Incierta Europa
Lejos de disiparse las incertidumbres que generalmente acompañan un proceso de cambio en el ciclo económico, la economía europea continúa mostrando evidentes síntomas de debilidad que cuestionan el esperado impulso en el segundo semestre de este año.
Ya son tres los trimestres consecutivos con tasas negativas de crecimiento de la demanda interna en la eurozona, con un consumo privado estancado y un más que preocupante comportamiento de la inversión, cuya ventana temporal de tasas negativas se extiende ya durante cinco trimestres. Sólo la contribución de la demanda externa está permitiendo el mantenimiento de una mínima pulsación, más propia de una situación de estancamiento que de inicio claro de una fase de recuperación.
La economía europea continúa mostrando síntomas de debilidad que cuestionan el esperado impulso en el segundo semestre
El clima de mayor pesimismo que recientemente se ha instalado en los mercados al otro lado del Atlántico tampoco contribuye a apostar con claridad por una sólida recuperación en el segundo semestre. Aun cuando ésta se produjese, escenario que sigue definiendo el consenso del mercado, apenas podría superarse ligeramente el 1% de crecimiento en el conjunto de 2002, el más bajo desde la recesión de 1993 y en torno a la mitad del crecimiento potencial del área.
En este contexto de baja pulsación económica de la eurozona han enraizado, sin embargo, ciertas presiones inflacionistas veladas en mayo (2% el índice de precios al consumo armonizado según estimación preliminar) por efectos interanuales relacionados con el fuerte aumento del precio del crudo y de los alimentos la primavera del pasado año, pero que emergerán con seguridad en los próximos meses hasta alcanzar a finales del ejercicio cotas superiores al 2,5% en los que ronda la inflación subyacente.
Difícil papeleta para el Banco Central Europeo, que ha de enfrentar un objetivo estatutario de control de la inflación en la referencia del 2%, tras dos años consecutivos de desbordamiento del mismo, en una situación como la actual de supuesto relanzamiento económico que todavía no acaba de ser tal. De momento, cuenta con la ayuda de una apreciación de la divisa europea frente al dólar que tiene visos de consolidarse y que, junto al favorable efecto sobre el control de precios internos, deteriorará, sin embargo, la capacidad de exportación de la zona. Una subida de tipos en estas condiciones sería, desde nuestro punto de vista, una desacertada decisión. Esperemos al segundo semestre.
Daniel Manzano y Raquel Vázquez son socio-director y analista, respectivamente, de Analistas Financieros Internacionales.
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