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EL FESTIVAL DE LAS MÚSICAS AVANZADAS

El grupo Yo La Tengo pone música a la biología marina en el Sónar

Roger Sánchez impone con ritmos calientes la lógica del 'disc jockey'

Fiel a la costumbre de sorprender con algo inusual, la noche del viernes Sónar llenó el Polígono Pedrosa de pulpos, hipocampos, erizos de mar, algas y demás representantes de la vida marina. Poniendo sonido a estas imágenes, los norteamericanos y rockeros Yo La Tengo protagonizaron uno de los conciertos de una noche marcada por la resultona sesión de Roger Sánchez, el directo de Luomo y el convencional concierto de Lamb.

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Con los disc jockeys imponiendo su ley bajo la luna, el día dejó ecos de pop electrónico gracias al sello alemán Morr, erupciones cafres por parte de Pan Sonic y Peaches y octanaje bailable servido por François Kevorkian. Como en botica, hubo un poco de todo en la segunda jornada del festival.

En el Polígono Pedrosa, un amplio espacio perfectamente habitable, sin agobios y ventilado, no hubo demasiadas sorpresas. Roger Sanchez impuso su estilo infalible pinchando música caliente, John Tejada se aplicó al tecno inmisericorde y Soul Center se marcó un directo bastante menos matizado de lo que sus discos dejan oír. Deben de ser las cosas del directo, que insufla adrenalina a los artistas. En este sentido había que ver al finlandés Vladislav Delay, o sea Luomo, moverse ante su portátil. Flotaba su cabello rubio y un súbito movimiento de mano disparaba otra línea de bajos que subía un peldaño en su escalera de house. La suya fue una actuación algodonosa marcada por ritmos acolchados y elegantes que, si bien no impulsaban al baile, sí obligaban al contoneo. De vez en cuando unas voces angelicales adornaban el ritmo, e incluso pareció que a modo de homenaje estas voces recitaban el nombre de Barcelona. Una actuación estupenda.

Antes había sido el momento para la fauna marina. Vivía en el celuloide del cineasta francés Jean Painlevé, a cuyos documentales quiso poner música el trío norteamericano Yo La Tengo. Mediante unas composiciones que iban de lo paisajístico a lo crispado en función de si eran las algas las que flotaban ingrávidas en el mar o los pulpos quienes copulaban con extraordinario vigor, Yo La Tengo protagonizó un concierto agradable en el que sonido e imágenes convivieron en armonía. Sin llegar a ser una actuación extraordinaria ni alcanzar los grados de tensión emocional habituales en los conciertos de la banda, Yo La Tengo superó holgadamente la prueba de explicar con guitarra, batería y teclados cómo se desplazan los erizos.

Más tarde, en el mismo escenario, Lamb explicó cómo una banda convencional puede moverse en pos de los nuevos sonidos y dejó claro que es preferible quedarse quieto antes que moverse según cómo. La suya fue una presencia que se antojó innecesaria artísticamente, aunque el público la secundó con una nutrida asistencia. Lo que sí resultó genuinamente Sónar fue la mañana, marcada por la invasión de un público que cada año da más protagonismo a las actividades diurnas del festival. Se dieron así situaciones tan chocantes como que se produjesen avalanchas para ver a... Pan Sonic y Peaches, artistas definitivamente undergrounds y transgresores cuya actuación no se quiso perder ni Oriol Bohigas.

No menos público quiso asistir al espléndido y tremebundo directo de Kid 606, agresivo y tonificante como pocos, y a la estupenda sesión de DJ Rupture tramada con ragga, hip-hop y ruido. En el otro extremo, el de la música paisajista, íntima y matizada, triunfaron Donna Regina con su pop para almas frágiles, Isan y su ambient para flotar bajito, Manual -guitarra y atmósferas-, y Lali Puna, quienes actuaron en un Village ya a última hora del día literalmente atestado.

Una imagen del concierto de Yo La Tengo.
Una imagen del concierto de Yo La Tengo.CONSUELO BAUTISTA

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