'La UE no puede utilizarse como cabeza de turco'
Noyer critica la actitud de los políticos a la hora de defender las decisiones de ámbito europeo
Christian Noyer, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y en tantas ocasiones fiel escudero de Wim Duisenberg, entregará su cargo el 31 de mayo al griego Lucas Papademos. Es la primera sustitución en el directorio de la autoridad monetaria, de seis personas. Jurista de 52 años, Noyer aún no ha decidido qué hacer de ahora en adelante. Espera el desenlace de las elecciones parlamentarias francesas para optar por una tarea ya sea en el sector público o en la empresa privada. No quiere hablar del avance de Jean-Marie Le Pen en su país natal, pero sí se le nota preocupado por éste y otros euroescepticismos. Su receta: transmitir un mensaje más positivo de lo que es Europa.
Pregunta. ¿Triste por marcharse, señor Noyer?
'Europa debería ser capaz de presentar nuevos desarrollos exitosos como el euro. Nuevas cosas que atañan a los ciudadanos'
'La moderación salarial en la zona euro es primordial. Es indispensable para mantener la estabilidad de precios'
'El respaldo a Europa decae cuando es vista como una remota burocracia, cuyo funcionamiento no se entiende'
Respuesta. Sí, un poco. Pero así son las reglas de juego.
P. Usted fue el único miembro del directorio sin experiencia previa de banquero central. Uno de los principales problemas es cuidar mucho lo que se dice.
R. Yo ya tenía una larga experiencia en temas bancarios, financieros y del mercado de divisas, pero es cierto que la posición del BCE y la importancia del euro fueron algo nuevo para mí. Tuve que aprender, pero creo que a todos nos pasó.
P. El BCE existe desde hace cuatro años. ¿Qué papel juegan en él los intereses nacionales?
R. Ninguno, y menos aún en la política monetaria. Todos los miembros del consejo de gobierno, desde un inicio, han razonado exclusivamente desde los intereses de la zona euro, y todos los intentos de los observadores de detectar comportamientos nacionales han fracasado. El consejo de gobierno del BCE se parece en esto a los directorios de los antiguos bancos centrales nacionales. En el Banco de Francia, por ejemplo, a cuyo consejo asistí como observador cuando era director del Tesoro, nunca se discutían desarrollos regionales. Supongo que tampoco en España se planteaban los intereses de Cataluña o Andalucía.
P. ¿No es necesario, pues, que todos los grandes países estén representados en el directorio de seis personas?
R. No. Creo que es útil que se componga de personas que vengan de países diferentes, pero también ayuda que no haya uno de cada nacionalidad: eso nos fuerza a ser completamente europeos. Sin embargo, me parece natural que, en el futuro, los países grandes estén representados con más frecuencia que los pequeños.
P. ¿El próximo presidente del BCE, entonces, no tiene por qué ser francés?
R. Ése es un asunto de los jefes de Gobierno.
P. Usted ha agradecido a los ciudadanos su gran aceptación del nuevo efectivo. Al mismo tiempo, como han demostrado, por ejemplo, las elecciones francesas, muchos de ellos no sienten a Europa como un proyecto propio. ¿No es una contradicción?
R. Creo que la introducción del euro en efectivo ha demostrado algo crucial: los ciudadanos no temen la integración europea, sino que, por el contrario, están preparados para apoyar importantes cambios que resulten útiles para la vida cotidiana. El respaldo a Europa decae cuando es vista como una remota burocracia, cuyo funcionamiento no se entiende y que no se ocupa de mejoras prácticas. Dicho esto, los ciudadanos seguirán apoyando la integración, siempre y cuando los Gobiernos no usen a Europa como cabeza de turco. Los políticos deberían defender las decisiones comunes como oportunidades, y no como una coacción o una excusa ante los ciudadanos, al estilo de 'Bruselas nos obliga a esto'. Además, Europa debería ser capaz de presentar nuevos desarrollos exitosos como el euro. Pueden ser de mayor o menor importancia -hay cientos de ejemplos-, pero existe la necesidad de desarrollar cosas que atañen a los ciudadanos.
P. ¿Y la aportación del BCE?
R. Mantener nuestros objetivos, desde luego: incrementar la confianza de que el sistema está funcionando, y de que está garantizada la capacidad adquisitiva de los ahorros, las pensiones y los salarios a través del mantenimiento de la estabilidad de precios. Al mismo tiempo, más que ahora, deberíamos dirigirnos a los ciudadanos, con palabras muy sencillas, que la gente entienda. Mostrar cuáles son nuestras tareas, cómo las acometemos y qué beneficios reportan. Explicar que la construcción europea es muy concreta y funciona.
