Alcohol: ¿es la prohibición una solución?
Yo estuve un año viviendo en un país del norte de Europa. Se trata de una región de las socialmente muy avanzadas y, sobre todo, extraordinariamente cívica.
Un ejemplo de lo que digo es su política sobre el alcohol. En ninguna cafetería puedes pedir bebida alcohólica. En la universidad, estudiantes y profesores se dedican a tomar té o café con todo tipo de bollos grasientos y chocolatinas.
Es gracioso porque en dicho país también está prohibido vender cualquier tipo de alcohol a partir de las nueve de la noche, y durante todo el día sólo se pueden comprar los alcoholes que llaman de graduación alta en tiendas autorizadas, que son monopolio del Gobierno.
En los supermercados y tiendecillas de barrio te tienes que conformar con cerveza, y al que no le guste que se fastidie y cene con agua, porque el vino sólo se encuentra en la tienda de alcohol. Además de todo esto, los impuestos sobre el alcohol están disparados, por si alguien lo dudaba.
Durante la semana nadie bebe, ni siquiera se relacionan entre ellos, pero cuando llega el fin de semana todo el mundo hace botellón. Botellón, sí, sí. Esta actividad social, que los egocéntricos españoles nos creemos en original posesión, existe en más sitios. Es cierto que allí, debido al frío, los amigos se suelen juntar en pisos (todo el mundo se independiza a los 18 años gracias a las ayudas estatales) y, eso sí, mientras están dentro de casa no molestan a todos los vecinos del parque, sólo a los de su bloque.
El problema se acentúa cuando salen a la calle. A esas horas de la noche, la cívica sociedad (jóvenes y mayores de todas las edades) se ha transformado en una masa informe de monstruos que hacen 'eses' por la calle, se pelean entre ellos y destrozan todo tipo de mobiliario urbano y escaparates.
Un dato: según la OMS en estudios realizados para el año 1994, el consumo per cápita de alcohol de mayores de 15 años en Finlandia es de 8 litros (en España, de 10,2), mientras que el índice de dependencia es de 263,2 sobre una población de 100.000 habitantes (en España es de 19, dato de 1992). Tendríamos que plantearnos si la política sobre alcohol que quiere implantar el actual Gobierno, tan parecida a la finlandesa, ¿es eficaz?
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