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Maragall garantiza que su política cultural sustituirá el dirigismo por la concertación

El líder del PSC defiende la cultura catalana producida en castellano

Enric Company

A Pasqual Maragall le cuesta poco sintetizar sus diagnósticos políticos en frases contundentes y expresivas. Ayer lo demostró de nuevo, en una exposición de sus propuestas en materia de política cultural realizada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). 'No todas las culturas sobrevivirán a la travesía de la globalización'. Y las que corren más riesgo son las que viven volcadas en sí mismas porque 'el aire viciado mata indefectiblemente'. Para afrontar el reto Maragall propuso 'sustituir el dirigismo por la concertación' con todos los agentes que intervienen en el sector y superar así la utilización de la cultura como 'recurso retórico de un poder político que no cree en ella'.

El instrumento de la concertación ofrecida por Maragall al heterogéneo ámbito de la producción cultural es un Consejo de las Artes y la Cultura concebido, explicó, al modo de los consejos anglosajones. Es decir, consejos autónomos respecto de las administraciones, pero dotados con presupuesto público y encargados de definir las políticas que deben aplicar los gobiernos.

La propuesta no es una novedad estricta, pues Maragall ya la formuló en su campaña electoral de 1999. Ayer la reiteró en el acto en que presentó el cuarto de los 17 compromisos de gobierno que adquirió en el debate de la moción de censura contra el Gobierno de Jordi Pujol.

Pero ahora está más detallada, pues no en vano ha sido el objeto sobre el que ha trabajado su gobierno en la sombra durante el último año. Se trataría de un consejo formado por 20 personas de significación plural, con amplio reconocimiento y representativas de los distintos segmentos de la creación y la producción cultural, que serían nombradas por el Parlament mediante un sistema que obligara al consenso de la Cámara.

Maragall fijó cuatro grandes objetivos para una política cultural progresista: 1. Crear infraestructuras culturales en todo el territorio catalán. 2. Fomentar la excelencia y la creatividad. 3. Sentar las bases productivas necesarias. 4. Impulsar la lengua catalana como factor de integración cultural.

Los instrumentos para conseguir estos fines serían el ya citado Consejo de las Artes y la Cultura, un plan de infraestructuras culturales cuya mera existencia sería ya una ruptura, tras más de dos décadas de improvisación continua, y por último una atención presupuestaria adecuada, que consistiría en doblar el presupuesto del Departamento de Cultura.

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Como ha hecho en todas las ocasiones en que ha planteado sus propuestas de política cultural, Maragall dejó claro que una vigorosa política en favor del catalán no será obstáculo para que un gobierno presidido por él aplique el criterio de que 'cultura catalana es toda la que se crea y produce en Cataluña'. Y señaló, en particular, su compromiso de aprovechar y fomentar las potencialidades que proporciona el castellano.

Los detalles del proyecto presupuestario en esta materia fueron expuestos por el diputado Josep Maria Carbonell, responsable de cultura en el gobierno en la sombra creado por Maragall. Se trataría de destinar a este fin 312,5 millones de euros (52.000 millones de pesetas) en el ejercicio de 2005. Esto representa 50,41 euros por habitante, el 70% más de la consignación presupuestaria de 2002.

A la presentación asistieron unas 250 personas, entre las que se contaban destacadas figuras del ámbito cultural progresista, desde actores de teatro hasta arquitectos, escritores, pintores y animadores culturales. El introductor fue el diputado Joan Surroca, de Ciutadans pel Canvi, que advirtió de que las propuestas que se daban a conocer no eran todavía el programa de gobierno, sino un avance de su orientación. El programa de gobierno surgirá de un proceso participativo para el que hizo un llamamiento a todas las personas interesadas en la política cultural.

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