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Reportaje:

Los inversores se ponen a cubierto

La falta de alternativas para el dinero provoca la vuelta a las inversiones sin riesgo e infla aún más el mercado inmobiliario

Pese a la variada oferta de productos financieros, los inversores llevan dos años sin encontrar alternativas claras. Los índices bursátiles siguen a la baja, mientras que la rentabilidad de los tipos apenas compensa la pérdida de poder adquisitivo por la inflación. En este primer envite que sufre el inversor después de atreverse a asumir los riesgos de los mercados financieros, la familias españolas han optado por buscar la tranquilidad en los productos sin riesgo, al tiempo que disminuyen su inversión financiera en favor del sólido ladrillo.

El ahorro financiero de las familias creció sólo el 2,6% durante el pasado año: la pérdida de valor de su cartera empezó a pasar factura
Las familias no han huido en estampida de la Bolsa y han optado por quedarse quietas, lo que se refleja en la caída del número de operaciones
Dentro de la modalidad de fondos FIM, donde el ahorrador asume riesgos, se han marchado 493.610 partícipes en los últimos doce meses
La Bolsa alcista de los noventa y el 'boom' inmobiliario cierran una etapa de extraordinario aumento en la riqueza de las familias
Los expertos se han sorprendido de la fidelidad de las familias españolas a su inversión en Bolsa, que bajó en 6.000 millones en 2001

Las familias españolas se encuentran en una encrucijada a la hora de decidir dónde colocar su ahorro. Las bolsas continúan muy volátiles, con los grandes valores recortando día a día sus precios. Los tipos de interés tampoco consiguen rentabilizar adecuadamente el ahorro y, en el mejor de los casos, se logra que el dinero no pierda su poder adquisitivo. Estamos en una situación de tipos reales (tipos nominales menos la inflación) negativos en casi todos los plazos. El ahorro financiero se encuentra, pues, en una difícil coyuntura que ha permitido prolongar el boom del mercado inmobiliario, un sector que sigue boyante por la imparable entrada de dinero.

Así, según datos del Banco de España, se ha producido un frenazo en el dinero que los españoles destinan a depósitos, acciones, fondos, planes de pensiones o seguros. En el pasado año, este dinero alcanzó los 1,18 billones de euros, sólo el 2,6% más que en 2000, año en el que creció el 7,46%. Pero estos porcentajes de crecimiento son modestos si se comparan con pasados ejercicios, en los que el ahorro financiero aumentó anualmente a un ritmo entre el 12% y el 16%.

La bolsa ya no es el poderoso imán que atraía a los ahorros de las familias, como tampoco lo son los fondos de inversión. Así, a falta de conocer con mayor exactitud los datos del mercado inmobiliario, las familias españolas sólo lo están viendo claro en la inversión en ladrillos, lo que explica los modestos aumentos del ahorro financiero. Por vez primera, las familias se enfrentan a esta complicada situación de su ahorro financiero, después de dar en menos de un lustro el salto desde el ahorrador hasta el inversor que asume riesgos. Un nuevo inversor que en este breve periodo de tiempo además se ha internacionalizado, comprometiendo la marcha de su dinero a la evolución de las bolsas y mercados de bonos mundiales.

Esta transformación del ahorrador es patente. En 1994 el dinero colocado en depósitos bancarios representaba 54 de cada 100 pesetas y el pasado año esta cifra era de 38 pesetas. Del mismo modo, la bolsa y los fondos de inversión pesaban hace ocho años el 28% de la cartera inversora y ahora se elevan hasta el 44%, aunque en 2000 llegó a representar 46 de cada 100 pesetas destinadas al mundo financiero.

Quietos en bolsa

El pasado año se ha producido un freno en esta tendencia inversora que los expertos califican de situación pasajera por una conyuntura adversa de las inversiones con riesgo. El proceso de sofistificación de las familias con su entrada en bolsa y fondos, así como en los mercados internacionales, es imparable. Eso sí, en 2001 el mal momento de los mercados ha llevado a muchos españoles a dar un sesgo más conservador a sus ahorros que aseguran pasará. Ahora bien, con las cifras que se conocen de este ejercicio, el desconcierto y la búsqueda de refugios para el dinero marcan la pauta. 'No creo que se haya producido una salida masiva de inversores de la bolsa, pero están muy parados. No se mueven y eso se refleja en que ha caído sustancialmente el número de órdenes, aunque no tenga una traslación tan clara en los volúmenes de negocio. Son pequeños inversores que están aguantando, pero que han paralizado sus compras y ventas porque no ven claro el panorama', explica un operador desde una sociedad de valores.

Por vez primera en casi una década, la cartera de acciones cotizadas en manos de las familias ha caído. En 2001, esta cartera sumó 120.245 millones de euros, 6.000 millones de euros menos que en 2000, viniendo de años de fuerte crecimiento. Una cifra que indica un cambio de tendencia, pero que no apunta una estampida. Los propios analistas de los mercados están sorprendidos por la voluntad de permanencia que han mostrado las familias pese a los malos resultados de los mercados de acciones en los dos últimos años.

Si la bolsa se ha resentido, los fondos de inversión que invierten en acciones y, en general, aquellas modalidades más expuestas al riesgo también han sufrido esa suave vuelta al ahorro tradicional protagonizado por las familias en el último año.

