Cerro de Garabitas

Quien no se acuerde, que consulte las hemerotecas. Hace tiempo, con motivo de una de las polémicas que cada poco se suscitan en torno a la prostitución en la Casa de Campo, el alcalde nos dijo que no pensaba llevar dicho problema al cerro de Garabitas. Tras una visita a este paraje, consideró que sus valores medioambientales no debían soportar la degradación que esa actividad ocasiona.

Pues bien, no era cierto. A raíz de unas incomprensibles medidas de control de tráfico en el parque madrileño, poco aclaradas por el Ayuntamiento, muchas prostitutas y clientes se han trasladado a la carretera que accede al cerro de Garabitas, y lo que antes era un lugar apacible se ha transformado en un ir y venir de coches para consternación de corredores, ciclistas y paseantes. ¿Pensará nuestro edil que este rincón de la Casa de Campo ahora sí merece tal degradación? Seguramente, como el equipo de gobierno municipal no sabe erradicar este problema, ha decidido ocultarlo. O al menos eso parece.