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Reportaje:CURSOS DE VERANO PARA NIÑOS

Viajes que enseñan

Alrededor de 170.000 jóvenes se marcharán al extranjero en los meses estivales para estudiar un idioma

Los veranos tienen cada vez más clase. Las calles y las escuelas de Dublín, Londres o París se llenarán durante los meses de julio y agosto de niños y jóvenes españoles dispuestos a estudiar y, sobre todo, practicar un idioma extranjero. Serán unos 170.000, la inmensa mayoría menores de edad, según estima la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Exranjero (Aseproce), que agrupa a unas 70 empresas del sector. Y el 90% apostarán por una lengua: el inglés. Los destinos favoritos: Irlanda y Reino Unido. 'Las familias son cada vez más propensas a enviar fuera a sus hijos a estudiar porque son conscientes de la importancia que tiene hoy en día dominar un idioma', mantiene Juan Manuel Elizalde, su presidente.

El 90% de los alumnos apuesta por el inglés y la mayoría prefiere ir al Reino Unido o Irlanda
Un trimestre escolar en Nueva Zelanda o un viaje en velero 'en inglés' son algunas alternativas

¿Desde qué edad es recomendable? 'Nosotros recomendamos que la primera salida sea a un campamento en España de dos semanas a los 10-11 años. A partir de los 12 no hay ningún problema para salir al extranjero, y lo normal es que los padres opten por por destinos más cercanos', dice Elizalde, quien mantiene que Irlanda y Reino Unido siguen arrasando como países para estudiar en verano.

Los precios varían mucho, pero la tarifa media está en 2.000 euros para un curso de cuatro semanas en Inglaterra e Irlanda, con el vuelo, las clases y el alojamiento incluido; unos 2.500 en EE UU y los 2.700 para Canadá o Nueva Zelanda. Aun así hay opciones para los más planificados, como solicitar antes de marzo una de las más de 3.700 becas que convoca en febrero el Ministerio de Educación para el aprendizaje de lenguas extranjeras. Las hay para alumnos de formación profesional (que incluyen prácticas en empresas), de bachillerato y para los de universidad que cuenten con una beca ministerial.

La cantidad de oferta que hay ha agudizado el ingenio de las empresas para atrapar a las familias con proyectos que se salgan de lo corriente, cuatro semanas en residencia o en familia con clases diarias y alguna actividad por la tarde. Así, por ejemplo, Enforex ofrece campamentos para niños de entre 5 y 18 años en Marbella y en Madrid. La curiosidad de este programa (710 euros con residencia y 390 para los que quieran participar sólo de día) es que el 50% de los participantes son españoles que reciben clase de inglés y el resto extranjeros con clases de castellano. Además ofrecen la posibilidad de practicar algún deporte, como es el tenis, el golf o la equitación.

Kells College apuesta por un verano de clases en las antípodas. Desde finales de junio y hasta el 21 de septiembre, los jóvenes de más de 14 años con un dominio medio del idioma tienen la posibilidad de incorporarse a un colegio de Nueva Zelanda aprovechando que allí es temporada escolar. El precio es de 4.810 euros, e incluye el viaje, el seguro, el alojamiento y, por supuesto, el aprender matemáticas, lengua o literatura junto a nativos del lugar.

Los que quieran practicar deporte un mínimo de dos horas diarias además de inglés, alemán o francés (un mínimo de tres) pueden acudir a Sports and Languages, cuya apuesta incluye combinar las dos actividades. Ofrece campamentos en Cantabria combinados con fútbol o golf a partir de los nueve años. En éstos el precio es de 661 euros por 15 días. Si es en el extranjero (a partir de diez años), los cursos pueden ser desde 2.530 euros tres semanas si el deporte es fútbol o 2.700 si es golf.British Summer es el colmo del exotismo. Cuatro semanas en Utah (EE UU): las tres con cuatro horas diarias de inglés y viviendo con una familia americana, y la última un campamento en Cleveland Lloyd, el yacimiento más importante de extracción de la época jurásica. Con lo que además de practicar el idioma los jóvenes podrán ver una huella de dinosaurio de 160 pies. El precio: 2.750 euros. Esta empresa tiene también cursos para los jóvenes que no quieren salir de España a aprender inglés. Se trata de dar la vuelta a Menorca en un velero, por un precio de 1.670 euros, con un acompañante nativo para practicar inglés. Es para jóvenes de entre 14 y 17 años que tendrán que comprometerse por escrito a no utilizar el castellano entre ellos en las dos semanas que dura el curso. La otra posibilidad es irse a vivir y a estudiar inglés en casa de alguno de los extranjeros que viven en España.

