Bossi promociona los burdeles
El líder de la Liga Norte quiere sacar la prostitución de las calles italianas
Después de haber redactado una ley destinada a impedir -en la medida de lo posible- la entrada de inmigrantes clandestinos en Italia, el líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, parece decidido a organizarles la vida a las prostitutas que operan en las calles del país. Son alrededor de 50.000 mujeres, en su mayoría inmigrantes nigerianas, eslavas, albanesas, latinoamericanas o rumanas. El martes, hablando en Telelombardia, Bossi tranquilizó los ánimos de sus eventuales electores asegurándoles que el fenómeno de la prostitución callejera vive sus últimas horas en Italia. 'Dentro de poco presentaremos en el Consejo de Ministros la ley que pone fin a las prostitutas callejeras y a la pornografía libre', dijo, y añadió: 'Estoy pensando en la creación de eros-center, pero sólo en las grandes ciudades, para que el campo pueda hacer lo que siempre ha hecho: garantizar el futuro de nuestra sociedad pariendo hijos'.
El ministro cree que quien recurre a las 'lucciole' relega a segundo plano la tarea de tener hijos
Al frente del Ministerio para las Reformas, Bossi, de 60 años, está sufriendo lo que los analistas han calificado de metamorfosis. El líder excesivo que alardeaba en los mítines iniciales de la Liga de 'tenerla dura' se ha convertido en un maduro padre de familia (casado en segundas nupcias, tiene cuatro hijos), obsesionado por las preocupaciones del votante liguista: inmigración, prostitución, seguridad ciudadana, familia.
En esto Bossi es tajante: familia y prostitución son términos antagónicos, porque, según él, 'la prostitución tiene una tarea, ser alternativa sexual a la esposa'. Lo que significa que el que recurre a los servicios de las llamadas lucciole (luciérnagas) relega a un segundo plano la tarea primordial de tener hijos.
Las tesis de Bossi encajan perfectamente en el discurso de las altas instituciones italianas, desde la Iglesia, horrorizada por el sexo desenfrenado y por la escasez de nacimientos, a la presidencia de la República.
Con todo, el discurso del ministro para las Reformas tiene otro objetivo: pescar el voto de los electores. Después de casi un año en el Gobierno, la Liga Norte ha perdido relieve. Su lenguaje político se ha domesticado. Resultado: las bases padanas empiezan a mirar a otra parte a la hora de votar y Bossi teme los efectos negativos de este fenómeno en las próximas elecciones municipales.
Así se entiende el fervor moralista que anima al ministro para las Reformas. La ley que prohibirá la pornografía y la prostitución callejera, aseguró el jefe de su gabinete, Francesco Speroni, llegará 'en breve' al Consejo de Ministros. 'La prostitución callejera se convertirá en un delito, castigado con la cárcel', explicó. Y no serán los clientes de las prostitutas, sino ellas mismas las castigadas por la ley. 'Una multa no es suficiente para retirarlas de las calles, porque ganan en ellas mucho dinero', añadió Speroni. El mercado italiano del sexo mueve al año entre 7.000 y 8.500 millones de euros. Naturalmente, el grueso de los beneficios va a parar a las redes mafiosas que gestionan el negocio y no a las trabajadoras del ramo.
Consciente de la imposibilidad de erradicar la prostitución, la idea del Gobierno italiano es recluirla en casas de placer o en eros-center, en palabras de Bossi. Una iniciativa ya estudiada hace meses, aunque no desembocó en ninguna ley. Ahora, por el contrario, Bossi ha presionado al ministro de Trabajo y Bienestar Social, Roberto Maroni (de su mismo partido), para que presente en junio el borrador de ley. Las ventajas de los burdeles o casas cerradas son múltiples, según el ministro, desde el punto de vista sanitario al fiscal, un aspecto que valorará con simpatía el Ministerio del Tesoro.
Pero no todo parece tan acabado. La ministra de Igualdad de Oportunidades, Stefania Prestigiacomo, ha salido al paso de las declaraciones de Bossi asegurando que de la ley antiprostitución 'no se ha hablado para nada en el Consejo de Ministros'. Prestigiacomo se ha declarado poco partidaria de la misma. 'Los eros-center no resuelven la situación de estas mujeres, que son, en su mayoría, auténticas esclavas. Se limitan a quitar el problema de delante de los ojos'. Muchos ciudadanos italianos no piden otra cosa.
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