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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El teatro de los sentimientos

J. Ernesto Ayala-Dip

Antes de acabar el año 2001, Marcos Ordóñez publicaba una novela corta, Tarzán en Acapulco, una obra de cámara que resumía su cariño por el cine y a uno de sus mitos, sin descuidar su hechura artística, resuelta con un eficaz criterio de concisión y altura metafórica. Toda la contención sintáctica y compositiva de esa obra contrasta con el despliegue argumental e imaginativo de Comedia con fantasmas, su última novela. El proceso de construcción de esta obra es bastante sencillo. Se imposta unas memorias, las que escribe Pepín Mendieta desde su vejez en Madrid, y se aprovecha este truco para hacer un paseo por el teatro español de gran parte del siglo veinte. La función del narrador en primera persona, como corresponde a todo texto autobiográfico, es desmenuzar el pasado. Pero además, Pepín Mendieta funciona perfectamente como una voz novelesca, mezclado con seres reales e imaginarios, gente de teatro que reconocerá el lector y otros que se irán consolidando a lo largo del relato con esa entidad verdaderamente contagiosa de afectos y rechazos que generan los buenos personajes de ficción.

COMEDIA CON FANTASMA

Marcos Ordóñez Plaza & Janés Barcelona, 2002 496 páginas. 18,90 euros

En una novela concebida con estos materiales, materiales de la historia y la documentación, resulta necesario una apropiada incrustación de datos intrahistóricos, reconstrucciones existenciales creíbles, amén de un ritmo narrativo comprometido con el interés humano que han de acreditar todas sus criaturas. Marcos Ordóñez no traiciona ninguna de las leyes que hace confluir en su novela, ni las de la obediencia al tramo histórico y artístico que abarca ni a las de la organización de las vidas imaginarias que pone en escena. Sólo el interés en algunas de sus partes languidece, como si de pronto descubriéramos que gran parte de él se sostiene sobre determinados personajes. Mientras vemos progresar al narrador al lado de su maestro Ernesto Pombal, incluso al lado de Tanito Monroy, dos personajes muy bien construidos, la novela aquilata su interés psicológico y su capacidad para hacer vislumbrar detrás de su tejido argumental una parte sustancial de la España de los años veinte y la posterior a la de la guerra. Comedia con fantasmas es una buena novela de iniciación. El dibujo que hace Ordóñez del primer asombro, de la primera experiencia sexual, del lento descubrimiento de cómo las gasta la vida, siempre es convincente y personalísimo. En esto coincide, también por su espíritu de lúcida nostalgia y sentidos homenajes, con El guitarrista, de Landero. Pero además, para quienes profesen un incondicional amor al teatro y a sus leyendas y mitos, y, sobre todo, a quienes amen al maestro de los maestros de la dramaturgia universal, les garantizo que pasarán un buen rato con la novela de Marcos Ordóñez.

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