Un negocio menos redondo
Los altos precios y el caos en las entradas generan incertidumbre a Corea del Sur y Japón
Con 3.100 millones de euros invertidos, Japón y Corea del Sur, azotados por una grave crisis económica, confían en exprimir al máximo la gallina de los huevos de oro que supone un Mundial. Un espectáculo con una audiencia televisiva global estimada en 35.000 millones de espectadores y una asistencia en directo de 3,5 millones de personas. Un circo con 552 estrellas del fútbol cuyo valor en el mercado supera los 4.000 millones de euros y del que la FIFA espera recaudar 915 millones.
Pero no sólo el máximo organismo futbolístico, que ha presupuestado para premios, seguridad y viajes de las 32 selecciones un 51% más que en 1998, aspira a mejorar la caja. En Corea del Sur, el Instituto de Desarrollo ha estimado que el campeonato generará el doble o incluso el triple de la cifra invertida, incrementará un 0,11% la economía nacional y permitirá crear 350.496 puestos de trabajo. Sólo la industria del turismo, según un informe del Banco de Corea, moverá 1.333 millones de euros y activará 40.000 empleos.
En Japón todos suspiran por que el evento sirva de catalizador para una economía en recesión durante el último decenio, que ha condenado al desempleo a más de tres millones de personas. Dos de los institutos económicos más prestigiosos, el Dentsu y el Social Engineering, han calculado que el fútbol multiplicará igualmente por dos o por tres la inversión y se estima un impulso económico del 0,3%. Otro informe, el de Dai-Ichi-Life, aventura que los ciudadanos de este país se gastarán 162 millones de euros en la compra de televisores, vídeos y aparatos de DVD.
Sin embargo, no todos los analistas se muestran tan eufóricos. Sobre todo, en cuanto a los cálculos referidos a los turistas, principalmente los europeos, los más tendentes a embarcarse con sus equipos. Los dos países organizadores se temen que la lejanía y la carestía de la vida a una y otra orilla del mar del Este frenen lo que suponían que iba a ser una gran afluencia. En Corea del Sur, a finales de abril, se había cancelado el 70% de las reservas hoteleras, o lo que es lo mismo, 563.000 habitaciones.
Los japoneses, que preveían que los visitantes extranjeros se gastarían unos 271 millones de euros también están mosqueados. Los precios han retenido a los visitantes, alarmados ante el hecho de que Tokio y Osaka sean dos de las ciudades más caras del mundo, según la clasificación del semanario británico The Economist. Seúl, atormentada estos días por las huelgas, ocupa el quinto lugar.
En Tokio, por ejemplo, una comida para dos personas en un restaurante medio ronda los 200 euros, viajar del aeropuerto al centro puede suponer unos 250 y desplazarse en el tren rápido hasta Osaka unos 217.
Por todo ello, en Alemania, por ejemplo, sólo se han vendido 3.000 entradas y los viajes de dos semanas se ofrecen, entrada incluida, por 5.650 euros y los de doce días por 4.090 euros. En el Reino Unido también hay reticencias. Llegar a Sapporo, donde el día 7 se enfrentan los conjuntos de Argentina e Inglaterra sale por unos 1.628 euros el pasaje y 87 la noche de hotel.
Ningún lleno asegurado
En Corea del Sur esperan vender 1,5 millones de entradas, 760.000 a los seguidores nacionales y 740.000 a los extranjeros, para los 32 partidos que se jugarán en la península. Pero lo cierto es que, a día de hoy, salvo para las citas de Brasil con China (8 de junio, en la isla sureña de Seogwipo) y Costa Rica (13 de junio en Suwon), no hay ningún lleno asegurado. Ni mucho menos. Incluso, los organizadores -que todavía deben vender 250.000 localidades- se temen que en encuentros sin pedigrí los megaestadios construidos para el campeonato se queden vacíos.
El precio medio de una entrada ronda los 65 euros, lo que, por ahora, ha retraído a muchos surcoreanos, y provocado las protestas de las autoridades locales, disconformes con el hecho de que los tickets cuesten lo mismo que en Japón, un país con mayor nivel de renta. Desde el comité organizador surcoreano se culpa en gran medida a la empresa británica Byrom, encargada de la distribución de los boletos. Esta compañía los puso a la venta directa el pasado día 15 y a las pocas horas se tuvo que suspender el proceso por problemas técnicos. La venta no se reanudó hasta el pasado lunes.
En Japón, donde el comité organizador debe distribuir 675.000 entradas, no les ha ido mucho mejor con Byrom, una firma radicada en Manchester. Un problema en la imprenta ha retrasado varias semanas el despacho al público de las mismas. De hecho, varios técnicos del sector contratados por la organización japonesa se desplazaron recientemente a la ciudad británica para examinar en directo la magnitud del problema. Hoy aún faltan por llegar desde el Reino Unido 104.000 entradas a Corea del Sur y 188.000 a Japón, según confirmó el pasado jueves David Hill, el escocés que preside la subcomisión correspondiente de la organización.
Pese a tantas inquietudes, los indicadores bursátiles de los países organizadores brillan de momento. Según el diario económico japonés Nihon Keizai, el índice Nikkei ha ganado un 10% desde diciembre mientras el surcoreano Kospi se ha inflado un 30% en el mismo periodo. La tendencia alcista de las bolsas es habitual antes de los Mundiales. En Francia 98 creció el 7,7% el mes anterior al inicio; en Estados Unidos 94, un 2%, y en Italia 90, un 7,8%. Pero, tras bajar el telón, en el mes siguiente, cayeron un 0,2% en Francia, un 0,7% en Estados Unidos y un 3,5% en Italia.
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