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Tribuna:LA NUEVA EUROPA
Tribuna
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España y la ampliación de la Unión Europea

Los autores sostienen que la ampliación supondrá la expansión del mercado interior y ello será positivo sobre el empleo y la producción a medio y largo plazo.

La ampliación de la Unión Europea (UE) hacia los países del Centro y Este de Europa, Malta y Chipre, a diferencia de las anteriores, es de una envergadura sin precedentes y determinará el papel que la Unión haya de jugar en el contexto global en las próximas décadas. No es de extrañar, pues, que la UE se encuentre hoy plenamente movilizada en pos de una ampliación de escala continental que la llevaría a contar, en apenas una década, con casi 30 miembros, el doble de los 15 actuales.

En los primeros años, la entrada de nuevos miembros perjudicará la economía española

Este proceso de ampliación supondrá repercusiones diferenciadas para cada uno de los actuales miembros de la UE, entre ellos nuestro país. En lo que se refiere a los efectos económicos más relevantes, además de preguntarse sobre cómo se orientarán los flujos de comercio, de trabajadores o de inversión directa, hay que analizar las consecuencias de la ampliación sobre el montante y distribución de los fondos estructurales, ya que España es uno de los principales beneficiarios de los mismos. Todo ello, a su vez, tiene consecuencias sobre los equilibrios macroeconómicos de la economía española, especialmente el crecimiento, el empleo y el comportamiento de los precios. Así, bajo el título La Ampliación de la Unión Europea. Efectos sobre la

Economía Española, el Servicio de Estudios de La Caixa ha publicado una monografía que, junto a Carmela Martín y Javier Velázquez, hemos elaborado para tratar de evaluar los efectos de la ampliación sobre la economía española. Este artículo es un resumen de dicha monografía en el que se enfatizan los aspectos macroeconómicos del gran reto que para nuestro país representa la ampliación.

Respecto a los efectos comerciales, la incorporación de los países candidatos a la Unión Europea significará su participación en el Arancel Externo Común y en la Política Comercial Común al tiempo que se eliminarán las barreras a la libre circulación de mercancías en el seno de la UE, lo que resultará en una reducción en los costes comerciales. Las importaciones de bienes procedentes de los países candidatos serán más baratas para los consumidores españoles al tiempo que se reducirá el coste de los bienes intermedios y de capital importados para nuestras empresas. Ello las expondrá a una mayor competencia, dando lugar posiblemente a un proceso de ajuste estructural.

Por otra parte, la ampliación de la Unión Europea contribuirá a profundizar el Mercado Único Europeo, por lo que se incrementará la presión competitiva para todos. A partir de la experiencia adquirida desde el lanzamiento del mercado único en1992, podemos esperar un incremento en productividad (mediante la explotación de economías de escala) y un descenso en los niveles de precios (a través de una caída en los márgenes y en los precios intermedios) que conjuntamente aumentarán el potencial de crecimiento tanto en los PECO como en la actual Unión Europea.

El mercado único también implica la libre circulación de factores productivos, capital y trabajo. En particular, se esperan movimientos de capitales desde los actuales Estados miembros a los países candidatos y de trabajadores en sentido contrario, aunque estos últimos serán seguramente de poca entidad. Pero España compite ya con estos países por la atracción de inversión extranjera y competirá aún más tras la ampliación. De especial importancia serían las consecuencias sobre la productividad de la posible disminución en los flujos de inversión extranjera directa hacia nuestro país y sus efectos negativos sobre la mitigación del cambio estructural en el sector manufacturero.

Por último, ha de considerarse el impacto de una alteración sustantiva de los fondos estructurales y de cohesión como consecuencia del ajuste presupuestario tras la ampliación, especialmente en lo referente a la elección de regiones Objetivo número 1 una vez finalizado el actual periodo de programación 2000-2006. De mantenerse los actuales criterios de elegibilidad para recibir las ayudas del Objetivo número 1 de los Fondos Estructurales, las actuales 10 regiones O-1 españolas pasarían en 2007 a ser Andalucía, Extremadura y (a duras penas) Galicia, y desaparecerían las ayudas del Fondo de Cohesión. Ello es así debido a que sólo las regiones mencionadas estarían por debajo del 75% de la renta media de la nueva Unión; efecto que es, si se quiere, puramente estadístico, pero que refleja una realidad que obliga a reorientar las políticas comunitarias de todas las maneras.

La cuantificación de lo anterior sugiere que buena parte de los efectos que la economía española registrará como consecuencia de la ampliación de la UE se presentan problemáticos, si exceptuamos los debidos a la extensión y liberalización del mercado único. La ampliación de la Unión Europea provocaría en la economía española, a partir de 2004, una caída de la producción agregada, especialmente manufacturera, y del empleo debida al ajuste comercial y al desvío parcial de la inversión extranjera. A estas causas se sumaría, en 2007, la reducción de las ayudas estructurales comunitarias. Puede cifrarse la brecha del PIB, en 2007, en un -2% respecto a un escenario sin los efectos descritos (sin ampliación), y alrededor de -1% en 2013, en función del escenario contemplado para las ayudas estructurales en el periodo 2007-2013. Correspondientemente se darían ajustes del mismo signo y de cierta magnitud en precios y salarios, mientras que la tasa de desempleo se situaría, a medio plazo, alrededor de un punto porcentual por encima de la correspondiente a la ausencia de los efectos descritos. La mayor caída en la producción real tendría su origen en el ajuste estructural en el sector manufacturero.

Únicamente la extensión del mercado interior tiene un efecto marcadamente positivo sobre la producción y el empleo a medio y largo plazo, dominando mucho más adelante, eventualmente a los negativos efectos anteriormente comentados. Con todo, las ayudas estructurales recibidas en el periodo posterior a 2006 seguirían ejerciendo un efecto estimulante sobre la economía española, si bien de menor entidad que hasta entonces.

A pesar de que el panorama que se desprende de nuestro análisis no es optimista, no creemos que estos resultados sean especialmente adversos, habida cuenta del formidable cambio que registrará la economía de la Unión Europea con la ampliación y de la insuficiente percepción que, a nuestro juicio, tienen los agentes económicos españoles sobre su naturaleza. En cualquier caso, constituyen una aproximación ilustrativa pero verosímil a un proceso complejo que ya está desenvolviéndose ante nuestros ojos. España ocupa una posición distanciada frente a los países candidatos, pero las relaciones económicas, financieras y presupuestarias en las que nuestra pertenencia a la Unión Europea nos inserta son más activas de lo que a menudo tendemos a pensar, tanto para la transmisión de problemas como de oportunidades.Por ello, creemos que los efectos negativos que se puedan prever no tienen por qué materializarse si nuestro país renueva y actualiza sus esfuerzos en materia de capital humano y capital tecnológico, de internacionalización de sus empresas y protagoniza, junto a los miembros de la Unión más avanzados, la plena liberalización del mercado único.

Simón Sosvilla Rivero es investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA). José A. Herce San Miguel es el director de dicha fundación.

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