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Reportaje:

Los artesanos del hierro

La sociedad Garcima, de Alaquàs, es especialista en la fabricación de paellas y exporta el recipiente a todo el mundo

Cristina Vázquez

Antonio García, herrero de Alaquàs, fundó el negocio familiar el siglo pasado. Empezó fabricando espumaderas, trébedes y tenazas de forma artesanal y su hijo, Enrique, amplió el negocio con la producción de paellas. A golpe de martillo convertía sobre unas estacas las tapas de los bidones de alquitrán en un recipiente de hierro parecido a una sartén grande pero con dos asas, la conocida paella. Su esposa, Encarnación Campos vendía en los bajos de los Santos Juanes, frente al Mercado Central de Valencia, la producción del taller artesanal. Los cuatro o cinco trabajadores del taller producían una paella por día.

Medio siglo después, la cuarta generación de los García gestiona un negocio que produce un millón de paellas al año y factura seis millones de euros. Garcima, constituida formalmente en 1979, vende el 90% de su producción en España y el 10% restante se distribuye en todo el mundo.

'Es un recipiente común usado para el cocinado de arroz seco. En la India, por ejemplo, hemos encontrado modelos similares a lo que conocemos como paella', explica Antonio García, actual gerente de Garcima.

La paellas La Ideal, conocidas por sus asas rojas, se exportan sobre todo a Francia y Alemania 'por la proximidad cultural y el turismo'. 'En Alemania la usan para hacer cualquier cosa; verduras, carne...', cuenta. En EE UU fue la colonia española en Miami la que la popularizó. Se venden las grandes, con 1,30 metros de diámetro, y siempre con el marisco como ingrediente principal. 'A través del Ivex[Instituto Valenciano de la Exportación]', cuenta Antonio, 'contactamos con el dueño de una tienda estilo gourmet, el Spanish Table, en Seattle, que le encanta y las importa. También se puede comprar una paella de Garcima en Berkley (California). En Japón se ha aprovechado el tirón de la cultura española para introducirlas y, curiosamente, algunos restaurantes regalan el recipiente a los comensales como recuerdo una vez se ha dado cuenta del contenido. En México se emplean también para confeccionar cestas de Navidad y en Argentina, Garcima llegó a un acuerdo con cafés La Virginia, que vendía el recipiente junto con una promoción de sus cafés.

Si variado es su uso, igual de diverso es su tamaño y material básico. A las paellas clásicas, de hierro, se unen las esmaltadas, más resistentes a la oxidación, las de acero inoxidable, más vistosas y destinadas a la decoración y la antiadherente, que la sociedad está perfeccionando en estos momentos. Hace dos años, Garcima patentó la paella multigustos, donde se puede cocinar hasta tres arroces diferentes ya que está dividida en dos y tres porciones. Desde hace poco cuenta con una web con un servicio de venta on line en el que se puede comprar desde cualquier punto del mundo.

Uno de los mayores impactos publicitarios lo consiguió la empresa de Alaquàs en 1992, cuando el Ayuntamiento de Valencia le encargó la paella más grande del mundo, un record superado hace menos de un año en Madrid. Garcima diseñó una paella de 20 metros de diámetro y 0,70 metros de profundidad. Se soldó en el cauce del río y la cocinaron los gastrónomos valencianos Velarte y Galbis. Una empresa de arroces sevillana compró al Ayuntamiento la paella, la desguazó para trasladarla a la Expo de Sevilla pero no fue posible y los fragmentos se almacenaron. Según las últimas noticias, la chapa se vendió a un astillero para fabricar un barco, dice Antonio.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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