_
_
_
_
Reportaje:

Una mina no explotada

Casi seis kilómetros de documentos sobre la Guerra Civil se almacenan en desorden en la Fábrica de Artillería de Sevilla

Muchas veces, los episodios con los que se conforma el rompecabezas de la historia están condenados a un triste destino de abandono y deterioro, ocultos y hurtados, por interés o simple desidia, al patrimonio colectivo. Así ocurre con los casi seis kilómetros de legajos del Archivo Histórico del Tribunal Militar Territorial Segundo, con sede en Sevilla: unos fondos de incalculable valor para el estudio y conocimiento de la II República y la Guerra Civil que permanecen sin catalogar, en desorden y sin que ninguna administración, excepto la Diputación, se haya interesado por esta enorme riqueza documental. Apenas un puñado de historiadores ha accedido a sus fondos desde que se abrió a la investigación, con permisos especiales, en 1997.

'Es uno de los grandes archivos para el estudio del siglo XX en Andalucía', sostiene el historiador Francisco Espinosa, el que más se ha adentrado en la maraña de legajos y expedientes que alberga la antigua Fábrica de Artillería de la capital andaluza. El Archivo Histórico de la Segunda Región Militar (ahora Región Militar Sur) depende administrativamente del Ministerio de Defensa, pero su titular es el Ministerio de Justicia. Como no existe un inventario, no se sabe a ciencia cierta cuál es su contenido, pero Espinosa, que elaboró un informe sobre su estado, afirma que existen documentos desde la década de los diez del siglo pasado hasta los años setenta.

La historia del siglo XX

'Es la historia del siglo XX, allí está desde la huelga general de 1917 a los conflictos sociales de la dictadura de Primo de Rivera, la II República, el golpe de Sanjurjo en el 32, los sucesos de Casas Viejas y, por supuesto, la guerra civil. Puede estar la guerra de Marruecos', dice. En su opinión, se modificaría profundamente el panorama de los estudios sobre la República y la Guerra Civil si se ordenara. El grueso del archivo, que ocupa 5.807 metros lineales distribuidos en tres salas, se sitúa entre 1930 y 1950, especialmente a partir del golpe militar de 1936. 'Existe abundantísima irformación sobre los consejos de guerra celebrados hasta ya entrados los años 50', añade.

Los campos de concentración, la guerra de guerrillas y los miles de presos de la posguerra también originan miles de expedientes. El informe señala que muchos documentos están dañados por la humedad y los roedores, 'con hojas pegadas que se deshacen al abrirlas y márgenes de páginas que los pequeños animales que habitan los archivos han devorado con letras incluidas'.

Hubo un primer arreglo de las naves. 'Lo limpiaron, arreglaron las goteras que caían sobre los legajos y lo desinsectaron', agrega Espinosa, que sacó la información para su libro La justicia de Queipo del archivo. Localizar un documento es una tarea ardua. Los archivadores que existen están ordenados fonéticamente. 'La V y la B es lo mismo, la S, la C y Z también. La H no existe. Hay referencias que no coinciden con las cajas. Prácticamente el 70 % de los legajos están desordenados. Es una mina por descubrir', añade Manuel Velasco, otro de los investigadores.

Un grupo de investigadores propuso a la Diputación un proyecto de intervención. 'Ni la Consejería de Cultura, ni el Ayuntamiento ni la Universidad se interesaron por el asunto', afirma Laureano Rodríguez, profesor de Archivística de la Hispalense. Tras un acuerdo con Defensa (en julio de 2001) para la firma de un convenio para la organización del archivo, ésta dejó pendiente la firma. 'Llevamos meses esperando y el ministerio no contesta', dice José Luis Girón, director del Ärea de Cultura de la Diputación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_