'Smoking room' hurga en las miserias de la oficina
Julio Wallovits y Roger Gual debutan con un filme sobre el mundo laboral.
Los asfixiantes despachos y pasillos de una mísera oficina marcan la atmósfera de Smoking room, primera película que escriben y dirigen Julio Wallovits y Roger Gual. Dos debutantes de 33 y 28 años, respectivamente, que lograron tres premios en el pasado Festival de Málaga: el Premio Especial del Jurado, el de Mejor Guión y el de Mejor Actor para el conjunto del reparto.
Smoking room, la historia de cómo la prohibición de fumar en la sucursal española de una empresa americana destapa las intrigas y miserias de sus empleados, está interpretada por Antonio Dechent, Juan Diego, Ulises Dumont, Eduard Fernández, Francesc Garrido, Miguel Ángel González, Chete Lera, Juan Loriente, Pep Molina, Manuel Morón, Francesc Orella y Vicky Peña. Un grupo de actores que ha participado con su sueldo (la película ha costado 240.000 euros) en la producción de la película. 'Quizá parece una locura, pero cuando leímos el guión creo que todos tuvimos claro que era una película por la que merecía la pena arriesgarse', señala Juan Diego. 'Era uno de esos guiones que te lees de una tacada, y cuando eso ocurre es la señal de algo', añade Eduard Fernández.
'Apenas hay improvisaciones en la película, el guión era muy sólido'
Fernández interpreta a Ramírez, el contable que ante la prohibición de fumar en la oficina decide redactar un escrito de protesta en el que además propone que les dejen una pequeña sala para fumar. Ramírez y su lista revelan las miserias de un mundo laboral mediocre y destructivo, paralizado por el terror al poder. 'Hoy nadie se queja por nada, nadie da importancia a la queja, sea justa o no, las empresas prefieren que las cosas no se muevan, ese estancamiento nos interesaba para plantear otras cosas, existe una épica de lo cotidiano, cutre, brutal y terriblemente mediocre', señalan los directores del filme.
Wallovist y Gual hablan del 'espíritu Casavettes' de su película. El padre del cine independiente neoyorquino es, para ellos, un referente vigente. 'No teníamos ni idea de cómo hacer una película, pero sí teníamos claro que queríamos contar una historia y que teníamos una forma poética determinada para contarla, esa forma poética es lo que llamamos el espíritu Casavettes'. 'La realidad no me interesa', añade Wallovits, 'no queríamos hacer un retrato ni realista ni costumbrista de una oficina, queríamos hablar de otras cosas, de comportamientos y atmósferas'. 'Este proyecto', añade, 'siempre ha sido muy intuitivo, demuestra que la dirección está sobrevalorada, que con un guión y unos actores-creadores ya lo tienes todo'.
'Apenas hay improvisaciones en la película, el guión era muy sólido', señala Juan Diego. 'Pero tuvimos tanta libertad como en una obra de teatro', añade Antonio Dechent. 'En la película, lo que parecen diálogos son en realidad largos monólogos, la cámara nos seguía pero sin obligarnos a nada'.
Smooking room es, según sus directores, algo parecido a observar unos reptiles en una jaula de cristal. 'Los personajes se mueven con la lentitud de los reptiles, sin moverse y siempre mirando de reojo'.
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