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CARTAS AL DIRECTOR | CARTAS AL DIRECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La autoridad de los educadores

En una jornada organizada por la Unesco sobre alfabetización se afirmaba, con datos en la mano, que la alfabetización progresa, pero lo hace muy lentamente; cerca de 900 millones de personas mayores de 15 años aún no saben leer ni escribir. El 98% de ellas viven en países menos desarrollados. Con relación a los niños, las desigualdades son parecidas: 110 millones no van a la escuela.

Ciertamente que estos datos, como docente con más de un cuarto de siglo de experiencia, me preocupan, de tal manera que si pudiera encontrar la varita mágica que diera capacidad para llegar a todos no escatimaría esfuerzos por conseguirla. Pero, no obstante, lo que más me preocupa es la baja eficacia que frecuentemente tiene el esfuerzo de millares de enseñantes de los países desarrollados; que conste que no escribo esto teniendo como referencia el último caso de Alemania. La falta de eficacia es debida a muchos factores, entre ellos, no cabe duda, se encuentra la poca preparación de algunos educadores, pero más importante que la preparación, me consta que los hay muy preparados, es la falta de autoridad de los profesores. Sin autoridad es imposible la educación, se puede conseguir, en alumnos mejor capacitados intelectualmente, una cierta instrucción en algunas materias, pero difícilmente una buena educación.

Al hablar de autoridad del enseñante me refiero a la autoridad prestigio. Francamente, en nuestros días el prestigio del profesor está siendo muy bajo. ¿Quién es el culpable? Yo diría que hay culpables; lo es el sistema, al menos en la secundaria obligatoria; lo son las administraciones cuando no defienden las actuaciones de los profesores; de los directivos de los centros docentes; lo es de la sociedad , especialmente de al

gunos medios, y principalmente, de los padres, que, ante cualquier problema entre alumnos y profesores, la razón es siempre del hijo.Con estas actitudes estamos haciendo un grave mal a las futuras generaciones, que serán las responsables de nuestra sociedad. Es por eso que apruebo cualquier ley capaz de restituir la autoridad y prestigio de nuestro profesorado.

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