P. Algunos políticos, por el contrario, sostienen que hay que avanzar con más cuidado y dar un mayor componente social a la integración europea.
R. Insisto: hay desarrollos que, con demasiada frecuencia, son presentados como imposiciones desde el nivel europeo, y no como oportunidades para aumentar el bienestar. Si eso se hace así, el mensaje se difumina, y la gente se vuelve escéptica. Los problemas, de todas maneras, estarían ahí: incluso si Europa no existiese, países como España, Francia y Alemania tendrían que hacer algo para reducir drásticamente el paro. Europa aquí puede ayudar, porque los éxitos de cada país sirven de precedente para los demás. Si esto se explica así, el mensaje será positivo: juntos, intentamos crecer.
P. Algunos Gobiernos incluso critican el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
R. Permítame decirle algo como ciudadano europeo: creo que nuestra generación es extremadamente culpable por dejar a nuestros hijos una montaña de deudas. Eso no es una manera responsable de actuar. Si explicamos que está en el interés de nuestros descendientes romper con los déficit sistemáticos y gestionar con prudencia nuestros presupuestos, como en un hogar, esto se entenderá.
P. ¿No es frustrante pedir mes tras mes, en cada rueda de prensa, reformas estructurales y ver lo poco que sucede?
R. Soy bastante más optimista de lo que usted sugiere. Las cosas han cambiado mucho en los últimos años. La orientación es clara y ha sido adoptada en el más alto nivel, tanto en Lisboa como en Barcelona. Ahora es un tema de primer orden, discutido con regularidad. Hay éxitos concretos: piense usted en la reforma del mercado de las telecomunicaciones europeo.
P. Hablemos de política monetaria. ¿Es neutral en este momento?
R. No reflexionamos en términos de mayor o menor neutralidad. Nuestro objetivo es que la política monetaria sea apropiada para mantener la estabilidad de precios a medio plazo. Éste es el análisis que hacemos cada mes. Acabamos de decidir mantener los tipos de interés aunque las perspectivas relativas a la estabilidad de precios sean menos favorables que a finales del año pasado, debido a las incertidumbres que persisten sobre la situación económica y a la influencia sobre los precios de factores específicos y temporales. Concretamente, en lo que se refiere a la inflación, su moderación hasta por debajo del 2% se ha retrasado, sobre todo por un inesperado aumento de los precios del petróleo a inicios del año y, aunque en menor medida, por el movimiento al alza de los precios de los servicios. Si estos fenómenos perduran, la inflación media en este año será algo más alta de lo que esperábamos. Seguiremos por consiguiente con mucha atención la evolución de los distintos componentes del índice de precios al consumo. El crecimiento monetario, por otra parte, se está normalizando lentamente.
La economía se recupera paulatinamente
Pregunta. ¿Qué opina sobre el crecimiento de la economía?
Respuesta. Por los datos disponibles, parece confirmarse que la economía llegó a tocar fondo a finales del año pasado y que hemos entrado desde entonces en un gradual proceso de recuperación. Todavía no está claro cuál es el ritmo de esta recuperación, debido a la incertidumbre sobre la evolución de los precios del petróleo y a los posibles efectos de desequilibrios en otras partes del mundo. Sin embargo, lo más probable es que sea continuada y alcance un nivel en torno al 2,5% a finales de este año y prosiga en esta misma tendencia el próximo año.
P. Uno de los más poderosos sindicatos de la zona euro, el IG Metall, el sindicato de los metalúrgicos alemanes, ha recurrido a una huelga para lograr un aumento salarial de al menos el 4%. ¿Usted qué opina?
R. Creemos que la continuación de la moderación salarial en la zona euro es primordial. Se trata de un requisito indispensable para mantener la estabilidad de precios a medio plazo, la cual a su vez permitirá alcanzar un crecimiento económico más alto y reducir el nivel de paro. Seguiremos, por tanto, de manera muy atenta la evolución de las negociaciones en torno a los incrementos salariales.
P. Pareciera que Europa siempre depende de desarrollos externos, llámense éstos el precio del petróleo o la economía de Estados Unidos.
R. Lo que ha pasado es que Estados Unidos y Europa se vieron afectados por el mismo shock: el fuerte aumento de los precios del crudo entre 2000 y 2001, cuya importancia, a ambos lados del oceáno, todos desestimamos. La misma afirmación -que hay más paralelismo que retraso- vale para la actual recuperación, que, según nuestras proyecciones, se basa primordialmente en factores internos, y no tanto en el crecimiento neto de las exportaciones. Por lo demás, nos sucede a todos, incluido Estados Unidos, que hoy día somos más dependientes que antes de la economía mundial.
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