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Reportaje:Reportaje | Mundial 2002

La funcionaria no veía el partido

Fuga frustrada en la prisión de Málaga en un día de absentismo laboral en todo el país y televisores en las aulas de los colegios

Jorge A. Rodríguez

Tres presos de la cárcel de Málaga intentaron ayer fugarse durante el partido que enfrentaba a España y Paraguay aprovechando el tumulto que montaron otros dos internos en la sala de televisión hacia las 12.15, poco antes del segundo gol de Morientes.

Los presos, de nacionalidad española, habían trazado un plan sencillo para escapar saltando los muros del penal y confiados en que sus custodios estarían relajados por la celebración del encuentro, que también había generado gran expectación entre los reclusos.

Lo que desconocían era que una funcionaria poco interesada en el partido estaba al cargo en ese momento de la sala de monitores, donde se visionan las imágenes de las cámaras que vigilan el penal de Alhaurín de la Torre. La funcionaria dio la alarma y avisó a la Guardia Civil cuando los tres reclusos, multirreincidentes por robo en segundo grado penitenciario, saltaron el primer muro del módulo 6. Los vigilantes ya no pudieron ver el segundo tanto de Morientes. Los evadidos volverán al primer grado.

Muchos otros funcionarios, aunque no precisamente de prisiones, hicieron ayer dejación durante los 90 minutos del España-Paraguay. En el bar Mío Cid, en pleno centro de Barcelona, y confundidos entre el gentío, algunos policías nacionales habían abandonado sus uniformes para corear los goles del combinado español y participar de la mofa generalizada contra el meta paraguayo, Chilavert. 'Ayer', explicaba uno de los agentes, 'hicimos algunas horas más de la cuenta para esta mañana [por ayer] poder ver el partido en un ambiente más festivo'. Un compañero añadía entre sonrisas y a modo de justificación: 'Pero no somos los únicos. Estoy seguro de que más del 90% de la gente que estamos aquí ha hecho mutis por el foro en su trabajo'.

No iba desacertado. En cuanto el árbitro decretó el final del encuentro, el local, que registraba una afluencia muy superior a la habitual a esa hora de la mañana -también los propietarios se desgañitaban desde más allá del mostrador animando a la selección-, se vació de inmediato. 'Como soy mi propio jefe, me he autoconcedido una pausa', confirmaba con traje y corbata el responsable de un despacho de abogados de la capital catalana.

La fiebre futbolera condujo también a algunas empresas a rendirse ante la evidencia. En Sant Andreu, un populoso barrio barcelonés, una fábrica de accesorios audiovisuales premió a sus trabajadores instalando una pantalla gigante y concediéndoles dos horas de pausa para disfrutar del partido con la mayor tranquilidad. Fue una idea que también pusieron en marcha diversos colegios de toda España para evitar que muchos niños se quedaran en casa.

Tiendas de electrodomésticos y grandes superficies monopolizaron cientos de pantallas con el España-Paraguay. 'No ha sido una estrategia comercial, pero durante el partido se ha registrado el doble de gente de la habitual en la sección de audiovisuales', confirmaban desde El Corte Inglés, de Barcelona.

El partido interfirió incluso en cuestiones divinas. El párroco de Villalba de la Lampreana (Zamora) adelantó en una hora la misa de las 11.00 por temor a quedarse sin feligreses. No se equivocó. Hubo pleno en la homilía, que festejaba el Sagrado Corazón, y una hora más tarde en el bar del pueblo para corear, con cura incluido, a la selección.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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