¿Dónde ponemos a Helguera?
Alrededor de la alineación española hay una duda en cada partido. A saber: la función de Helguera. El cántabro fue suplente y revulsivo después como centrocampista ante Eslovenia y Paraguay y ejerció de central frente a Suráfrica. Futbolista polivalente y ganador -'si fuera seleccionador me clonaría y jugaría con once Helgueras'-, se le utiliza a menudo como comodín, de acuerdo a las necesidades del equipo, en consonancia con su polivalencia. El juego de Irlanda, renovado y especialmente rápido cuando reciben sus dos delanteros, podría invitar a disponer de él como acompañante de Hierro en detrimento de Nadal, fuerte en el juego frontal, pero más lento. A la selección le avala su facilidad goleadora en la misma medida que sus disfunciones defensivas han sido denunciadas por sus rivales, y entre ellos Suráfrica, que le marcó dos tantos, aun cuando Helguera actuó de zaguero -junto a Nadal- de manera que su presencia no garantiza la imbatibilidad. El papel de Helguera como medio, por contra, ha repercutido de manera saludable sobre el equipo, al menos en el marcador. Indepedientemente de la contundencia que ha aportado, su entrada provocó un efecto dominó: tanto Baraja como Valerón pasaron a jugar más adelantados, en sus puestos naturales, y la zaga se sintió más protegida, salvo en el carril derecho, porque al desaparecer el volante (Luis Enrique) y el rombo, el lateral se siente más exigido. Y queda por probar aún su alineación como tercer central, un puesto que ya ha ocupado en el Madrid en algunos partidos. A Helguera, al fin y al cabo, le ocurre en la selección lo mismo que en su club: al final juega donde le pide el equipo para acomodar a los especialistas, y a veces hay tantos que acaba en el banquillo hasta que las cosas se tuercen y pasa de ser el jugador número 12 al número 1.
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