta. Existe el convencimiento de que la ciudad tiene el deber de acoger a los recién llegados vengan de donde vengan y sean o no franceses. Es cierto que tenemos barrios donde sólo viven magrebíes, chinos o subsaharianos, pero no por ello sus habitantes son menos franceses.

P. Barcelona y otras ciudades españolas ven como el fenómeno de la inmigración, todavía muy nuevo, está cambiando muchos barrios. ¿Es inevitable la concentración de inmigrantes en una única zona de la ciudad?

R. Creo que sí, ya que la gente se une con lazos de solidaridad étnica y a medida que van llegando se instalan en un mismo barrio. Quieren sentirse juntos, pero no por ello se acaban formando guetos. Los inmigrantes abren sus comunidades a medida que observan señales de aceptación por parte de la sociedad de acogida.

P. ¿Y este proceso se puede acelerar de alguna manera?

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R. En París, por ejemplo, hemos creado un consejo de los ciudadanos parisienses extracomunitarios. Es su foro de debate y de integración, que nos sirve para recalcar que los recién llegados pueden ser de origen extranjero, pero no por ello menos parisienses que cualquier otro ciudadano.

P. La Asamblea francesa ha aprobado una ley de vivienda que obliga a construir pisos protegidos en todos los barrios de las ciudades. ¿Permitirá ello evitar la formación de guetos?

R. Esta ley no sólo intenta evitar concentraciones de inmigrantes extranjeros en una sola zona, sino que pretende evitar que una única ciudad o barrio tenga que acoger toda la miseria social, sea o no autóctona. Todas las ciudades están obligadas a construir vivienda protegida en distintas zonas.

P. ¿Y lo están cumpliendo?

R. Algunas ciudades no, ya que sus alcaldes prefieren pagar multas a construir vivienda social. Es un problema de falta de solidaridad. Pero a largo plazo la ley permitirá repartir mejor la miseria, aunque los barrios tradicionalmente obreros seguirán teniendo una alta concentración de inmigrantes.

P. ¿Es inevitable, después de los éxitos de Le Pen, que la derecha radicalice su mensaje sobre la inmigración y la culpe de la inseguridad?

R. La derecha francesa también ha utilizado este mensaje en sus últimas campañas electorales y ha acabado beneficiando a los radicales del Frente Nacional. Ahora puede ocurrir lo mismo en otros lugares de Europa y es que mucha gente no recuerda que esto no es nuevo. En los años treinta algunos políticos europeos ya vincularon inmigración con inseguridad; el resultado fue nefasto, no lo olvidemos.

P. Tras 130 años de hegemonía de la derecha, París tiene un alcalde socialista, Bertrand Delanoë, aupado con los votos de su partido, Los Verdes. ¿Esto tendrá repercusiones en la política de inmigración de la ciudad?

R. Indudablemente. Los sucesivos gobiernos de derechas nunca han prestado atención a este fenómeno. Ni Jacques Chirac, que estuvo al frente de la alcaldía durante 18 años, hizo ningún tipo de plan específico para la integración de los inmigrantes. Nosotros, en cambio, pensamos que hacen falta políticas concretas, ya que la inmigración está allí, seguirá estando y continuará modificando nuestra ciudad.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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