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GIRA DE BUSH

La larga marcha de un presidente desde Tejas hasta el Reichstag

El George W. Bush que habló ayer ante el Bundestag alemán -en un edificio, el Reichstag, en el que todavía se pueden leer las pintadas de los soldados del Ejército Rojo que liberaron Berlín en 1945- es un hombre muy distinto a aquel gobernador de Tejas que asumió la presidencia de EE UU en enero de 2001 sin haber pisado jamás suelo europeo y con sólo mínimas nociones de política internacional. Sobre todo a raíz de lo que él mismo llamó ayer la 'línea divisoria' del 11-S, Bush intenta ganar talla de estadista, como quiso demostrar con un discurso salpicado de referencias a la sangrienta historia europea del siglo XX, evocaciones a los valores compartidos a ambos lados del Atlántico y mucha emoción anticipada de los acuerdos de desarme y cooperación Rusia-OTAN, que se firmarán en los próximos días en Moscú y Roma.

Berlín -'una ciudad en cuya vida está escrita la historia de nuestro tiempo', según formuló el presidente estadounidense- es un escenario ideal para este tipo de discursos. A Bush le consta por razones familiares: entre los grandes méritos de su padre estuvo precisamente haber contribuido, junto al presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, a la reunificación de Alemania. Así lo reconoció Bush hijo en dos ocasiones; también para felicitar a Schröder y a toda Alemania por su creciente protagonismo internacional (envío de tropas a Afganistán incluido). 'Este es un país que tiene confianza en sí mismo, guiado por un hombre que confía en sí mismo, y eso está bien para la paz mundial', dijo Bush.

Claro que, debido al gigantesco operativo de seguridad, el presidente poco o nada vio de Berlín y Alemania en su primer viaje por estas tierras. 'Vivo en una burbuja. Eso sucede cuando uno es presidente. Así es la vida', admitió. Algún día, dijo también, le gustaría volver a la ciudad y conocerla mejor. 'Iremos a pescar juntos', prometió a Schröder. Como para demostrar que Europa y EE UU siguen siendo universos culturales distintos, en ese momento sonaron risas entre la prensa alemana. Es posible imaginarse a Schröder en muchos pasatiempos, pero no en un río pescando.

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