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Los argentinos dan la espalda a la banca

Cuatro de cada cinco ciudadanos declara que no volverá a confiarles sus ahorros

Alejandro Rebossio

Decenas de argentinos protestan a diario frente a las oficinas bancarias. Cuatro de cada cinco ciudadanos no volverá a ahorrar en los bancos, después de que sus ahorros fueran atrapados por el corralito en diciembre. Sin embargo, según una reciente encuesta, la mayoría responsabiliza de la congelación de depósitos a la clase política.

No sólo los ciudadanos responsabilizan a los políticos, a la misma conclusión llegó en una reunión reciente el Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros, que reúne a antiguos ministros de Economía, presidentes de bancos centrales, funcionarios de organismos multilaterales y analistas de bancos privados.

Ciudadanos y expertos financieros coinciden en responsabilizar a la clase política de la descapitalización sufrida por el sistema bancario
Las entidades con sede en Buenos Aires están sopesando trasladar sus oficinas a Uruguay para atender desde allí a sus clientes argentinos

'No todas las crisis financieras son causadas por el mal manejo de la gestión de los bancos. Argentina es un ejemplo', concluyó este grupo de pensamiento liberal en el documento final de su reunión. 'El sistema' argentino 'estaba bien capitalizado, pero no pudo sobrevivir a una serie de intervenciones que destruyeron el valor de los bancos (como el corralito) y expropió su capital (como la pesificación asimétrica)', señaló el comité, en alusión a la decisión del Gobierno de Eduardo Duhalde que convirtió los créditos y los depósitos en dólares a pesos según distintas paridades monetarias: 1 a 1 para los préstamos y 1 dólar por 1,40 pesos para los ahorros. La divisa norteamericana cotiza en la actualidad a 3,40 pesos.

La de Argentina fue la primera crisis financiera que ocurre en un país con elevada internacionalización de la banca, a diferencia de lo acontecido en México (1995) y en Asia (1997). La experiencia comprobó que las entidades foráneas sólo están dispuestas a sostener a sus filiales ante problemas individuales o limitados. 'Los bancos extranjeros no son malos sino que actúan de forma racional', adujo la economista peruana Liliana Rojas Sánchez, ex funcionaria del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Deutsche Bank.

La filial del canadiense Bank of Nova Scotia permanece suspendida, con planes de seguir los pasos del francés Crédit Agricole, que hace dos semanas dejó los tres bancos que tenía en el país suramericano en manos del estatal Banco de la Nación Argentina.

La crisis argentina demostró, según el documento, los problemas que generan los bancos estatales con su tentación de influir políticamente con la cesión de préstamos. El sistema también estalló porque las entidades contaban con títulos públicos de largo plazo cuyos valores pasaron a valer el 20% de su valor nominal, por la suspensión de pagos decretada en diciembre pasado, mientras que los depósitos continuaban escapándose al exterior o debajo del colchón de sus dueños.

Los expertos financieros opinaron que una dolarización de la economía argentina ampliaría aún más los costes de la crisis. También resaltaron la necesidad de recomponer la cadena de pagos. Aunque se manifestaron a favor de un tipo de cambio libre, admitieron que la gravedad de la coyuntura exige los actuales controles cambiarios del Banco Central para evitar una mayor devaluación, que roza el 70% desde enero, y la pérdida de la escasa liquidez del sistema.

Riesgo de contagio

El comité, que cuenta con homólogos en Asia, Estados Unidos y Europa, alertó por último sobre el contagio de la crisis argentina a bancos de ese origen en Uruguay, primera escala de la fuga de capitales de la tercera economía latinoamericana. Ni el banco central argentino ni el uruguayo actuaron para sostener esas entidades. Por eso fueron suspendidas las filiales de los bancos Galicia y General de Negocios (BGN). De los bancos uruguayos salieron en abril pasado depósitos extranjeros -principalmente argentinos- por 633 millones de dólares. De todos modos, instituciones financieras con sede en Buenos Aires están planeando el traslado de su operación a oficinas en la otra margen del Río de la Plata para atender desde allí a sus clientes argentinos. Una de esas entidades es la división de banca privada del Banco Río, propiedad de SCH.

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