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Prohibidas las dudas

La selección española debe confirmar la seguridad en sí misma ante un rival que no hace concesiones

Santiago Segurola

Llega Irlanda, un equipo que representa un aroma peculiar en el fútbol. Es una especie de raíz pura del fútbol británico, sin las exigencias ni el faranduleo que se ciernen sobre la selección inglesa. En Irlanda sólo juegan dos futbolistas que el próximo año disputarán la Liga de Campeones, el portero Given y el centrocampista O'Brien, uno titular en el Newcastle, otro suplente en el mismo equipo. Pero el espíritu del equipo irlandés no entiende de concesiones a nadie. Sus jugadores -algunos de los cuales, con Robbie Keane a la cabeza, fueron campeones de Europa sub 18 en 1998- representan con orgullo a su pequeño país, sin reparar en la magnitud de sus adversarios. Acudieron al Mundial cuando nadie lo sospechaba. Irlanda jugaba en el grupo de Portugal y Holanda: se clasificó. Lo mismo hizo en la primera ronda. Dejó fuera a Camerún, campeón olímpico y africano. Esta Irlanda competitiva y siempre optimista es la que se enfrenta a España en los octavos de final.

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Por tradición, España siempre se ha manejado bien frente a los irlandeses. No se conoce ningún gran drama, porque aquella derrota del Mundial 82 ocurrió ante Irlanda del Norte. España eliminó a Irlanda para acceder al Mundial de 1990 y lo mismo sucedió en 1994, tras la famosa victoria en Dublín, donde se consagró Caminero como media punta y donde Nadal fue un coloso en los incesantes pelotazos que llovieron sobre el área española. Es precisamente Nadal el jugador sobre el que hay debate. Con 35 años, se ha mostrado vulnerable en algunos momentos de la primera fase. Ayer corrían los comentarios sobre su probable relevo por Helguera en el centro de la defensa. Sin embargo, esa decisión no parece corresponderse con la apasionada defensa de Nadal que ha hecho el seleccionador Camacho. Por lo tanto, no sería nada extraño verle como titular en Suwon.

Helguera está en una delicada situación. Se le considera necesario en el equipo, pero no tiene el puesto seguro. Ni en la defensa, ni en el centro del campo, donde todo apunta a una repetición de la fórmula que utilizó Camacho en los dos primeros partidos: Baraja como medio centro, Valerón a su lado, Luis Enrique por la derecha y De Pedro por la izquierda. El modelo no ha funcionado porque tres de estos jugadores -Baraja, Valerón y Luis Enrique- están desplazados de sus puestos naturales. Hasta el momento, España ha corregido sus partidos con la entrada de Helguera en la segunda parte, lo que supone una peculiar ocupación del campo -no hay ningún especialista en la banda derecha- a cambio de situar a Baraja y Valerón donde se sienten más cómodos.

Calidad limitada

Cualquiera que sea su dibujo, España se enfrentará a un equipo con una fórmula muy diferente a la de Eslovenia y Paraguay, que funcionaban con dos centrales y un libre. Irlanda es la apoteosis del 4-4-2. Nada le saca de un esquema que sus jugadores lo conocen al dedillo. Como la calidad de sus futbolistas es limitada, Irlanda es orden y solidaridad. Traza dos líneas paralelas con su defensa y sus centrocampistas, las junta todo lo posible y se convierte en un equipo compacto, difícil de superar porque allí todo el mundo conoce su trabajo. Es un equipo simple, de fútbol sencillo, que hace bien las cuatro cosas que sabe. Es un equipo sin dudas, cualidad que no siempre acompaña a selecciones mejores que la irlandesa.

España, por ejemplo, siempre ha sido una selección con dudas: sobre su estilo, sobre su papel en la escena mundial, sobre su extraña relación con los clubes, sobre su capacidad para competir al máximo nivel. Con dudas, España ha decepcionado numerosas veces en la Copa del Mundo. Camacho asegura que no hay dudas en este momento. Por lo que ha sucedido en la primera fase, tiene razón. Y conviene no tenerlas frente a los tenaces irlandeses, gente que no se rinde frente a nadie, gente que no entregan la victoria: hace que el rival se la merezca. Ése es el equipo que espera a la selección española en los octavos de final.

Raúl y Tristán, en el centro, se ríen junto a otros compañeros en el entrenamiento de ayer.
Raúl y Tristán, en el centro, se ríen junto a otros compañeros en el entrenamiento de ayer.EFE

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