Dos muertos en un tiroteo entre clanes rivales en un poblado chabolista de Madrid
La policía recogió más de 80 casquillos y cartuchos en el lugar de la refriega
La lucha de poder entre dos clanes sembró de sangre y odio el poblado marginal de Las Mimbreras (distrito de Latina). Ocurrió a última hora de la noche del miércoles. Una refriega de tiros, en la que hubo más de 80 disparos, acabó con la vida del patriarca de Los Gallegos, Carlos Estero Suárez, de 43 años, y de su yerno, Jaime Barrull, de 22. Miembros del llamado clan de Los Extremeños acribillaron a tiros al patriarca y a su yerno para vengarse de que poco antes les hubieran impedido comprar una vivienda para dedicarse a la venta de droga en el poblado, según la Jefatura Superior de Policía.
Los Extremeños llegaron a Las Mimbreras hace varios meses, procedentes de Extremadura. Llegó una buena parte del clan compuesto por una decena de familias, que se asentaron en otras tantas chabolas. 'Durante este tiempo, sólo han estado molestándonos y creando mal ambiente', afirma una joven, con su hija en brazos.
Los nuevos vecinos pretendían ampliar sus infraviviendas y dedicar una de ellas, según fuentes policiales, a la venta de droga al por menor. El patriarca de Los Gallegos, uno de los clanes más numerosos de Las Mimbreras, poseía varias chabolas en la zona. Así que Los Extremeños fueron a ver al jefe de Los Gallegos para comprarle uno de los chamizos. Eran las 10 de la noche del miércoles pasado.
El patriarca Carlos Estero, Pascual, dijo que no, que no estaba dispuesto a vender la chabola porque sabía bien para qué la querían Los Extremeños: para utilizarla como tienda para traficar con droga. Y él, el patriarca Carlos Estero, no estaba dispuesto a consentir que su poblado se convirtiera en un hipermercado donde se comerciaba con la muerte. No estaba dispuesto a que ese negocio enturbiara la actividad habitual de compraventa de chatarra y la venta ambulante que sirve de sustento a los suyos.
Lo que hasta entonces había sido una discusión a voces pasó a mayores. Tanto que Estero efectuó al aire dos disparos de pistola como para intentar poner punto final a la trifulca. Y lo consiguió: Los Extremeños se fueron a sus casas y Los Gallegos se metieron en la suya. Pero los dos estampidos de los disparos sobresaltaron a otros vecinos, que llamaron a la policía.
A Las Mimbreras, un poblado próximo al aeródromo de Cuatro Vientos, acudieron agentes de la comisaría del distrito de Latina, que, tras inspeccionar la zona, se marcharon del lugar. 'Si la policía se hubiera quedado más tiempo y hubiera vigilado el poblado, después no habría ocurrido nada de lo que pasó', explicó un vecino del poblado.
Pero la aparente calma era ficticia. Lo peor estaba aún por llegar. Rozaba el reloj la medianoche, cuando varios miembros de Los Extremeños (seis o siete, según algunos testigos) fueron a la chabola del patriarca para saldar la discusión anterior. Los Gallegos estaban cenando ante su chabola. Sin mediar palabra, Los Extremeños encararon sus escopetas y abrieron fuego a discreción. A Carlos Estero y Jaime Barrull no les dio tiempo ni a defenderse. La lluvia de tiros se lo impidió, según algunos vecinos.
Los dos hombres cayeron acribillados, pero los agresores se acercaron a ellos y les remataron en el suelo con disparos de pistola y revólver. Las decenas de detonaciones alertaron a otros miembros del clan de Los Gallegos, que corrieron en auxilio de sus familiares disparando sus armas contra los agresores. Uno de éstos, Celedonio Jiménez Silva, de 25 años, recibió varios tiros que no le afectaron a órganos vitales.
'Esto es muy tranquilo, por eso, en cuanto oímos los disparos, nos metimos en nuestras casas y no quisimos saber nada de lo que ocurría fuera', explicaban ayer algunos moradores de Las Mimbreras. 'Pasamos mucho miedo porque durante unos minutos no se dejaron de oír tiros. Procedían de la zona de las chabolas. Cuando parecía que habían parado, se oyeron más', señaló una mujer.
Los familiares de Los Gallegos subieron a los heridos en dos furgonetas y los trasladaron a la Fundación Hospital Alcorcón, a unos tres kilómetros del poblado. Según fuentes policiales, Barrull murió por el camino. Este joven, casado y padre de un hijo, había sido detenido en varias ocasiones por robo con violencia (atraco) y lesiones.Su suegro, el patriarca Estero, que carece de antecedentes policiales, llegó al hospital con vida, pero había sido alcanzado por tal cantidad de disparos que murió media hora después de haber ingresado.
Mientras, Celedonio Jiménez Silva, el herido de Los Extremeños, fue trasladado al hospital Doce de Octubre, donde ayer estaba ingresado en cuidados intensivos. Su estado era grave, aunque no se temía por su vida, según una portavoz del centro hospitalario.
Agentes de la comisaría de Latina, del Grupo V de Homicidios y de Policía Científica, recogieron en el lugar de la refriega más de 80 casquillos y cartuchos. Los policías detuvieron a Ángel Jiménez Silva, de 19 años, hermano del herido del clan de Los Extremeños. Ambos están arrestados.
Más de un centenar de familiares permanecieron todo el día en la puerta del cementerio de Alcorcón, desde donde hoy serán trasladados a Lugo los dos cadáveres. Policías antidisturbios estaban anoche alertados por si tenían que intervenir, ya que de noche podría rebrotar el afán de venganza.
El 3 de julio del año pasado, el matrimonio formado por Enrique Montoya Borja, de 30 años, y Rocío Iglesias Muñoz, de 32, murió acribillado a tiros ante sus tres hijas de 9 años, 7 años, y 5 meses. Ocurrió en el poblado chabolista del Pozo del Huevo (Madrid), donde les esperaban dos mujeres y tres hombres de otro clan.
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