Voz creadora y única
La voz creadora, ciertamente. Si en el flamenco hay alguien que merezca este título, Morente es quizá el único. Aquí no hay arreglistas, ni compositores, ni inventores de nada en su entorno. Todo depende de él y de su personal entendimiento del cante, que en una carrera ya muy larga ha explorado en todas las parcelas posibles.
Un caso aparte, y prueba de ello es que van saliendo cantaores que tratan de integrarse en la escuela morentiana, pero se quedan en la superficie, en la pura estética formal de decir el cante, y ninguno accede a su capacidad creadora ni nada que se le parezca. Porque lo que hace Morente rebasa con generosidad el quehacer de un cantaor convencional para adentrarse en un mundo mucho más complejo y arriesgado.
La voz creadora
Cante: Enrique Morente. Toque: Paquete Porrina y Manolito Parrilla. Percusiones: Negri y Bandolero. Teatro Albéniz. Madrid, 14 de mayo.
Guitarras y percusión
En el concierto inaugural del Festival Caja Madrid -lleno a tope, como es seguro con Morente-, se valió de un acompañamiento sencillo, con dos guitarras nada sofisticadas pero familiarizadas con su cante, y que sin duda atienden con fidelidad a las indicaciones del maestro. Había también dos grandes percusionistas, con un Negri sensacional en cuanto a creación de ritmos y adecuación al cante rector, de tal manera que en este concierto la percusión alcanzó en varios temas -fandangos de Lucena y de Granada, siguiriyas, entre otros- carácter verdaderamente protagonista.
En cuanto a Morente, lo cantó todo, y en todo puso su genial vena inventora. Incluso utilizó letras del acervo popular conocidísimas, en tientos y otros estilos que la mayoría de los cantaores hacen ya de forma monocorde y rutinaria, y que sin embargo en la voz de Enrique Morente nos suenan a cante nuevo y, casi, casi, inédito, pues él sabe darles la vuelta y convertirlos en otra cosa. Que no deja de ser flamenco, entiéndase bien y no volvamos al viejo -por desfasado y caduco- prejuicio de que los cantes hay que hacerlos sin mover un milímetro lo que acuñaron maestros del pasado.
Babelia
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