Productos conservadores

En este caso sí se puede hablar de número de inversores que han optado por buscar refugio en otros fondos conservadores o que directamente se han ido a productos distintos o al mercado inmobiliario. A cierre del pasado mes de abril, 7,4 millones de personas confiaban su dinero a los fondos. Pues bien, dentro de la modalidad FIM, donde el ahorrador asume riesgos, se han marchado en los últimos doce meses 493.610 partícipes, mientras que han entrado 285.529 partícipes en los fondos de dinero sin riesgo (Fiamm).

En el cómputo total supone que 208.081 personas han abandonado los fondos de inversión. Estas cifras dejan constancia de la marcha de numerosos inversores hacia productos sin riesgo, huyendo de las pérdidas de las bolsas tanto nacionales como internacionales. En este sentido, los fondos de renta fija mixta han sido los que más sufrieron con una caída del 35% de los inversores en doce meses. Una pérdida de partícipes que ha ido acompañada de una salida de capital de los fondos.

Algunos productos de ahorro e inversión con un claro perfil conservador se han beneficiado de esta búsqueda de seguridad por parte de los ahorradores. Los depósitos bancarios , los seguros de vida-ahorro y los planes de pensiones han recogido buena parte del dinero que se ha marchado de otros instrumentos, así como del nuevo -30.000 millones de euros- que acudió en 2001 al mundo financiero. Los seguros de vida-ahorro que garantizan una rentabilidad mínima a los ahorradores han sido los productos que más crecieron el pasado ejercicio. Más de 11.000 millones de euros se acomodaron en este producto que prácticamente ha multiplicado su patrimonio por cuatro en los últimos siete años y ya representan el 14% del ahorro financiero de las familias. Los planes de pensiones son un producto más atípico por cuanto el ahorrador no tiene la libertad para mover su dinero hacia otros productos o hacia el mismo consumo. En el 2001, según las cifras del Banco de España, la cartera de las familias españolas en este ahorro para la jubilación ha aumentado en 4.500 millones de euros.

Perspectivas

Queda claro que las familias han adaptado su ahorro financiero a una coyuntura más negativa de las inversiones sin riesgo, pero no han huído despavoridas hacia los productos seguros.

Pese a la mala coyuntura de los mercados, los expertos consideran que las familias españolas continuarán aumentando su cartera de acciones y de fondos de inversión. Eso sí, el traspaso masivo de los últimos años hacia productos con riesgo será más suave: el gran trasvase ya se ha producido.

El mal momento de las bolsas ha provocado una sequía de Ofertas Públicas de Venta (OPV). Así, desde que en mayo del pasado año saliera Inditex a bolsa, no se ha producido ninguna otra oferta, cuando las familias se han visto muy atraídas por las OPV tanto privadas como públicas. En este sentido, será determinante que vuelvan a producirse nuevas ofertas que atraigan el dinero de las familias y que vendrán cuando el mercado se encuentre más estable. Un buen indicador va a ser la demanda de acciones de Enagás que prepara su bautizo bursátil.

Las privatizaciones han sido determinantes en que las familias españolas tengan una cartera de 120.245 millones de euros, lo que supone el 30% del valor del mercado español que antes se encontraba en manos del Estado.

En las previsiones que hace Domingo García Coto, subdirector del Servicio de Estudios de la Bolsa de Madrid, los mayores crecimientos hasta el año 2005 se producirán en fondos de inversión y de pensiones con un aumento anual que rondará el 15%. Luego serán las acciones las que más atraigan a los inversores y prevé que crezca la cartera de las familias en torno al 11,3% hasta el ecuador de este decenio. Le siguen los seguros con un 9%.

Los únicos apartados que sufrirán desinversión por parte de las familias españolas son los billetes y las obligaciones y bonos con un descenso en ambos casos de tan sólo el 0,2%.

Un golpe de riqueza

En el mundo de la inversión se producen contagios entre las distintas alternativas. Eso sí, no se trata de un círculo virtuoso en el que el dinero salte de la Bolsa a los inmuebles para luego retomar el camino contrario. En ocasiones, se produce que todas las inversiones pueden encontrarse deprimidas o que compartan momentos de euforia y fuertes alzas. Según datos del Ministerio de Fomento, en el periodo 1997-2001, el precio de la vivienda subió el 46,6%, compartiendo ejercicios de fuertes alzas en las bolsas hasta las caídas de 2000. Se ha vivido, pues, un momento excepcional en el aumento de la riqueza de los españoles que ha venido tanto por el alza del mercado de acciones desde 1995 hasta 2000 como el boom de la vivienda. Un efecto riqueza que tiene sus consecuencias en la economía. José Manuel Naredo, en un reciente trabajo elaborado para la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) apunta que 'resulta muy difícil, por no decir imposible, que la revalorización de los activos financieros pueda suplir el papel que los activos inmobiliarios han jugado en la revalorización del patrimonio de los hogares operada en el año 2000: para que tal cosa ocurriera los activos financieros de renta variable tendrían que acusar una revalorización media anual de cerca del 70%. Como a las perspectivas de mayor estabilidad de los precios inmobiliarios se añade el actual declive de las cotizaciones bursátiles,sin que existan síntomas claros de repunte en los mercados, no parece que vayan a reproducirse en un futuro próximo episodios de revalorizaciones patrimoniales tan intensas como las observadas en los dos últimos ciclos alcistas'. Y añade: 'Cabe recordar que, al igual que las revalorizaciones patrimoniales actuaron como 'euforizantes' de la actividad económica general, la estabilidad o el declive patrimonial tendrá una incidencia depresiva obvia que merecerá la pena analizar'.

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