Curas de agua y silencio con aires decimonónicos
BALNEARIO DE VALDELATEJA, fangos, algas y burbujas en el valle burgalés de Sedano
Incógnito bajo las paredes que encañonan el río Rudrón, al norte de la provincia de Burgos, entre el páramo de Masa y el puerto del Escudo, el antiguo balneario de Valdelateja ha cobrado de nuevo vida propia. El paraje inspira silencio y reposo, calma total. Pero también salud de manantial, recreo campestre y actividades de montaña a pleno pulmón. Un bálsamo revitalizador en el umbral mismo del fin del mundo, explorado hace tres décadas para la pequeña pantalla por Félix Rodríguez de la Fuente, que situó aquí varios capítulos de su serie Fauna ibérica.
Al fondo de un camino que se interna desde la aldea de Valdelateja aparece la construcción termal, levantada en 1872 al servicio de los curistas mesetarios, aunque ya en la época romana se conocían las propiedades terapéuticas de sus aguas. Más tarde, el edificio funcionó como residencia de reli-giosos y hospital de guerra hasta su definitivo abandono, al término de la última contienda civil. Sin los beneficios terapéuticos y turísticos que se le suponen, el lugar habría quedado para siempre en la memoria de estos riscos a título de inventario. La carretera nacio-nal discurre por arriba, pero no hay rellano donde detenerse a escudriñar el color celeste y burdeos de sus fachadas, anacrónicas con el entorno boscoso. Tras un breve ensayo de turismo rural, el hotel balneario ha pasado al grupo Castelar, que cuenta con otro importante establecimiento termal en Puente Viesgo, en Cantabria.
BALNEARIO DE VALDELATEJA
Categoría oficial: tres estrellas. Dirección: Burgos-Santander, N-623, kilómetro 55-56. 09145 Valdelateja (Valle de Sedano, Burgos). Teléfono: 947 15 02 20. Fax: 947 15 02 15. Internet: www.grupocastelar.com. Instalaciones: jardín, piscina, centro termal con diversos programas de salud y belleza, salón con chimenea, sala de convenciones para 45 personas, bar, comedor. Habitaciones: 30 dobles y 4 'suites'; todas con baño, calefacción, teléfono, TV vía satélite, secador de pelo y albornoz. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros. Precios: temporada alta, 65 euros + 7% IVA; temporada baja, 58 euros + 7% IVA; desayuno incluido; tratamientos 'spa', desde 27,65 euros; programa Balnea Rudrón, 87,75 euros + 7% IVA, tratamiento y dos noches de hotel incluidos. Tarjetas de crédito: American Express, Visa, 6000. Cierra: del 9 de diciembre al 1 de marzo.
Poco a poco, el ambiente salutífero se va adueñando de las instalaciones. Una galería norteña pintada de azul comunica el cuerpo de edificio primigenio con la zona de nueva construcción, más acogedora y cómoda. Especialmente luminosa es el ala termal, donde exponerse a una sesión de hidroterapia en unos placenteros baños de burbujas y sedimentos, ducha subacuática, chorros a presión, masajes tónicos, sillones calientes y hasta un libidinoso chapuzón floral de pétalos. La carta de tratamientos invita a consultar el diccionario: presoterapia, reflexología, fangos sulfurados, parafangos, algas laminarias...
Decoradas sin melindres rústicos y bastante sobradas de espacio, las habitaciones reúnen lo necesario para satisfacer tanto al agüista exigente como al urbanita en fin de semana antiestrés. Paredes coloreadas, colchas y cortinas de abrigo, centros florales y pocos perifollos más, que la altivez de la montaña acaba luego imponiendo su ley. Especialmente luminosa, la 17 exhibe un suelo de madera y una agradable superposición de estilos. Asomadas al río Rudrón, las suites ocupan el frontal antiguo en dos plantas abuhardilladas, con un balconcito recoleto que logra disimular sus pequeñas carencias ornamentales. El bosque circundante reclama desde aquí su protagonismo, con su intenso verde.
ALREDEDORES
LA OROGRAFÍA de la zona, esculpida por los ríos Rudrón y Ebro, anima a emprender excursiones a pie de dificultad media, algunas de las cuales se reseñan en el propio establecimiento. Paseando por la orilla del río cabe la posibilidad de encontrarse con mirlos acuáticos, pardillas lavanderas y algún martín pescador entre chopos, alisos y fresnos. Regresando por el pueblo de Valdelateja conviene parar un momento frente a la iglesia de Santa Eulalia, de origen medieval, llamativa por su espadaña.
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