Las bibliotecas públicas, un servicio cultural básico

El fragor del debate suscitado por el descubrimiento arqueológico del Born ha supuesto, en cierta medida, que algunas cuestiones relativas a la realidad de nuestro sistema bibliotecario y a la función de la denominada biblioteca provincial no se hayan visto reflejadas, en mi opinión, de forma precisa.

Vaya por delante que no es mi intención entrar en la polémica arquelogía frente a biblioteca pública. Creo que todas las opiniones, individuales o corporativas, son perfectamente válidas y evidencian intereses legítimos. Además, una vez concluidos los informes técnicos, estamos a pocos días de que la administración competente haga pública la resolución administrativa sobre la viabilidad del proyecto.

Aunque algunas aportaciones han insistido en la necesidad, utilidad o situación de las bibliotecas, quizá ha sido Pep Subirós en su artículo del pasado dia 22 de abril en este mismo diario quien ha desarrollado más esta cuestión. Comparto en términos generales su análisis y los criterios expuestos, pero considero que es preferible referirnos a nuestra realidad y no a la de Nueva York.

Algunas cifras del año 2001 son suficientemente elocuentes. En el conjunto de la provincia de Barcelona, las 151 bibliotecas públicas municipales gestionadas en convenio con la Diputación de Barcelona tuvieron más de nueve millones de usuarios, una cuarta parte de los cuales hicieron uso del servicio de préstamo. Se prestaron más de 5,5 millones de documentos. Es decir, diariamente pasan por nuestras bibliotecas públicas más de 37.000 personas y se prestan más de 23.000 documentos. A lo largo del año, en cada biblioteca se programó una media de 90 actividades culturales.

La cobertura actual de la red de bibliotecas se extiende al 90% de la población de la provincia de Barcelona. Y el 17% de los ciudadanos que disponen de una biblioteca pública en su barrio o ciudad, tiene carnet de la biblioteca (más de 700.000 personas) y lo usa frecuentemente.

Estas cifras adquieren mayor relieve si tenemos en cuenta que todos los indicadores de gestión se han duplicado como mínimo desde el año 1995.

Es cierto que en el campo de la lectura pública, como en muchos otros aspectos de la vida cultural (la formación artística del conjunto de la población, la frecuentación de la asistencia al teatro, etcétera), arrastramos déficit estructurales difíciles de superar en una sola generación. Pero también es cierto que, en el caso de las bibliotecas, la acción continuada de los ayuntamientos y la Diputación de Barcelona desde hace 15 años nos ha situado en un estándar de servicios razonable respecto a la media europea, y la planificación actual nos permite afirmar que en siete u ocho años dispondremos, en la ciudad y la provincia de Barcelona, de una situación óptima.

Otra cuestión es la percepción y el conocimiento del conjunto de la sociedad en relación con esta realidad del sistema de lectura público. Un estudio reciente de evaluación e impacto elaborado de forma conjunta por la Fundación Bertelsmann y la propia Diputación de Barcelona evidencia que la mejora notable del servicio de biblioteca pública es aún poco conocido por los ciudadanos que no son usuarios.

Cada tipología de biblioteca (especializadas, universitarias, la Biblioteca Nacional) desempeña un papel diferente en el conjunto del sistema que debe responder a las necesidades, diversas, de cada ciudadano y ciudadana. En este sentido la biblioteca que, por razones históricas, denominamos provincial es importante porque, al margen del depósito legal, debe convertirse en la cabecera del sistema bibliotecario público de la ciudad de Barcelona y con toda seguridad también de la provincia de Barcelona. Una biblioteca de referencia que deberá asumir además funciones básicas en el tratamiento de todas las colecciones y en el préstamo interbibliotecario respecto a toda la red.

Cuando nos referimos a las bibliotecas públicas actuales hablamos de equipamientos agradables y acogedores, con servicios de dimensiones adecuadas en relación con la población que deben atender, situados en espacios céntricos y accesibles, dotados con la tecnologia necesaria para responder a las necesidades de la sociedad de la información. Equipamientos que son agentes culturales activos en nuestros barrios y ciudades, que promocionan la lectura y el conocimiento, que constituyen espacios abiertos y accesibles de relación y reactivación.

Aunque cualquiera que sea la resolución sobre el Born no afectará al desarrollo del plan bibliotecario de la ciudad y la provincia de Barcelona en los próximos años, el conjunto del sistema reclama -quizá más que nunca- que la gran biblioteca central sea una realidad en el menor tiempo posible.

Joan Francesc Marco es presidente del Área de Cultura de la Diputación de Barcelona.