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AVE: No nos felicitemos

'Estar a favor del ferrocarril no es una postura caprichosa, es una necesidad y un compromiso para las futuras generaciones', es una afirmación de Loyola de Palacio. A ello hay que añadir, que cuando los recursos son escasos, el territorio que no entre en el reparto de esta infraestructura lo pagará. Aquí, en la Comunidad, después de tanto debate y de tanta promesa, se va a hacer lo que el Gobierno central tenía previsto desde hacía mucho tiempo y que es todo un bajonazo para esta tierra. El AVE va a empezar, por su punto más discutible, poniendo ancho europeo entre Valencia y Xàtiva. Aunque es un tramo que forma parte tanto del Valencia-Albacete, como del Valencia-Alicante, lo cierto es que queda fuera del triángulo Madrid-Barcelona-Valencia, el único recorrido que justifica esta gran inversión.

Lamento no compartir el entusiasmo del diputado del PP, Rafael Maluenda: 'La oposición debería ahora felicitar a todos los sectores de la sociedad valenciana que han conseguido, con su empeño y dedicación, que el AVE sea una realidad'. Un servidor considera que la decisión que se ha tomado es equivocada y va a tratar de razonarlo.

Cojan un mapa y pónganse en la más optimista de las hipótesis, den por construida la conexión de Valencia hacia el sur camino de Xàtiva. Pregúntense ahora, la obra que habría que hacer a continuación. La contestación es obvia: continuar estas mismas mejoras entre Xàtiva y La Encina y así tener en ancho europeo otro tramo que juega el doble papel: conectar Valencia con Madrid por el sur (camino de Albacete) y de paso solucionar otro trozo del corredor mediterráneo. Desde La Encina dos cosas: 1) seguir hacia Albacete y 2) bajar por Villena, Sax, Elda hasta Novelda. A continuación toca bifurcarse, hacia el mar para buscar Alicante y hacia el sur camino de Elche y Murcia. Llegar a Alicante y Elche, es obra nueva, ya que la actual plataforma, dicen los técnicos, no admite remiendos. Esto es, hay que invertir en un AVE realmente nuevo.

Como los recursos son los que son, con lo que acabamos de explicar, no es demagógico asumir que no habrá presupuesto para construir simultáneamente el nuevo trazado directo Valencia-Madrid por Cuenca. La consecuencia de haber decidido empezar por Xàtiva, es evidente: saldrá más barato tratar de llegar a Madrid desde Albacete, que construir la conexión directa. La conclusión, en el mejor de los casos, es que con los dineros disponibles se está apostando por dos conexiones: Alicante-Madrid y Alicante-Valencia.

Como en toda decisión, alguien gana y alguien pierde. En el capítulo de ganadores: Alicante, Elche y Albacete; en el de los perdedores, Valencia (que seguirá durante años a más de 450 kilómetros ferroviarios de Madrid), Castellón (que se quedará a más de 500 kilómetros) y la conexión desde Valencia hacia Cataluña. Posiblemente el balance más negativo que podía darse para alguien que cree que el eje Barcelona-Valencia es básico para el Estado español.

En el acuerdo de Murcia, en enero de 2001, en un alarde de alquimia económica, se juntó la solución sur por Albacete con la norte por Cuenca, con cuatro presidentes autonómicos y un ministro de testigos; cuando lo conocimos, muchos pecamos de ingenuos, era un hito para la sociedad civil:

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a) La posibilidad de poner Valencia de Madrid a una distancia ferroviaria razonable, a través de la conexión directa por Cuenca, dejando la actual línea para impulsar el tráfico de mercancías desde Valencia hacia el centro de la península.

b) Integrar a Castellón y a Alicante en el enlace radial de la Comunidad Valenciana.

c) Dar un impulso importante al tramo valenciano del corredor mediterráneo, con interconexiones internas muy interesantes.

d) Asegurar una comunicación rápida con Albacete, que incluso quedaba conectado con Cuenca por una excelente línea.

Lo decidido desde entonces demuestra que se prometió lo que no se podía cumplir. En las arcas del ministerio no había dinero para tanta red. Los documentos mandados por Fomento a Bruselas lo han demostrado.

Álvarez-Cascos fue mucho más cauto que Zaplana y nunca comprometió ni cantidades ni plazos; sin embargo, al publicarse el olvido de Valencia de las inversiones europeas, no ha tenido reparos en afirmar que lo de Valencia corría a cargo del presupuesto estatal y prometió que después del verano empezarían las obras de ancho europeo entre Valencia y Xàtiva. Pero éste no es el AVE que se nos había prometido a los valencianos. Con lo que sabemos de los presupuestos existentes y los sobrecostos del Madrid-Barcelona, el Barcelona-frontera francesa, el Madrid-Valladolid y el Córdoba-Málaga, la terca realidad de hoy es que el enlace del polo Castellón-Valencia hacia Madrid y Barcelona no es prioritario ni para Europa ni para el Estado. Hasta el 2006 las líneas del AVE Castellón-Valencia por Cuenca hacia Madrid, y la Valencia-Tarragona serán sólo un proyecto.

Para paliar en algo el engaño a la ciudadanía, había que hacer alguna cosa. Como consolación. Valencia podría sentirse compensada con lo que gana el corredor mediterráneo, ya que su conexión al sur puede mejorar. Sin embargo, las conexiones claves hacia Madrid y hacia el norte quedan sin resolver. El camino hacia Barcelona queda como estaba, con algunas mejoras hasta Oropesa y desde allí hasta Salou, sin ninguna mejora prevista por el momento. Quedará el consuelo que cuando el AVE Madrid-Barcelona funcione, daremos un rodeo a Tarragona y entonces el tren procedente de la tercera capital de España, entrará en la red europea, cuando ya falten menos de 100 kilómetros para llegar a Barcelona.

Si el triángulo Barcelona-Madrid-Valencia es básico para el Estado español, hagamos algo más que proyectos sin presupuestos para consolidarlo. Uno tiene la sensación de que el AVE es una especie de paradigma del futuro de la Comunidad Valenciana y como hay que aprender de la historia, ha llegado el momento de que alguien se tome en serio lo que aquí está pasando.

Ha llegado el momento de aclarar que ninguno de los proyectos turísticos (con independencia de lo acertados que a cada uno le parezcan) que tanto dinero nos cuestan a los valencianos, va a poder sostenerse con una accesibilidad a Valencia restringida a la carretera: si los poderes políticos no resuelven esta contradicción, deben saber que no están cumpliendo con su deber y posiblemente estén hipotecando no sólo nuestro actual endeudamiento, sino el futuro de nuestros hijos. La sociedad civil valenciana tiene todo un tema a enfrentar. ¿Dónde están aquellos empresarios que querían invertir en infraestructuras para nuestra Comunidad? Sencillamente han desaparecido. El futuro de Valencia no aparece con la claridad que debiera. La resolución del AVE supone perder una oportunidad muy seria. Valencia debe enlazarse de forma sostenible tanto con Madrid como con Barcelona y las decisiones que se están tomando no van en esta línea. Es urgente que se pierda el miedo y las cartas se pongan boca arriba, en busca de soluciones y desde luego, que nadie se felicite por lo que se está decidiendo.

Gregorio Martín Quetglas es catedrático y director del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia.

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