¿Cómo no volverse loco con tanta oferta? Y, sobre todo, ¿cómo estar seguro de que las empresas no le van a timar? Hay una cosa clara: no todas las que organizan salidas al extranjero ofrecen las mismas garantías a las familias. Y no lo hacen porque no existen unos requisitos mínimos comunes a los que deban atenerse. Hace ya más de un año que la Comisión de Educación del Congreso aprobó, con los votos a favor del PP, PSOE y Convergència i Unió, una proposición no de ley por la que se instaba al Gobierno a establecer las medidas oportunas para 'garantizar el nivel de calidad y respeto a las condiciones pactadas con las empresas que ofrecen intercambios escolares'.

'Pero todavía no se ha hecho nada', lamenta Elizalde, quien asegura que hay comunidades, como Cantabria o Cataluña, a la espera para presentar su propia regulación si el Gobierno central decide finalmente no entrar a regular el sector. Aseproce, una asociación sin ánimo de lucro, ofrece garantías suficientes de las empresas que están asociadas y ofrece un teléfono de información para el consumidor (el 902 101 871). Elizalde asegura que hay un número bastante amplio de empresas en este sector, que mueve unos 450 millones de euros anuales, que actúan de manera irregular y sin ofrecer garantías legales suficientes para las familias. 'No siempre los cursos más económicos son los mejores', comenta.

En cualquier caso, siempre le quedan a las familias la posibilidad de acudir a las juntas municipales para ver la oferta de campamentos que tienen. Algunas veces son para campamentos urbanos en la propia ciudad en los que los chavales podrán realizar actividades deportivas y de ocio en los propios centros escolares. Los precios suelen ser mucho más económicos, aunque deberán de dejar para otro año la práctica de un idioma, porque las ofertas que suelen tener es para hacer deporte o para aprender a algo más de la naturaleza y de sus posibilidades en algún paraje natural o en una granja escuela.

Cómo nadar en un mar de ofertas

Seleccionar una empresa para mandar a un niño o joven al extranjero no es tarea fácil. Éstos son algunos de los consejos que proponen los expertos antes de decantarse por alguna opción para que un curso de idiomas no termine en una pesadilla estival. - Comparar varias opciones. No se quede nunca con la primera opción que llegue a sus manos. Ni se fíe de las ofertas extremadamente económicas. Compare las distinas posibilidades atendiendo a la duración del curso y al precio. Hay que tener en cuenta si está el billete incluido y si la estancia es en familia (normalmente es más económico) o en una residencia. Infórmese bien del régimen de pensión y de la ubicación de la residencia o familia. No olvide preguntar si las clases son de una hora o de 45 minutos y de si los alumnos van a estar acompañados de un monitor. - Pedir las condiciones por escrito. Exigir siempre que figure por escrito las condiciones que se van a contratar. Y un asunto importante: el folleto publicitario tiene, según la Asociación Española de Cursos en el Extranjero (Aseproce), valor contractual, lo que obliga a las empresas a cumplir con las condiciones que publiciten. - Contratar un seguro médico. No olvide cerciorarse de que la empresa con la que viaja su hijo incluye el seguro médico. En caso negativo, es aconsejable contratarlo porque, de lo contrario, cualquier contratiempo, por pequeño que sea, puede salirle muy caro y mandar al traste su presupuesto veraniego. Tampoco está de más un seguro para pérdida de equipajes o de responsabilidad civil. - El boca a boca. Un método que no suele fallar es dejarse llevar por la experiencia que han tenido otras personas. No está de más conocer por terceros a la asociación o empresa.

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