_
_
_
_
Reportaje:

Casi solos ante el peligro

Comerciantes y residentes del Barri Gòtic se quejan de la escasa presencia policial en el sector

Blanca Cia

Once de la mañana. Cruce de la calle de Montcada con la de Princesa. Se bajan los pivotes de acceso y dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía motorizados encaran, desde Carders, la calle de los museos Picasso y de la Indumentaria. Si no pasa nada siguen su ruta y cruzan hasta Santa Maria del Mar, casi como una exhalación. En las inmediaciones, ni un guardia urbano, tan sólo un empleado de SMASSA controlando que los comprobantes de aparcamiento de los coches no excedan el tiempo que indica el vale. Ni siquiera en el cruce de Princesa con la Via Laietana -uno de los sitios preferidos por los descuideros para abrir rápidamente los vehículos y arramblar con lo que encuentren- se nota la presencia de la policía. Tampoco la de la Guardia Urbana.

El panorama es parecido una hora más tarde, cuando las calles de Montcada y Princesa son una riada constante de visitantes y turistas que utilizan ese eje que comunica el tronco de La Rambla con el área de museos del Barri Gòtic.

A los comerciantes y vecinos de la zona este panorama nunca les ha gustado. Pero casi empiezan a resignarse. 'Seguro que con un par de agentes paseando arriba y abajo de la calle se evitarían muchos tirones y sustos, porque las patrullas motorizadas están bien pero no sirven para prevenir, sólo para actuar cuando ya se ha cometido el robo', explica un comerciante del final de la calle de Montcada.

Ese punto de vista es compartido por un amplio sector no sólo de comerciantes, sino también de residentes. Esas patrullas hacen rondas por amplios sectores de Ciutat Vella, llegan hasta la Barceloneta, se aproximan a la Ciutadella y regresan al Gòtic, entre otros barrios. Su trabajo es apreciado, pero se considera absolutamente insuficiente.

Las cosas han cambiado y la percepción de que alguien se te acerca con malas intenciones ya no está tan clara. 'Sencillamente se camuflan entre los turistas, y parecen uno más de ellos. Suelen ir varios. Dos o tres. Están por la calle y cuando pasa la patrulla motorizada ves que se llaman por teléfono. Casi es seguro que inmediatamente despúes ocurre algo. Salen corriendo hacia Carders y ya está'. El relato es de un comerciante que no quiere que se le identifique porque, asegura, se conocen todos. Dice también que parte de los autores de ese tipo de delitos siguen utilizando como base parte del Casc Antic: los aledaños del solar del antiguo mercado de Santa Caterina. Es cierto que se producen carreras por esas calles entre los que salen huyendo y las patrullas policiales que acuden al recibir un aviso.

Los establecimientos de regalos situados en los alrededores del Museo Picasso disponen incluso de un timbre que utilizan para avisarse entre ellos. Habían llegado a salir con silbatos a la calle, recuerdan en algunas tiendas. Los guardias de seguridad del Museo Picasso controlan constantemente los accesos, sobre todo cuando los visitantes se arremolinan en las puertas o hacen cola para entrar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Aunque algunos vecinos admiten que las cosas han mejorado respecto a otros tiempos -'Hemos pasado épocas peores', dice el responsable de una farmacia- lo cierto es que la inseguridad ha ido escalando puestos en las preocupaciones del conjunto de los residentes de Barcelona. Así se refleja en las encuestas municipales que se hacen trimestralmente. En ellas, la seguridad era el principal problema de Barcelona para el 4,6% de los preguntados en junio de 1999. Cuatro años después, ese porcentaje se ha disparado hasta el 26,5%.

La percepción se acentúa más en algunas partes de la ciudad y en ciertas épocas: Ciutat Vella y, en especial, la temporada turística. Tal vez por ello cada vez está más extendido el convencimiento de que es necesaria la presencia de más policía, aunque sólo sea como elemento disuasorio que por sí mismo tampoco arreglará una de las raices del problema: la multirreincidencia. 'Es que les conocemos', insisten los comerciantes al hablar de ello.

La concejal del distrito, Cati Carreras, insiste en que la zona no está desprotegida y que parte de Ciutat Vella -las áreas que concentran a más visitantes- tiene un sistema de vigilancia repartido entre los cuerpos policiales. 'Lo que no podemos hacer es poner a todos los guardias urbanos a patrullar las calles porque la seguridad no es su competencia y sí lo es, en cambio, controlar la venta ambulante, perseguir a los trileros o inspeccionar las obras', insiste la concejal. Y ahora, con la huelga de autobuses, reforzar el dispositivo del tráfico para evitar atascos. Eso dicen en el Ayuntamiento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_