'No he tenido otro objetivo que hacer justicia a las vidas olvidadas'
Pierre Michon (Cards, 1945) hubiera podido ser un gran escritor sin obra, un imprecador mudo, un torrente de palabras no pronunciadas por el mero hecho de agolparse con demasiada fuerza o rabia en la cabeza del autor como para poder llegar hasta su pluma. Pero ese silencio estruendoso se rompió al fin en 1984, cuando Gallimard publicó su primer libro, Vidas minúsculas (Anagrama). Es un texto premiado y, sobre todo, admirado, que hizo de Michon uno de los más grandes escritores franceses vivos. Luego ha seguido publicando con regularidad, inventándose un género a caballo de la novela, el diario personal, la biografía y la poesía, de gran calidad y exigencia, y siempre marcado, según dice él mismo, 'por la voluntad de hacer justicia a las pequeñas vidas olvidadas'.
En Vidas minúsculas, Michon
recuerda su juventud celiniana y su rabia permanente contra el mundo. 'Mientras estuve en guerra contra todo no podía escribir. He necesitado ver las cosas desde un ángulo positivo para poder restituirlas a través de la palabra. Pero nunca lo hago en su justo valor. Exagero. Todo el mundo se convierte en santo o en emperador'. Y ésa es la grandeza de sus personajes: un hombre que no quiere salir de su hospital de provincias para someterse a un tratamiento anticanceroso en París porque es analfabeto, o un cura que se refugia en el alcohol porque ninguno de los fieles comprende sus palabras de amor, o el padre que inventa un destino de aventurero al hijo encarcelado. 'El escribir me ha curado en gran parte de la cólera universal que me impedía hacerlo'.
En el origen de la guerra
entre Michon y el resto del mundo puede que esté ese padre que le abandonó temprano o la dificultad de la vida en las provincias pobres o su excesivo talento como estudiante. 'He sufrido mucho a causa del amor que me daba la gente que me rodeaba cuando niño, o luego, de adolescente o joven. No podía aceptarlo'. La literatura ha sido la vía de reconciliación. 'Uno ha de quererse a sí mismo para poder recibir el amor de los demás. Luego, cuando escribes, haces don de tu persona, entre el lector y tú se crea una historia de amor por el texto que es una historia compartida'. Pero tuvo que superar la vergüenza y la vanidad, el temor a verse rechazado o, lo que es más temible, ni tan sólo escuchado. 'Cuando eres un niño de letras, que crece en la Creuse de los años cincuenta, una región agraria de la que huían quienes podían y en la que sólo permanecían los olvidados, te resulta muy difícil pensar que un día podrás existir, que alguien en París se interesará por ti'.
Durante años, el alcohol, el deseo creativo y la ira permanente mantuvieron vivo a Michon, aunque esa vida fue conflictiva y dura, salpicada de desastres sentimentales y desequilibrio mental. 'Borges dice que hay tres tipos de escritores: el bárbaro, del que es un buen ejemplo Céline; el bizantino o superintelectual, como Joyce, y un tercero en el que se combinan las calidades de los dos anteriores, a la manera de un Faulkner'. Michon, durante años, fue un bárbaro que intentaba transformarse en bizantino. 'A finales de los sesenta y durante toda la década de los setenta había que ser inteligente, había que teorizar'. La página blanca era un reto angustioso y Michon lo recuerda como un periodo de espera de la Gracia, de la Revelación. 'Y lo cierto es que lo que esperaba era un tema, el Tema. Tardé en aceptar que bastaba con aprender a hablar de mí mismo, con plantarle cara a la verdad, a una verdad que es pequeña, parcial, pero que es una parte de la verdad. No es hasta que empiezo a trabajar en Vidas minúsculas que asumo aparecer en el texto'.
La política ha jugado un papel
importante en la vida de Michon. Y sigue desempeñándolo. 'Durante dos o tres años, justo después del Mayo de 1968, hice teatro, como actor. Espectáculos de agit-prop. El pasado 5 de mayo acudí a las urnas por primera vez en 20 años para frenar a Le Pen. Volví a comportarme como un ciudadano y sé que la política vuelve a interesarme porque he comprendido que la violencia en el mundo crece, cada día es mayor. El poder ya no se oculta y eso nos obliga a reinteresarnos por la política. En mi libro sobre Rimbaud ya se abordan muchas cuestiones ligadas a ella, nunca ha dejado de preocuparme, pero no la veía como un deber. En mi región y en todo el Limousin, que es de gran tradición comunista, Le Pen no ha captado el voto popular. Es una actitud que me confirma en la nobleza de esa gente humilde y silenciosa'.
El hallazgo de un mundo, de un tema, también supuso el de un estilo. 'No sé cómo se produjo pero si sé que el sentido vino acompañado de un ritmo, de una manera que me es propia, como algo que por fin me era natural'. La primera persona se le impuso como una evidencia. 'De la misma manera en que puedo existir tras el relato de las vidas de gentes sencillas, también puedo escudarme tras la de grandes personajes. Ahora estoy acabando un libro sobre Victor Hugo y es través de él, de su escudo protector, que sigo hablando de mí'. Un mí relativo, hecho de capacidad de escucha y entrega, de observación del mundo pero también muy literario. 'Hay un barón alemán, enorme lector, que nunca llegó a escribir y que decía haber leído su vida. Yo creo que puedo decir que mi vida es lo que he leído'.
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