La invasión de las cucarachas

Los vecinos de un bloque de viviendas de titularidad municipal del barrio leridano del Secà de Sant Pere mantienen desde hace aproximadamente dos años una guerra particular contra las cucarachas. Los insectos tienen su cuartel general en el sótano del edificio, al que los vecinos no pueden acceder, y por las noches invaden la calle y se introducen en los pisos aprovechando cualquier orificio o rendija.

Los damnificados por esta plaga de cucarachas son alrededor de 50 familias que viven en régimen de alquiler en los bloques números 2, 4 y 6 de la calle de Cuenca. Como la invasión no remite, los afectados han decidido denunciar la presencia de escarabajos en sus casas, pero el Ayuntamiento de Lleida, propietario de los pisos, se ha limitado a fumigar la zona donde se sospecha que está el nido principal. Los vecinos opinan que con esta actuación no se eliminará el problema y reclaman fumigaciones periódicas. 'Si quieren acabar con estos bichos asquerosos tendrían que realizar una desinfección a fondo cada mes', propone Juan Blanco, uno de los inquilinos más afectados porque vive en una planta baja.

El Ayuntamiento de Lleida, propietario de los pisos, se limita a fumigar la zona

Las cucarachas, que son de gran tamaño y tienen una gran movilidad al ser también voladoras, se han adueñado prácticamente de cada rincón de las casas y es en esta época cuando resultan más molestas. 'Se cuelan por todos los agujeros y entran por los respiraderos, por los desagües, por las ventanas, por los huecos de las persianas y por debajo de las puertas', señala Blanco mientras no cesa de lamentarse. 'No podemos con ellas. Cuando te levantas por la mañana, te las encuentras en la almohada, en el pasillo, en la bañera, en la cocina... Tenemos suerte de que no pican', añade su hija Mónica, de 13 años.

Blanco, que lleva 13 años viviendo en el mismo piso, explica que las molestias que causan estos insectos son insoportables desde hace dos años. Este vecino atribuye la invasión de cucarachas al hecho de que las brigadas municipales taparon los agujeros por los que los gatos entraban al sótano del edificio. 'Eso fue un gran error, ya que mientras hubo gatos no vimos ninguna cucaracha. Después de esta experiencia prefiero a los gatos', afirma este vecino, que se acaba preguntando si alguien puede garantizarle que después de las cucarachas no vendrán las ratas.

Los técnicos de la Empresa Municipal de Urbanismo, que el miércoles realizaron una primera fumigación, admiten que el problema constituye una auténtica plaga, pero esperan poder controlar la situación con medios químicos y con la colaboración de los propios vecinos, a los que han recomendado combatir al enemigo dentro de sus casas con insecticidas. Sin embargo, los afectados no ven la guerra ganada. Algunos incluso han pensado en la posibilidad de dejar el piso, pero el consistorio se ha negado a facilitarles otro de alquiler. 'Si esto continúa así, se nos van a comer las cucarachas', afirma otra vecina que no tolera la convivencia con los insectos.