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Entrevista:Luc Boltanski y Ève Chiapello | LA GLOBALIZACIÓN Y SUS CRÍTICOS

'El nuevo capitalismo pone contra las cuerdas el Estado del bienestar'

Amador Fernández-Savater

Luc Boltanski y Ève Chiapello han renovado la perspectiva crítica en Francia, sobre todo tras la publicación en 1999 de El nuevo espíritu del capitalismo (Akal). Ahí demuestran la amplitud de la crisis del capitalismo en las empresas y en la sociedad y hasta qué punto ésta es el resultado de la conjunción de lo que estos sociólogos denominan la 'crítica social' (las aspiraciones de igualdad) y la 'crítica artista' (la autonomía y la libertad). Con motivo de un seminario organizado en Madrid por la Universidad Nómada, conversamos con los autores.

PREGUNTA. ¿Cuál fue la recepción de su libro en Francia?

RESPUESTA. Realmente buena, fundamentalmente entre la izquierda, en la que ha colmado un déficit de análisis sobre lo que había ocurrido durante los últimos treinta años. El malestar que percibíamos era un sentimiento compartido por un gran número de personas, ya fuesen miembros de la generación de 1968 que, habiendo depositado parte de sus esperanzas en el ascenso al poder de los socialistas, se habían sentido decepcionados, ya se tratase de personas más jóvenes que habían tomado conciencia política entre 1985 y 1995, es decir, en un momento de máxima despolitización. Estos jóvenes se encontraron inmersos en una sociedad en la que primaba la desigualdad, en la que todo era una mercancía, y en la que una parte de la población se encontraba precarizada, mientras el discurso político oficial no hablaba más que de la ineluctabilidad del mercado mundial y de la necesidad de adaptarse a él.

'La nueva explotación en red es una explotación de los inmóviles por los móviles'
'El capitalismo ha restablecido sus vínculos con el desarraigo y los ha roto con estructuras como la familia'

P. Ustedes proponen una confluencia de las críticas social y crítica artista para plantear un desafío eficaz al nuevo espíritu del capitalismo.

R. La precarización del trabajo es hoy tan elevada que un gran número de trabajadores sufre tal inseguridad que no pueden construir proyectos de futuro, como fundar una familia. Este fenómeno restringe enormemente la libertad real de las personas: el nugevo mundo permite desarrollarse a aquellos que están bien dotados de recursos que facilitan la movilidad, mientras que encierra a los demás en una situación en la que sufren la precariedad, cuando no la exclusión.

P. ¿Cómo podrían confluir las diferentes formas de crítica?

R. Históricamente ha sido la crítica social la que se ha hecho portavoz de las demandas de seguridad, porque esta crítica se ha preocupado por la miseria y se ha indignado ante el egoísmo de los ricos. Sin embargo, aunque la ausencia de seguridad es un obstáculo para la libertad, la crítica artista que se constituye alrededor de las demandas de autenticidad y de liberación puede igualmente hacer de la seguridad económica uno de sus caballos de batalla. Este tema de la seguridad fue, pues, el primero en el que pensamos para reunir las dos críticas en el contexto actual.

P. ¿Existen manifestaciones concretas de esa reunión?

R. Sí. Pensemos en los presupuestos participativos de Porto Alegre.

P. Ustedes señalan los límites de la crítica, pero indican la importancia de reconstruir una respuesta adecuada a las nuevas dimensiones del capitalismo en un 'mundo conexionista'. ¿Son las redes, Internet incluida, los escenarios de una explotación hasta ahora 'invisible'?

R. La nueva explotación en red es una explotación de los inmóviles por los móviles. En el modelo de Marx, la explotación se basa en el diferencial de propiedad. En los estudios críticos de la burocracia, es el diferencial de poder en la jerarquía lo que permite la explotación burocrática. En un mundo en red, la explotación se apoya también en el diferencial de movilidad. El más móvil puede irse en cualquier momento, dejando plantado al menos móvil, que entonces debe pagar para reducir la movilidad del otro y conseguir que adapte su ritmo al suyo.

P. Habitualmente se identifica movilidad con modernidad.

R. En el abanico de valores del nuevo espíritu del capitalismo, la movilidad ocupa un lugar de honor. Se presenta como una exigencia de la modernidad, merecedora de una elevada retribución. Ahora bien, nosotros nos hemos dedicado a demostrar que los héroes móviles de la modernidad capitalista deben esa movilidad a la explotación de una multitud de personas aisladas en un lugar bien definido. Lo que nos conduce, finalmente, a la siguiente observación: los movimientos críticos suelen tender, sin duda por mor de la eficacia, a definirse isomórficamente con respecto al mundo que critican. De este modo, no cabe duda de que no podemos comprender la burocracia de los antiguos partidos y sindicatos marxistas si no vemos que era el reflejo de la gran empresa capitalista burocratizada.

P. ¿Existe algún vínculo entre la debilidad de las críticas del nuevo espíritu del capitalismo y la asunción del descontento por parte de la extrema derecha en Europa?

R. Por supuesto; y una vez más la cuestión de la movilidad nos parece, a este respecto, central. El capitalismo, con su reciente reorganización, ha restablecido el vínculo con una tendencia que le es fundamentalmente intrínseca: la del desarraigo, que arroja al mercado laboral a masas de personas que se han visto despojadas de los entornos en los que, hasta entonces, habían podido subsistir. Sin embargo, y éste es un hecho relativamente nuevo, el capitalismo ha roto los vínculos ideológicos que mantenía desde el siglo XIX con las estructuras tradicionales, sobre todo con las de la familia, para hacer de la movilidad su valor supremo.

P. ¿Cuál es su opinión sobre la situación en Francia?

R. Lo que más llama la atención de los resultados de las elecciones en Francia es que no traducen tanto una lucha de clases como la resistencia y la angustia de las clases populares, que ya no disponen de los recursos que les permitan aprovecharse de la movilidad, contra, por una parte, aquellos que disponen de los recursos que les permiten aprovecharse plenamente de la movilidad (por ejemplo, la figura del 'burgués bohemio') y, por otra, contra aquellos que, impulsados por una movilidad forzada y que sufren una precariedad aún mayor (inmigrantes, sin papeles), son percibidos por parte de estas clases populares como una amenaza contra los últimos parapetos de su seguridad.

P. Después de los acontecimientos de Seattle, Génova y Porto Alegre, ¿existe un punto de inflexión en la potencia crítica de los movimientos sociales? ¿Tiene fecha de caducidad el nuevo espíritu del capitalismo?

R. Una de las características del nuevo capitalismo es haber puesto contra las cuerdas las regulaciones y dispositivos establecidos por el Estado del bienestar organizado en el marco del Estado-nación, que constituía también el escenario principal en el que se producían las luchas sociales. El principal elemento de futuro en la contestación es su reconstrucción a escala internacional, pero de una forma descentralizada, que no tiene nada que ver con las derivas autoritarias que han extraviado al movimiento obrero a lo largo del siglo XX. Un segundo punto muy importante es que este movimiento ha puesto en primer plano no únicamente la defensa de los trabajadores precarizados, sino también la lucha contra la mercantilización generalizada.

De izquierda a derecha, los sociólogos franceses Ève Chiapello y Luc Boltanski, en Madrid.
De izquierda a derecha, los sociólogos franceses Ève Chiapello y Luc Boltanski, en Madrid.MIGUEL GENER

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