Continúa el maleficio
El pasado jueves, en un artículo de opinión en este periódico, comentaba, a propósito de la cancelación de todos los cantantes que este año iban a intervenir en el ciclo de conciertos líricos, que el Teatro Real debía de tener una especie de maleficio. Pues bien, el maleficio se volvió a poner de manifiesto ayer en la première de Madama Butterfly. Es verdaderamente una desgracia que en una ópera tan de personaje protagonista como es ésta se caiga la soprano que encarna el papel principal, y más aún si esa soprano es Daniela Dessi, seguramente la cantante que en la actualidad desarrolla el personaje de Cio-Cio-San con un estilo más próximo a la tradición de las grandes divas.
También se puso de manifiesto el nuevo estilo del teatro pues, en esta ocasión, estaba claramente anunciada la cancelación antes de cruzar la puerta de entrada al teatro, con todo tipo de explicaciones y certificados médicos ('una hemorragia en la cara superior de la cuerda vocal derecha de 6 por 2 milímetros, con desplazamiento del epitelio de la cuerda vocal que impide la normal vibración'), e incluso los periodistas recibimos horas antes una llamada telefónica del gabinete de prensa informándonos de la situación. Al menos no se repiten las escenas del homenaje a Alfredo Kraus, o de otras suspensiones que eran conocidas por todo el mundo mientras el teatro guardaba un silencio sepulcral.
Madama Butterfly
De Giacomo Puccini. Con Maria Pia Ionata, Marina Rodríguez-Cusí, María José Suárez, Walter Fraccaro, Enrique Baquerizo, José Ruiz, Eduardo Santamaría, Miguel Sola, Carlos Lozano, Hugo Monreal, Juan Manuel Muruaga, Marisa González, Anne McMillan, Beatriz Ribó y Ángel Torres. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Director musical: José Collado. Director de escena: Mario Gas. Escenógrafo: Ezio Frigerio. Figurinista: Franca Squarciapino. Iluminador: Vinicio Cheli. Nueva producción. Teatro Real. Madrid, 27 de abril.
La fuerza del destino posibilitó que Maria Pia Ionata, que estaba prevista para el segundo reparto, pasase a ocupar la plaza de Dessi. No lo hizo mal, ni mucho menos, pero su actuación no pasó de una decorosa corrección. Estuvo voluntariosa, segura, pero su concentración en la resolución de las abundantes dificultades vocales de Butterfly hizo que técnicamente estuviese impecable y, sin embargo, artísticamente no acabó de conseguir ese estremecimiento, esa emoción, que su personaje lleva consigo. Su trabajo fue, en cualquier caso, generosamente reconocido por el público.
La nueva producción del Teatro Real, dirigida por Mario Gas, contaba con el apoyo de Ezio Frigerio en la escenografía y Franca Squarciapino en el vestuario, toda una garantía de solidez estética. La propuesta de Gas permite varios niveles de narración. Parte de que se está rodando una película sobre Madama Butterfly, con toda la parafernalia de cámaras, ayudantes, técnicos, etcétera. La película se proyecta por encima del escenario y de la zona de subtitulación, enfatizando sobre todo los primeros planos. El ritual de la tragedia de Butterfly se ve así desdoblado en dos soportes lingüísticos complementarios, subordinándose la identificación emocional directa de un planteamiento realista o colorista o exótico, por un distanciamiento intelectual. La idea es ingeniosa y es una lástima que no se desarrollen con mayor amplitud sus posibilidades, especialmente las cinematográficas, pero también las específicamente teatrales. De todas maneras, es una forma de contar que no perjudica a la historia, aunque sí incide en una determinada manera emocional de percibirla. El vestuario es bello, la escenografía tiene ese sentido geométrico y racional que caracteriza la organización espacial de Frigerio.
Sustituciones aparte, el nivel musical de la noche dejó bastante que desear. José Collado estuvo más pendiente de forzar los contrastes o de acentuar los golpes de efecto, que de conseguir una atmósfera sutil y poética desde el sonido. Fue la suya una lectura de trazo más bien grueso y la orquesta se manifestó en consonancia. Del reparto vocal -Butterfly aparte- lo más destacable fue la línea elegante de Enrique Baquerizo en la mayor parte de las escenas. El resto fue bastante deslucido. Si Daniela Dessi se recupera, seguramente dará otro aire a las representaciones. Ojalá sea así. Lo escuchado ayer no pasa de un aprobadillo raspado.
Babelia
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