Fonsi Nieto incendia Jerez
El español logra un espectacular triunfo en los 250cc, en los que Alzamora fue tercero, y se coloca líder del Mundial
Desde ayer, el vacío dejado por Álex Crivillé es menos vacío. Porque, desde ayer, el motociclismo español y Jerez tienen nuevo rey. Responde al nombre de Alfonso González Nieto, Fonsi para propios y extraños, nació en Madrid hace 23 años y ya puede presumir de ser el líder del Mundial en la categoría de 250cc. El mismo día en el que Crivillé recorrió subido a un descapotable gris los 4.423 metros del circuito que tantas veces le coronó y recibiendo el homenaje de las aproximadamente 127.000 personas que hasta allí se acercaron, Fonsi Nieto lograba un triunfo imperial e incendiaba las gradas, que saludaron su victoria con miles de banderas españolas al viento, con cohetes, tracas, gritos. Con una emoción malamente contenida. El mismo día en el que Crivillé pasaba a formar parte del pasado, el himno español, que en su honor sonó cuatro veces en Jerez, volvió a oírse por culpa del carrerón que le dio por hacer a Fonsi Nieto.
Han pasado 12 años desde la última vez que un piloto español subía a lo más alto del podio en los 250cc. Doce años en los que la categoría, maldita, pasaba de puntillas en cualquier gran premio celebrado en España. Fue Carlos Cardús, en la que por entonces todavía era Checoslovaquia, en el año 90, el último en alcanzar el éxito. Pero Fonsi Nieto, a los mandos de su Aprilia, a las órdenes de un histórico como Jorge Martínez Aspar, aconsejado por una leyenda entre las leyendas como su tío Ángel, rompió ayer el maleficio. Llevaba tiempo amenazando con hacerlo. Siempre desde atrás, desde lejos. Avisando. Nunca había ganado nada en el Mundial, pero en todos los sitios aparecía como uno de los favoritos. ¿Por qué?
El año pasado, en 125cc, fue dos veces tercero, algo muy meritorio, pero no extraordinario, en una categoría que siempre les fue bien a los españoles. Ya en esta temporada, en la cilindrada superior, su arranque emitía unas excelentes vibraciones. En el primer gran premio, en Suzuka (Japón), hizo la pole position, aunque se desmoronó en la carrera (13º). En el segundo, en Welkom (Suráfrica), conquistaba la tercera plaza.
Ayer, en la parrilla de salida, Fonsi ocupaba la segunda posición, pero el primer viraje lo hizo en cabeza tras rebasar al italiano Battaini. Cinco vueltas después, el español había caído hasta el quinto lugar. Nada bueno presagiaba aquello, más que una remontada heroica. Ganó Nieto una plaza y se mantuvo cuarto durante un buen trecho. Y entonces, a diez giros del final, ocurrió un hecho determinante. El italiano Roberto Locatelli, que era tercero, intentó adelantar a su compatriota Marco Melandri, pero éste le tapó la salida y tuvo que frenar de golpe para no irse a la arena. Por un costado se coló Fonsi. Y, puestos a no esperar, en la siguiente curva rebasó a Melandri. Sólo Roberto Rolfo, también italiano, aguantaba delante del español, que se pegó a él, que hizo el siguiente paso por meta pisándole los talones, a una décima de segundo. Se lo comió, claro. Dueño ya de la primera plaza, logró hacer la vuelta rápida de la carrera y alejó en más de un segundo al que ya era su único rival. El público rugía y Fonsi, con un gesto de la mano, lanzado como estaba, pidió más alboroto, más gritos, más banderas. Por detrás, Melandri disputaba su habitual batalla con Franco Battaini, lo que acabó llevando al tercer cajón del podio a Emilio Alzamora, que por allí andaba. Los dos italianos se encontraron en una curva, Melandri se fue al suelo, Battaini se salió del asfalto y el español vio el camino libre para conseguir un tercer puesto impagable tratándose de un corredor que había iniciado la temporada sembrando dudas.
Entre el alborozo general, Fonsi Nieto levantó tímidamente los brazos al cruzar la meta. Como si no se lo creyera. Luego se supo que no se lo creía. Superada la meta, y llorando desconsoladamente, Fonsi se bajó de la moto, besó el suelo y fue izado a hombros por los ayudantes de pista, antes de iniciarse la habitual liturgia de la vuelta de honor. Una vuelta apoteósica, bandera española en ristre, como aquéllas que daba Crivillé, que poco después, y antes de subirse al descapotable y recibir su ración de gloria, se fundió en un abrazó con Fonsi Nieto, en lo que resultó un gesto que tenía toda la pinta de traspaso de poderes.
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